A pasar la tarde rodeados de c¨®mics
Hace unos a?os, en la ¨¦poca del reinado de los tebeos de superh¨¦roes, las librer¨ªas de c¨®mics eran, ay, bastante inh¨®spitas. En muchos de estos establecimientos te obligaban a dejar las bolsas y mochilas en el mostrador (se trataba as¨ª al sufrido cliente como un presunto chorizo), estaba prohibido hojear los ejemplares y a los dependientes les costaba bastante esfuerzo compartir amablemente con los dem¨¢s su supuesta sabidur¨ªa de grandes historietistas (es decir: abundaba la mala uva). Por suerte, aunque tambi¨¦n habr¨¢ masoquistas que sientan nostalgia de aquellos tiempos por el rollo bohemio de la autenticidad, las cosas han cambiado.
Pese a esa puesta al d¨ªa, con el actual ¨¦xito del noveno arte a golpe de las novelas gr¨¢ficas que lucen tan bien bajo el brazo de un modernillo, a¨²n se echaba de menos un mayor activismo de las librer¨ªas comiqueras, ancladas en la aburrida estrechez (para el comprador, se entiende) del hacer caja. De ah¨ª que se merezcan una bienvenida iniciativas como la inaugurada por Continuar¨¢, que en sus casi 30 a?os de experiencia ha sabido capear las dolorosas crisis que han afectado al mundo de la historieta (sobre todo la desafecci¨®n de buena parte del p¨²blico adulto tras la quiebra de revistas como El V¨ªbora). Esta librer¨ªa ha decidido celebrar peri¨®dicamente encuentros con autores de c¨®mic afincados en Barcelona o de paso por la ciudad.
Son citas concebidas como una velada informal sin ning¨²n protocolo para que los asistentes charlen con dibujantes y guionistas de su trabajo, unos t¨ªtulos que en muchas ocasiones no tienen el reconocimiento que se merecen porque la pasi¨®n lectora multitudinaria sigue concentr¨¢ndose en el manga nip¨®n a lo Naruto. El primero en saltar al ruedo ha sido el mexicano Tony Sandoval, que habl¨® de su obra -m¨¢s que recomendable- El cad¨¢ver y el sof¨¢, una historia de la que es mejor no desvelar mucho porque tira de misterio. Entre otros m¨¦ritos, Sandoval, que tiene pinta y melena de heviata, traslada con maestr¨ªa al papel los paisajes de su infancia, esas afueras urbanas destartaladas en las que la ciudad se va convirtiendo poco a poco en pueblo y en descampado. Al autor le gusta especialmente la relaci¨®n que mantiene el lector barcelon¨¦s con el lenguaje del c¨®mic, un v¨ªnculo emotivo que no se da en otros pa¨ªses donde los tebeos son s¨®lo un entretenimiento. Sin embargo, los que estaban en Continuar¨¢ se mostraron algo cohibidos y se limitaron recurrentemente a solicitar la ansiada dedicatoria con dibujito que convierte los ejemplares en una inversi¨®n de coleccionista. Eso s¨ª, cuando la cosa cuesta que arranque siempre es un consuelo poder disimular picoteando unas galletitas saladas o apurando a sorbos m¨ªnimos el cava servido en un vaso de pl¨¢stico.
Menos mal que Montserrat Terrones, de La C¨²pula, editorial encabezada por el imprescindible Josep Maria Berenguer que ha publicado el libro de Sandoval, ten¨ªa preparada una chuleta con unas cuantas preguntas. Terrones s¨ª que es una aut¨¦ntica activista del c¨®mic, de las no se dejan deslumbrar por espejismos. Por eso lamenta la superproducci¨®n que desborda ahora el mercado y que amenaza con condenar al limbo t¨ªtulos que valen la pena, pero que no tienen un ¨¦xito comercial masivo. Pero no siempre es culpa de los excesos del negocio, porque a veces el desliz del descalabro tiene otro origen. Es lo que ha pasado con el c¨®mic pornogr¨¢fico por el que tanto ha apostado La C¨²pula, que anda de capa ca¨ªda por la competencia de Internet y sus miles de webs calentorras.
La propuesta de Continuar¨¢, que si no cae una convocatoria de ¨²ltima ahora se recuperar¨¢ a partir de enero, consigui¨® lo que buscaba: reunir a unos cuantos amantes de las historietas para celebrar un buen c¨®mic. Los m¨¢s afortunados, aunque esto depender¨¢ del grado de frikismo de cada uno, se llevaron el kitsch-regalo que repart¨ªa a discreci¨®n el librero Albert Mestres: uno de esos mu?ecos del Fary para coches sin complejos. Como se ve, el tiempo le ha dado la raz¨®n a Mondo Brutto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.