Archis¨ªlabos
Alg¨²n lector habr¨¢ que recuerde la serie que aqu¨ª inici¨¦ ?hace ya 13 a?os! y de la que este art¨ªculo es su tercera entrega. Me hab¨ªa empe?ado en reunir esas palabras que se van incorporando al uso cotidiano del hablante y que, preferidas por su mayor largura o inventadas a fuerza de estirar el n¨²mero de sus s¨ªlabas, bautic¨¦ como archis¨ªlabos. A¨²n siguen rodando, y con tal naturalidad que ya casi nadie reconoce ni usa el vocablo m¨¢s corto del que procede o al que viene a suplir. Si entonces recopil¨¦ cerca de 200, ah¨ª va otro buen pu?ado de archis¨ªlabos que quedaron sin mencionar.
Echemos la red en ese caladero de t¨¦rminos que nacen de pegar a otro la desinencia -ci¨®n. As¨ª obtendremos la limitaci¨®n en lugar del "l¨ªmite", la estimulaci¨®n para indicar el mero "est¨ªmulo" (lo mismo que la incentivaci¨®n ha dejado atr¨¢s al artificioso "incentivo"), la formulaci¨®n por la "f¨®rmula" o la capacitaci¨®n en vez de la "capacidad". La "compatibilidad" de funciones se dobla para algunos en compatibilizaci¨®n, ah¨ª es nada. Somos objeto de actuaciones administrativas, es decir, de algo m¨¢s que simples "acciones". El m¨¦dico nos da una citaci¨®n y no una "cita" vulgar. En la calle no leemos "r¨®tulos", sino rotulaciones, de parecida manera a como el hombre del tiempo anticipa que habr¨¢ "lluvias", s¨ª, pero sobre todo precipitaciones.
Contagiados de la jerga empresarial, los discursos son cada vez m¨¢s ampulosos y m¨¢s faltos de ideas
No se hace caso a Orwell, que prefer¨ªa las palabras cortas a las largas
?Y por qu¨¦ volver a los gastados "nombres" cuando tenemos a mano las denominaciones? A ver qui¨¦n se contenta con una "caracter¨ªstica" si puede pronunciar caracterizaci¨®n, o con un "enunciado" teniendo al lado una enunciaci¨®n o con un r¨¢pido "contraste" estando ya dispuesta la contrastaci¨®n. Les juego doble contra sencillo a que descubren por todas partes individuos con motivaciones, pero sin apenas "motivos". Ya ver¨¢n c¨®mo la complementaci¨®n acaba engullendo al "complemento", la expoliaci¨®n al "expolio" o la exterminaci¨®n al "exterminio". Quien esto firma ha escuchado renunciaciones en vez de "renuncias" y hace poco dio un respingo al enterarse de que una empresa hab¨ªa alcanzado una mejorizaci¨®n, que no "mejora", de sus resultados. Rizando el rizo, en cierto impreso oficial se escribe exceptuaci¨®n para se?alar una "excepci¨®n".
Los verbos ofrecen un buen pasto a la afici¨®n archisilabizadora. Ahora nos prestamos a referenciar, para no ponernos a "referir", "aludir", "citar" o "nombrar", que son t¨¦rminos m¨¢s humildes por m¨¢s breves (y, en lugar de lo referido, etc., lo referenciado). O a regularizar, cuando a menudo lo propio ser¨ªa "regular" y hasta "reglar". O a sobredimensionar, para evitarnos "ampliar" o "exagerar", lo mismo que hay que hostilizar al contrario que hasta ahora noslimit¨¢bamos a "hostigar". No nos conformamos con el modesto "formar" lo que haga falta y recurrimos en cambio al conformar (y es que la conformaci¨®n deja en la boca un regusto m¨¢s rotundo que "forma"). El comportarse de un modo u otro ha vuelto casi rid¨ªculo al "portarse", el desvincular debe prevalecer sobre el "desatar" o "separar" y penalizar exhibe el empaque que le falta a "castigar". ?Y a¨²n no han o¨ªdo recepcionar para dar lustre a los trillados "recibir" o "acoger"?
George Orwell ya sab¨ªa algo de este fen¨®meno y no dej¨® de denunciarlo en su d¨ªa. Lo que pasa es que la regla que dict¨® para la buena prosa en ingl¨¦s ("Nunca use una palabra larga donde pueda usar una corta") parece que no vale hoy para el hablante ordinario de espa?ol. Ni siquiera para los sumos sacerdotes de la palabra p¨²blica, el pol¨ªtico y el periodista. Contagiados de la jerga empresarial, solemos priorizar alguna tarea respecto de otras, porque no nos basta con "primar" esa tarea. Pero tambi¨¦n nos conviene flexibilizar nuestras posiciones, que es como "adaptarlas" o "amoldarlas" a lo necesario, a fin de no tensionar -o sea, "tensar"- las cosas y evitar esos tensionamientos que antes eran "tensiones". Que a nadie se le ocurra "interactuar" con otros, porque ahora se lleva interaccionar, ni "objetivar" una situaci¨®n cuando est¨¢ en sus manos objetivizarla. Les gustar¨¢ saber que hay quienes se dedican a compartimentalizar sus trabajos. Y en cuanto me entere de qu¨¦ significa modelizar o sustancializar, se lo cuento.
Llevo a?os indagando el misterio de que la gente, tan poco dada a vicios intelectuales, se pase el d¨ªa disfrutando en medio de abstracciones como ¨¦stas que colecciono. Porque habr¨¢n notado que las personas ya no gozamos de "cr¨¦dito" (salvo del bancario, en todo caso), sino de credibilidad, ni cometemos "faltas", "delitos" o "deslices", sino como mucho irregularidades. Donde antes se palpaba el "peligro", ahora todo se carga de peligrosidad, lo mismo que el pedante ya no relata un "hecho" sino m¨¢s bien una facticidad. ?Qu¨¦ hab¨ªa en nuestra relaci¨®n personal, afectividad o un simple "afecto"?; y el temblor colectivo que aquel d¨ªa nos invadi¨®, ?era de "emoci¨®n" o de emotividad? Cuando alg¨²n engranaje de nuestro organismo falla, ?hemos sufrido una "disfunci¨®n" o suena mejor una disfuncionalidad? Quiz¨¢ no me crean, pero hay estiramientos verbales que convierten al "significado" (ya travestido como significaci¨®n) en pomposa significatividad y al "atractivo" de alguien o de algo en una atractividad irresistible...
No piensen que hemos agotado la cosecha de archis¨ªlabos. Se reproducen a diario. Cuando se informa de que una manifestaci¨®n ciudadana tuvo un seguimiento de tantos miles, quiere decirse que suscit¨® una "respuesta" o "adhesi¨®n" as¨ª de numerosa; hay muchas comisiones llamadas de seguimiento porque esta voz le gana en s¨ªlabas a "control", que es el cometido encargado a tales comisiones. Tampoco hacemos "m¨¦ritos", sino merecimientos, unos m¨¦ritos m¨¢s largos; y una "acogida" muda con frecuencia en acogimiento. Cualquier "aumento" del n¨²mero de parados o de alg¨²n ¨ªndice econ¨®mico queda al instante transformado en incremento. Para no abrumarles, me aceptar¨¢n en fin que el adjetivo existente (y no digamos lo realmente existente) o est¨¢ de m¨¢s o equivale a "real" y "presente". Claro que mi versi¨®n de todo esto, m¨¢s que "aproximada", resulta tan s¨®lo aproximativa...
As¨ª las cosas, rebosantes de t¨¦rminos ampulosos, nuestros discursos se vuelven a un tiempo m¨¢s largos de palabras y menos sobrados de ideas. V¨¢yase lo uno por lo otro, dir¨¢n los necios, aunque me temo que lo uno busca tan s¨®lo encubrir lo otro.
Aurelio Arteta es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica de la UPV.
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