Pagamos nuestro peaje
Franco celebr¨® los "25 a?os de paz" (?qui¨¦n ser¨ªa esa Paz?), pero aquella era la paz m¨¢s violenta. Con todo consigui¨® tener a generaciones inmovilizadas, la vida era una simulaci¨®n de quietud. Se muri¨® y nos vimos lanzados a la vida viva, todo fueron agitaciones, dilemas, afrontar los problemas que antes se nos ocultaban, todo fueron crisis sucesivas. Y aqu¨ª estamos ahora en la "madre de todas las crisis". Adem¨¢s de econ¨®mica es una verdadera crisis de ideas b¨¢sicas y de valores. Vemos c¨®mo la pol¨ªtica est¨¢ trastornada, la derecha de repente ha descubierto la necesidad del control e intervenci¨®n del estado en la econom¨ªa y la izquierda ha descubierto que hay que financiar la banca privada con dinero p¨²blico. Lo curioso es que, d¨¢ndose como se dan estas conversiones en direcciones contrarias, sigue habiendo pol¨ªticas de derecha y pol¨ªticas de izquierda.
Con decisiones como la venta de la AP-9, Feij¨®o tiene dif¨ªcil aparecer como promesa de futuro
Pensaba en ello el otro d¨ªa, que circulaba hacia Ourense por un pedazo de autov¨ªa que hab¨ªa inaugurado la Xunta anterior. Cuando llegu¨¦ a la cabina de peaje no pude evitar acordarme de ella, continu¨¦ luego por otro pedazo inaugurado por la Xunta bipartita y comprob¨¦ que no tuve que pagar peaje, me alegr¨®. Aunque uno no debe olvidar que hay que pagar un precio para que una obra p¨²blica sea gratis, la sociedad paga un doble precio, por un lado el dinero p¨²blico que hay que invertir para construirla, y por otro lado el coste social y ecol¨®gico, los perjuicios a las propiedades de los lugares por donde pasa y la alteraci¨®n del paisaje. Por eso, una vez que las pagamos tan caras, las infraestructuras debieran de ser p¨²blicas.
Justo lo contrario de lo que hizo la Xunta anterior, que tambi¨¦n privatiz¨® la AP-9, que tambi¨¦n hab¨ªamos pagado todos y que tambi¨¦n afect¨® en el momento de su construcci¨®n tan duramente a los lugares que atraviesa. ?C¨®mo se puede justificar algo as¨ª? En su d¨ªa fue criticado por los dos partidos que hoy gobiernan y que estaban en la oposici¨®n, pero no ocup¨® realmente espacio en los medios de comunicaci¨®n, ning¨²n peri¨®dico hizo campa?a alguna. Y a¨²n no hemos o¨ªdo o le¨ªdo explicaci¨®n alguna de quienes la privatizaron, seguramente porque los motivos son inconfesables. Castelao escribi¨® al pie de una de sus Cousas da vida, un anciano que dice a unos ni?os: "Rapaces, a nosa terra non ¨¦ nosa". Podemos decir con justicia: "As nosas v¨ªas de comunicaci¨®n non son nosas". En cierto modo estamos encerrados y s¨®lo podemos ir de un lugar a otro del pa¨ªs pagando peaje. Pero no debemos caer en la autocompasi¨®n o en la autojustificaci¨®n: ahora no fuimos v¨ªctimas de nadie que nos viniese a oprimir, fuimos nosotros con nuestros votos quienes pusimos a gobernar la Xunta a los pol¨ªticos que hicieron eso.
Ahora que la crisis aprieta y nos aprietan los cinturones, vemos que peligran las promesas de ampliaci¨®n de las autopistas y de acabado de la v¨ªa del tren de alta velocidad. Es necesaria la presi¨®n social y se necesita una oposici¨®n que obligue a la Xunta a defender nuestros intereses, pero qu¨¦ autoridad moral tienen los que gobernando ellos la Xunta regalaron el patrimonio de toda la sociedad a una empresa privada, que a su vez fue absorbida por otra empresa privada y va ahora a manos del capital norteamericano. Realmente, con decisiones como esa en su pasado pol¨ªtico reciente, el candidato N¨²?ez Feij¨®o tiene dif¨ªcil aparecer como una promesa de futuro.
En cualquier caso Galicia tiene un problema grande con sus comunicaciones, seguro que nos interesa un tren r¨¢pido que conecte a la red peninsular, que sigue el modelo centralista y radial de Primo de Rivera, pero antes de nada tenemos que plantearnos el m¨¢s grave problema: nuestras comunicaciones internas.
Desaparece el ferrocarril de cercan¨ªas y sigue siendo lento entre las ciudades, lo sustituimos con el coche pero nos sale car¨ªsimo ir de una ciudad a otra por carretera. Estamos repartidos en aldeas, villas y ciudades, esa diversidad es buena, pero se transforma en nuestro gran problema si no comunicamos esas poblaciones, porque estaremos quebrados como pa¨ªs. Si no tejemos esos n¨²cleos con comunicaciones fluidas no tendremos un espacio econ¨®mico, c¨ªvico, cultural com¨²n. Realmente la ¨²nica infraestructura que nos une es RTVG, sin eso ser¨ªamos simplemente cuatro diputaciones (No estar¨¢ mal que TVG efectivamente abra otros tres canales, la sociedad es diversa y tiene demandas distintas).
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