F¨²tbol hablado
Seguramente no se coment¨® nunca tanto un Bar?a-Madrid. La explosi¨®n medi¨¢tica, los comentarios en torno al partido, fueron de una intensidad feroz desde el lunes mismo de la semana pasada. Para quien no le haya interesado nunca ese deporte, o simplemente no le atrajera el partido del siglo de este a?o -que promet¨ªa, como as¨ª fue, un Madrid cosiendo a patadas los tobillos de Messi- tiene que haber sido una tortura todo el f¨²tbol hablado que se ha vivido en la calle y en los medios.
La primera vez que supe de la existencia del f¨²tbol hablado fue all¨¢ por los tiempos de Helenio Herrera, d¨ªas de 1958, cuando se dio por televisi¨®n un Madrid-Bar?a y por primera vez se habl¨® del partido del siglo, sobre todo por ser la primera vez que se televisaba en el pa¨ªs un encuentro futbol¨ªstico. Por aquellos d¨ªas, la gente en Barcelona iba a Canaletas -el famoso entorno que existi¨® much¨ªsimo antes de que Cruyff lo descubriera- para participar en las animadas y para m¨ª algo extra?as tertulias que ten¨ªan lugar junto a la fuente. Ignoro si perduran todav¨ªa esas reuniones -intuyo que s¨ª-, pero recuerdo que entonces eran reuniones excepcionales y que aquella semana de hace medio siglo, antes precisamente del primer partido del siglo, fue el delirio. Pero no el delirio descomunal y desorbitado de estos ¨²ltimos d¨ªas, sino una locura contenida, rara, de una serenidad violenta que nunca he podido olvidar. En Canaletas eran todo un espect¨¢culo los extraordinarios egoc¨¦ntricos, sabios parlantes siempre en busca de discrepar del ¨²ltimo que hubiera hablado. De ah¨ª creo que naci¨® la peor pero tambi¨¦n, al mismo tiempo, y en una direcci¨®n bien distinta, la mejor literatura de f¨²tbol de todos los tiempos y de la que el periodista Mart¨ªn Girard, entre otros, fue un pionero.
Del bombardeo medi¨¢tico de la ¨²ltima semana, con tanto cul¨¦ enloquecido ante la expectativa de la goleada estratosf¨¦rica -en un bar llegu¨¦ a o¨ªr hablar de un once a cero-, apreci¨¦ especialmente algunas opiniones breves y sensatas. La de Valdano, por ejemplo: "Espero que el Real Madrid acepte su debilidad y que salga con una actitud m¨¢s conservadora. La dificultad del Bar?a radica en cumplir con todas las expectativas creadas". Certeras palabras, porque eso fue lo que sucedi¨® el s¨¢bado bajo la lluvia, aunque en el tiqui taca de la retransmisi¨®n de la Sexta en la que particip¨® Valdano parec¨ªan creer que a Messi se le pod¨ªa lapidar y que la gran jugada del partido la hab¨ªa hecho el velocista Drenthe.
De todo el despliegue abrumador de la semana pasada me quedo con las palabras siempre medidas y comedidas de Guardiola, que si hace quince d¨ªas se descolg¨® con una escueta frase que seguramente quedar¨¢ -"El bal¨®n es quien ordena a los equipos"-, d¨ªas antes del partido con el eterno rival se quej¨® precisamente de las expectativas creadas: "Muy bien, ya hemos ganado cinco a cero, ahora vamos a jugar el partido".
Suenan siempre nobles las palabras de Guardiola en medio de un entorno de tergiversaciones chulescas (Michel Salgado diciendo que en el Bar?a celebran ya la Liga), lenguaje ca?¨ª, culto al insulto, amenizado por las chorradas sempiternas de los presidentes. Aunque no fuera bueno en su oficio, nadie podr¨ªa ya quitarle a Guardiola haber conseguido en poco tiempo haber mejorado el f¨²tbol hablado. Pero es que, adem¨¢s, resulta que est¨¢ dando se?ales de querer mejorar tambi¨¦n al f¨²tbol y de ser un entrenador extraordinario.
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