El canijo tatuado

Miguel Palanca (Barcelona, 1988) record¨® a la hinchada madridista que la vida en la cantera es cuesti¨®n de valent¨ªa. A pesar del desprecio que ha padecido en los ¨²ltimos a?os, el semillero del club siempre cont¨® con buenos jugadores. Bast¨® para demostrarlo con que Juande Ramos decidiera poner en pr¨¢ctica su conocimiento y su sentido com¨²n. Para esto hace falta valor. El t¨¦cnico lo tuvo cuando sustituy¨® a Sneijder por Palanca en el minuto 36 del cl¨¢sico del s¨¢bado. Contra el Bar?a en el Camp Nou. As¨ª fue como debut¨® en el Madrid el extremo derecho del Castilla. Para que luego diga Pedja Mijatovic, el director de f¨²tbol, que los chicos necesitan ir poco a poco.

Hay t¨®picos que sirven de coartada a los conservadores y a quienes piensan que los equipos como el Madrid no pueden surtirse nada m¨¢s que de jugadores fichados en mercados extra?os. La actuaci¨®n de Palanca ante el Bar?a sirve para reafirmar el potencial de la cantera frente a la contrataci¨®n de extranjeros. La adaptaci¨®n de los canteranos siempre es menos dolorosa. No hay m¨¢s que observar la naturalidad con que se incorpor¨® Palanca al equipo. El contraste con Drenthe result¨® notable. El holand¨¦s, que cost¨® 14 millones de euros, lleva un a?o y medio intentando hacerse con un hueco en el banquillo.

El poder¨ªo f¨ªsico de Drenthe es indudable. En este aspecto, es superior. En lo dem¨¢s, le pasa como a Van der Vaart: no ha demostrado valer el precio de su traspaso. Esto, a pesar de que al hombre le ha sobrado empe?o. Drenthe, de 21 a?os, ha luchado a brazo partido por acomodarse a la vida en Madrid y entenderse con sus compa?eros. Sin embargo, hasta esta temporada no ha conseguido ser un suplente regular. Ante el Barcelona destac¨® por su obstinaci¨®n, su despliegue y su energ¨ªa. Pero no consigui¨® jugar mejor que Palanca.

Juande, que ayer estuvo siguiendo al Castilla, conoce a Palanca porque tiene contactos en el Espanyol, el club de origen del chaval, que es hijo de Santi Palanca, ex delantero periquito. Cuando Sneijder pidi¨® el cambio, tras sufrir una contractura, el s¨¢bado, el t¨¦cnico decidi¨® apostar por el joven. La respuesta fue inmediata. Lo que se vio en el campo es un reflejo de lo que ven los t¨¦cnicos en Valdebebas: un canijo desenvuelto que se pasea cubierto de tatuajes. No tiene un f¨ªsico prodigioso, pero lo compensa con descaro y con una cualidad dif¨ªcil de apreciar. Sabe pensar antes que correr. Pone la t¨¦cnica, el desborde y el disparo con la derecha al servicio de su conocimiento. Su asociaci¨®n con el resto de compa?eros result¨® autom¨¢tica. Toc¨®, centr¨® y a punto estuvo de marcar un gol. Tir¨® al palo corto y se lo par¨® Vald¨¦s.