Entre la alegr¨ªa y la prudencia

Jos¨¦ lleva todo el d¨ªa con una sonrisa de oreja a oreja. Su bar, en una esquina de la calle de Suecia, se le queda peque?o. "Me he llevado una alegr¨ªa cuando lo he visto por la tele", dice con el ¨¢nimo de quien ha pillado un pellizco en la loter¨ªa de Navidad. En este caso la pedrea le ha tra¨ªdo un estadio de f¨²tbol a 200 metros de su negocio. Y no cualquier estadio: el de su "Atleti". "Soy socio desde hace dos a?os", relata este peruano que lleg¨® a Espa?a hace ya 18 a?os y que regenta su bar desde hace cinco.

S¨®lo hace falta cruzar a la otra orilla de la avenida de Arcentales para escuchar otras opiniones. Jos¨¦ Mar¨ªa vive en la calle de la Iliada. Desde su casa puede ver La Peineta. Antes, hace muchos a?os, all¨ª hab¨ªa campos de garbanzos. No le gusta el f¨²tbol. Tampoco es tajante a la hora de oponerse a la llegada del Atl¨¦tico, pero le hubiese gustado otra cosa. "Yo hubiera preferido un hospital", se?ala. Luego matiza: "Al menos algo que pudieran disfrutar m¨¢s los vecinos".

La mudanza no deja a casi nadie indiferente en los barrios de Las Rosas y Canillejas. Ambos ser¨¢n los vecinos m¨¢s cercanos del equipo rojiblanco una vez que se traslade a su nueva sede. Los m¨¢s beneficiados, bares y restaurantes, ya se frotan las manos. En el resto de negocios coinciden en que el f¨²tbol servir¨¢ para dinamizar el barrio.

Entre los vecinos hay opiniones para todos los gustos. Por un lado preocupan los problemas de aparcamiento que puede provocar el estadio. Tambi¨¦n los actos vand¨¢licos de los ultras. Mar¨ªa Jes¨²s lo tiene claro: "Este es un barrio muy tranquilo y eso lo vamos a perder por el f¨²tbol", aventura.

Pero en la zona hay quien piensa que el Atl¨¦tico va a servir de impulso. "Si permite que deje de haber solares abandonados y aparezcan m¨¢s negocios, bienvenido sea", opina Jos¨¦ Mar¨ªa Ribera, vecino de Las Rosas desde hace 10 a?os, mientras se acomoda el gorro para evitar el fr¨ªo.