Multilateralismo frente a crisis
La Cumbre del G-20 ampliado celebrada en Washington el pasado 15 de noviembre no s¨®lo ha sentado las bases para el dise?o de una nueva arquitectura financiera internacional, sino que ha puesto de relieve las insuficiencias del mundo desarrollado para dar respuesta por s¨ª solo a los desaf¨ªos de una econom¨ªa crecientemente globalizada.
Algo que ha quedado claro en esta ¨²ltima reuni¨®n es que cualquier intento de excluir a los pa¨ªses emergentes de la toma de decisiones ser¨ªa un grave error. Algunos de estos pa¨ªses no s¨®lo han presentado un mejor desempe?o de su gesti¨®n financiera que otros con mayores niveles de renta, sino que la globalizaci¨®n econ¨®mica les permite participar en condiciones de igualdad en cualquier soluci¨®n que se proponga a la crisis actual. Y saben que pueden reclamar este derecho porque o son ellos parte de la soluci¨®n o la respuesta siempre ser¨ªa insuficiente. De hecho, el ¨¦xito de la misma depender¨¢ de que sea global, coordinada y de obligado cumplimiento para todos. La respuesta o es multilateral o, sencillamente, no servir¨¢ de nada.
Hay que reformar no s¨®lo el Banco Mundial y el FMI, sino tambi¨¦n la ONU. Su poder debe ser reforzado
Las econom¨ªas m¨¢s ricas del mundo han entrado en crisis, se ha puesto al descubierto la debilidad de sus sistemas, la fragilidad de sus controles y la desbordante capacidad de contagio de una crisis que pod¨ªa haberse evitado.
Es evidente que ha faltado m¨¢s regulaci¨®n e intervenci¨®n por parte de los gobiernos, de lo contrario no nos hubi¨¦ramos encontrado con esta alarmante falta de liquidez y acceso al cr¨¦dito que empieza a ralentizar nuestras econom¨ªas. Es cierto tambi¨¦n que era dif¨ªcil hace un a?o predecir lo que hoy est¨¢ ocurriendo aunque, al menos, la preocupaci¨®n y respuesta internacional permitir¨¢ mitigar y encajar algunos de los efectos negativos de la crisis.
Quiz¨¢s la ¨²nica ventaja de estos momentos de incertidumbre es que todos empezamos a adquirir conciencia de la necesidad de cambiar la manera de gestionar el complejo escenario internacional.
Hace ya algunos a?os que diversos analistas ven¨ªan se?alando que las viejas estructuras de los organismos internacionales empezaban a quedarse obsoletas e inoperantes. Alertaban de los cambios operados tras la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, del fin de la era bipolar, de la creciente interdependencia mundial, de los nuevos riesgos, del terrorismo internacional, de la lucha contra el crimen organizado, del cambio clim¨¢tico, de la insuficiencia energ¨¦tica, as¨ª como de aquellos problemas que nos afectaban a todos. Al mismo tiempo los Estados (sobre todo aquellos integrados a nivel regional) consolidaban cambios de enorme trascendencia y valor simb¨®lico; una moneda y una frontera comunes implicaban en la Uni¨®n Europea una revisi¨®n del propio concepto de soberan¨ªa y una nueva manera de relacionarse con el resto del mundo.
Ahora, casi sin darnos cuenta, los movimientos de capitales, la especulaci¨®n financiera y la globalizaci¨®n de los mercados nos ha enfrentado con una realidad que no puede dilatar por m¨¢s tiempo la intervenci¨®n de los Estados. La novedad es que las iniciativas y los controles que se tomen exigir¨¢n que sean adoptados conforme a unas nuevas reglas de gobernanza mundial. La reciente Cumbre del G- 20 ya nos ha mostrado los primeros signos de coordinaci¨®n financiera a nivel internacional, pero deber¨¢n seguirle otros en distintos sectores y a diversos niveles.
La reforma del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial han sido algunas de las conclusiones de la reuni¨®n, pero, m¨¢s all¨¢ de que cambien sus cometidos para ser m¨¢s eficientes y justos, lo que es m¨¢s urgente reformar son los mecanismos para lograr una mayor transparencia, rendici¨®n de cuentas y participaci¨®n. Y ello s¨®lo se puede lograr si los pa¨ªses asumen que la reforma supondr¨¢ mayor legitimidad y autoridad de las instituciones internacionales, es decir, mayor poder de ¨¦stas. Legitimidad que se lograr¨ªa ampliando la participaci¨®n de nuevos actores, mientras que la autoridad vendr¨ªa dada por la articulaci¨®n de un mecanismo que vinculara a los pa¨ªses con las decisiones adoptadas.
Lo que estamos se?alando para el ¨¢mbito financiero sirve para el marco pol¨ªtico general. Hay que reformar Naciones Unidas para reforzar su poder. No creo que hoy alguien dude de la conveniencia de que las grandes decisiones que nos afectan a todos, como la seguridad, el medio ambiente o el combate contra la pobreza, sean adoptadas mediante la concertaci¨®n y el di¨¢logo entre los diferentes Estados. Es m¨¢s, tengo la convicci¨®n de que habr¨¢ m¨¢s colaboraci¨®n, cooperaci¨®n y coordinaci¨®n que nunca, aunque s¨®lo sea por no asumir la responsabilidad en solitario.
Estamos, pues, en el momento id¨®neo para afrontar determinados cambios en el panorama pol¨ªtico y econ¨®mico internacional, cambios que consolidar¨¢n nuevas estructuras de poder pero que, sobre todo, afianzar¨¢n el modelo multilateral como la ¨²nica referencia para responder de manera s¨®lida y estable a los desaf¨ªos que se han instalado en el interior de los viejos Estados.
Trinidad Jim¨¦nez Garc¨ªa-Herrera es secretaria de Estado para Iberoam¨¦rica.
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