Cuidado con los tipos muy bajos
La rebaja del precio del dinero hasta m¨ªnimos no implica un beneficio autom¨¢tico para los consumidores
"El tipo de inter¨¦s siempre tiene que ser mayor que cero". ?sta es la primera ley de la banca, tan infalible como lo es para la f¨ªsica la primera ley de la termodin¨¢mica, esa que dice que la energ¨ªa no se disipa sino que se transforma o, formulada mas acad¨¦micamente, que cuando alguien realiza un trabajo se libera calor. Aplicada al ¨¢mbito financiero, cuando un banco realiza el esfuerzo de prestar dinero se libera un inter¨¦s, que paga el prestatario. Pero los tiempos andan tan revueltos para el capitalismo que hasta sus leyes m¨¢s sagradas se ponen en duda.
El Banco Central Europeo (BCE) rebaj¨® el jueves el precio del dinero en la zona del euro hasta su nivel m¨¢s bajo desde mayo de 2006, un 2,5%. El presidente de la instituci¨®n, Jean-Claude Trichet, no descarta que haya m¨¢s bajadas. Tan s¨®lo unas horas antes, el Banco de Inglaterra reduc¨ªa los tipos de inter¨¦s del Reino Unido nada menos que un punto, hasta el 2%, en niveles de 1951. En Estados Unidos, la Reserva Federal ha podado cinco veces los tipos en poco m¨¢s de un a?o hasta situarlos al 1%. Tambi¨¦n han recurrido a esta medida otros pa¨ªses como China, India, Suecia, Suiza y otros tantos. Todos ellos aplican el recorte como un ritual de exorcismo contra el demonio de la recesi¨®n, y sus terribles secuelas en forma de paro o quiebra del propio sistema crediticio. ?Qui¨¦n hubiera pensado que los garantes del sistema financiero capitalista iban a cumplir el sue?o de los padres del anarquismo como Pierre-Joseph Proudhon, Josiah Warren o Benjamin Tucker de eliminar la usura?
Es previsible que la remuneraci¨®n de las cuentas dep¨®sito caiga en unos meses
Aunque el inter¨¦s oficial sea cero, los bancos no dar¨¢n cr¨¦ditos gratis
Los expertos dan por descontado que los tipos seguir¨¢n bajando mientras que el consumo no repunte. Con el dinero barato los ciudadanos tienen un poderoso incentivo para tirar de tarjeta de cr¨¦dito, comprar y hacer girar el viejo engranaje de la econom¨ªa: consumo, empleo, beneficios empresariales, inversi¨®n, m¨¢s consumo, m¨¢s empleo, m¨¢s beneficios. Ese mecanismo se ha parado casi de golpe. Para hacerse una idea del desquiciamiento financiero que atravesamos, cuando Espa?a entr¨® en recesi¨®n por ¨²ltima vez entre 1992 y 1993 los tipos oficiales se rebajaron al 8%, y se consider¨® un hito.
Ese escenario de tipos de inter¨¦s cero no es una novedad. En Jap¨®n est¨¢n acostumbrados a vivir durante a?os en ese mundo (?ideal?) de dinero gratis, desde 2001 hasta 2006. Actualmente es del 0,30%. A simple vista, uno puede imaginar que el inter¨¦s cero es el sue?o del ciudadano medio, m¨¢xime si tiene una hipoteca o es un adicto al dinero de pl¨¢stico (Visa, MasterCard). Te¨®ricamente cualquiera podr¨ªa acercarse al banco pedir un pr¨¦stamo a 30 a?os para comprar un coche o incluso un televisor de plasma porque al no haber intereses, nadie tendr¨ªa prisa por devolver el capital prestado.
No se hagan ilusiones. Ni en Jap¨®n ni en ninguna otra parte, los bancos han prestado sin recibir una compensaci¨®n. Porque una cosa es el tipo oficial del dinero y otra muy distinta el tipo de inter¨¦s comercial que aplican las entidades financieras en la relaci¨®n diaria con sus clientes. El tipo que fija el BCE o la Fed es el tipo m¨ªnimo de inter¨¦s que aplica a los bancos en las subastas que hace peri¨®dicamente en plazos muy peque?os, a un d¨ªa generalmente.
En circunstancias normales, si el tipo oficial es cero o cercano a cero, los tipos aplicados al consumidor final tender¨ªan a bajar. Pero no vivimos circunstancias normales. Los bancos tienen problemas. Han prestado mucho dinero a gente que no ten¨ªa las garant¨ªas suficientes para devolverlo. As¨ª que ahora temen no tener liquidez suficiente, es decir, dinero en la caja para hacer frente a los impagos y a las necesidades diarias de sus depositarios. Bajen lo que bajen los tipos, los bancos van a ser reacios a prestar.
Si el tipo oficial es cero, el banco bajar¨¢ los intereses para sus mejores clientes, los que ofrezcan mayores garant¨ªas (sueldo estable y propiedades). Y el resto, sencillamente no obtendr¨¢ el pr¨¦stamo.
Los tipos cero tambi¨¦n deber¨ªan abaratar las hipotecas. Y lo har¨¢n pero no hasta el punto de eliminar los intereses. Las hipotecas se rigen por el Eur¨ªbor, el tipo al que se prestan los bancos entre s¨ª. En circunstancias normales, el Eur¨ªbor deber¨ªa ser ligeramente superior al tipo oficial del dinero, pero como ahora los bancos no se f¨ªan los unos de los otros, tampoco se prestan dinero entre ellos, o lo hacen a un precio muy por encima del tipo que fija el BCE. Por eso, s¨®lo una hecatombe de morosidad hipotecaria (no se descarta) reducir¨ªa al m¨ªnimo los tipos hipotecarios, porque los bancos preferir¨ªan siempre renegociar las hipotecas con sus clientes por debajo del Eur¨ªbor antes que tener que quedarse con decenas de miles de pisos por impagos. El Eur¨ªbor est¨¢ bajando (ahora est¨¢ en el 3,7%) pero en menor medida que el tipo oficial.
Otra de las paradojas son las cuentas de alta remuneraci¨®n. ?C¨®mo es posible que los bancos hayan recrudecido la guerra de los dep¨®sitos de alta remuneraci¨®n? Cuentas naranjas o azules, barriletes c¨®smicos, dep¨®sitos al 6% a seis meses o al 11% TAE. La raz¨®n vuelve a ser el miedo. El temor a que los depositantes saquen el dinero y falte liquidez lleva a las entidades a ofrecer unos intereses absolutamente desparejados con las circunstancias actuales. Es previsible que en los pr¨®ximos meses esas ofertas se aminoren y baje la remuneraci¨®n. Si las entidades de cr¨¦dito aceptan la ayuda oficial (150.000 millones en fondos y avales) no tendr¨¢n la necesidad tan imperiosa de obtener fondos de los particulares y se rebajar¨¢n notablemente los tipos de las cuentas de alta remuneraci¨®n.
El helic¨®ptero que suelta billetes
El economista Milton Friedman se vali¨® de la par¨¢bola de un helic¨®ptero que soltaba dinero sobre una ciudad para explicar la pol¨ªtica de expansi¨®n monetaria cuantitativa. Sus habitantes podr¨ªan gastarse el dinero, con lo cual los precios subir¨ªan, o lo guardar¨ªan en sus casas, sin que tuviera ning¨²n efecto.
Si no hay liquidez porque los bancos siguen sin prestar y falta actividad, la tentaci¨®n es poner f¨ªsicamente ese dinero en circulaci¨®n imprimiendo billetes. Es lo que ha anunciado hace una semana Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, inyectando 800.000 millones de d¨®lares (unos 615.000 millones de euros) en la econom¨ªa para animar el cr¨¦dito a las familias y a las peque?as y medianas empresas. Se trata de un ¨²ltimo recurso, por los riesgos que conlleva, como el de provocar una hiperinflaci¨®n galopante o la devaluaci¨®n de la moneda.
No obstante, cuando se est¨¢ a punto de pasar de la recesi¨®n o depresi¨®n, los riesgos se mitigan. Una vez salvado el obst¨¢culo de la deflaci¨®n, y con la econom¨ªa en marcha, los bancos centrales pueden retirar el dinero sobrante.
Si algo temen los Gobiernos es precisamente la deflaci¨®n, es decir, la continua ca¨ªda de precios, porque eso quiere decir menor crecimiento, m¨¢s paro y finalmente depresi¨®n econ¨®mica. As¨ª que est¨¢n dispuestos a hacer lo que est¨¦ en su mano por incitar al consumo. Incluso algo tan heterodoxo y hasta ahora tab¨² como darle a la m¨¢quina de hacer billetes.
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