Las ciudades y los vecinos frente a la crisis
Los efectos de la cat¨¢strofe financiera se perciben sobre todo a nivel local. En Espa?a, los municipios s¨®lo gestionan un 15% del gasto p¨²blico, frente al 24% de la media comunitaria. As¨ª que, bienvenidas las ayudas
La crisis golpea en todas partes, pero se deja notar con mayor fuerza en las ciudades, en esas tramas urbanas que han crecido con fuerza en los ¨²ltimos a?os en Espa?a. Y en ese escenario cuenta cada vez m¨¢s la capacidad de las comunidades locales para afrontar los problemas de la crisis cotidiana, con todos sus matices y recovecos. Los protagonistas de las cumbres de Washington o Bruselas sobrevuelan los problemas. Los alcaldes y los vecinos se los encuentran cada d¨ªa cara a cara. No es lo mismo hablar de la crisis que padecerla cotidianamente al pagar el billete de metro, afrontar la factura del gas o del agua, o devanarse los sesos pensando c¨®mo seguir pagando la hipoteca. Los precios y tasas de los servicios p¨²blicos y sus mecanismos de actualizaci¨®n se fijaron en momentos muy distintos de los actuales. Y las perspectivas de aumento en algunas ciudades superan el 3% o el 4%. La tarjeta m¨¢s usada en el transporte p¨²blico de la conurbaci¨®n metropolitana de Barcelona subi¨® hace unos d¨ªas m¨¢s del 7%.
No se puede calificar de "aspirina", como ha hecho Rajoy, un plan que ayudar¨¢ a la poblaci¨®n
Est¨¢n ya lejos las alegr¨ªas del 'boom' inmobiliario, que permiti¨® disfrazar y atenuar las penurias
Por otro lado, la noticia de la reducci¨®n de la inflaci¨®n y del ¨ªndice de precios al consumo, aparentemente favorable para ese concepto impersonal que es la econom¨ªa, ha provocado que la actualizaci¨®n autom¨¢tica de las pensiones (que se fija a partir de la variaci¨®n del IPC interanual de cada mes de noviembre, este a?o un 2,4%) provoque una reducci¨®n dr¨¢stica de las expectativas de contar con un poco m¨¢s de recursos para los millones de personas que s¨®lo tienen acceso a las pensiones m¨¢s bajas. Para una viuda de m¨¢s de 65 a?os, el aumento ser¨¢ s¨®lo de 33 euros. Personas situadas en la escala m¨¢s baja de prestaciones sociales no notar¨¢n para nada la reducci¨®n del IPC, basado esencialmente en la rebaja del precio del petr¨®leo, y en cambio cada 10 c¨¦ntimos de subida en los bienes b¨¢sicos como alimentaci¨®n, textil, vivienda o servicios esenciales como agua o transporte suponen un verdadero terremoto en sus fr¨¢giles econom¨ªas. Y en esos aspectos la tendencia de los precios ha sido al alza (6,6% de aumento en los gastos asociados al hogar, un 3,2% en la alimentaci¨®n). ?Qui¨¦nes van a salir peor librados de esos ajustes? Est¨¢ claro que van a ser los pensionistas, en especial las viudas, y los j¨®venes, abrumadoramente precarios de trabajo discontinuo y, por tanto, los m¨¢s afectados, junto con los inmigrantes, por el aumento del desempleo. Es evidente que la conflictividad va a ir en aumento, ya que el contraste entre planes millonarios de rescate por arriba y miserias por abajo no podr¨¢n soportarse por mucho tiempo.
?Qu¨¦ hacer ante ese panorama? Las respuestas de los Gobiernos apuntan a los grandes par¨¢metros de actividad econ¨®mica. Sus multimillonarios planes de rescate y ayuda se dirigen al sector bancario o algunos ¨¢mbitos industriales especialmente significativos por el impacto de la crisis y por su gran carga de puestos de trabajo directos o indirectos que suponen, como es el caso de la industria del autom¨®vil. Mientras, vamos descubriendo nuevas estafas revestidas de honorabilidad financiera. En Espa?a, al margen de lo ya mencionado, destaca el acuerdo del pleno del Congreso del pasado 27 de noviembre, en el que el presidente Zapatero asumi¨® la importancia de los gobiernos locales en los procesos de recuperaci¨®n econ¨®mica y estableci¨® un significativo cr¨¦dito para los municipios. Calificar ese plan de ayuda a los municipios como de "aspirina", como ha hecho Rajoy, demuestra hasta qu¨¦ punto la necesidad de descalificar al Gobierno acaba por despreciar una de las pocas medidas concretas que pueden afectar directamente a la poblaci¨®n en forma de puestos de trabajo, mejora de servicios y revitalizaci¨®n econ¨®mica local.
Seguramente ser¨ªa mejor que las ayudas no estuvieran tan condicionadas en tiempo y forma. Podemos caer f¨¢cilmente en el peligro de que "soluci¨®n busque problema", y que para no perder las ayudas, se improvisen obras o se acometan construcciones que luego sean dif¨ªciles de mantener.
Pero el problema de las ciudades y de los ciudadanos no es s¨®lo coyuntural, es estructural. Y lo es ya que la importancia de las ciudades y de los gobiernos locales en el bienestar y la supervivencia ciudadana no se corresponde con las estrecheces econ¨®micas en la que viven los ayuntamientos espa?oles. Las ciudades son hoy decisivas en el bienestar individual y colectivo. Y en cambio, las agendas locales siguen fuertemente condicionadas por las limitaciones que impone un porcentaje del gasto p¨²blico que est¨¢ lejos de la que es a la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos.
Mientras las comunidades aut¨®nomas han pasado de no existir a controlar m¨¢s de una tercera parte del gasto p¨²blico, los municipios siguen anclados en cifras que rondan el 15% de ese gasto p¨²blico total, lejos del 24% en que sit¨²a la media comunitaria. Para gastar, hay que recibir transferencias y recaudar. Y tanto en una cosa como en la otra, la rigidez de ingresos en la que se encuentran los municipios espa?oles es total.
Bienvenidos, pues, los miles de millones de euros que de manera extraordinaria y urgente se conceden ahora a los ayuntamientos, pero ser¨ªa necesario que se aborde de manera m¨¢s estructural el reforzamiento presupuestario ordinario de los gobiernos locales. Recordemos que quedan lejos las alegr¨ªas del boom inmobiliario que permit¨ªa disfrazar y atenuar las penurias de los presupuestos municipales y que provocaron fen¨®menos de desgobierno y corrupci¨®n, muy minoritarios, pero que perjudicaron seriamente la demostrada capacidad de gesti¨®n de muchos gobiernos locales.
Algunas ciudades empiezan a notar de manera clara los excesos de la ¨¦poca de vacas gordas. La deuda de los municipios espa?oles es, en algunos casos, francamente significativa. La deuda de Madrid representa la mitad del total de endeudamiento municipal, seguida a mucha distancia por Valencia, Barcelona, Zaragoza, M¨¢laga o Sevilla. La Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias asegura que son miles de millones de euros los que se gastan los municipios espa?oles en tareas que no les corresponden legislativamente hablando, pero que asumen dado que (como dec¨ªa un alcalde) "donde no llegan mis competencias, empiezan mis incumbencias". Y esas incumbencias crecen a medida que nos adentramos en la crisis y sus efectos en personas y familias.
Ha pasado la ¨¦poca de los fastos municipales. La ¨¦poca en que las ciudades compet¨ªan para ver qui¨¦n hacia el plan urban¨ªstico m¨¢s fant¨¢stico, el edificio o el puente m¨¢s atrevido del arquitecto-estrella m¨¢s de moda. La ¨¦poca en que contaba m¨¢s la apariencia que la solidez social y la cohesi¨®n ciudadana. El gasto que dedican las ciudades a las pol¨ªticas sociales, la capacidad de ayudar de manera concreta a los sectores y personas m¨¢s vulnerables, ser¨¢ a partir de ahora la clave.
La vida de los ciudadanos est¨¢ hoy m¨¢s llena de incertidumbres y de dudas que hace unos a?os. Estas incertidumbres planean sobre la realidad social y afectan la vida de pueblos y ciudades. La pol¨ªtica local tiene que ver hoy en d¨ªa con cotidianeidad, estilos y formas de vida. Y son las ciudades y sus equipos de gobierno los que deben gestionar y tratar de implicar conjuntamente a la ciudadan¨ªa en la gobernaci¨®n de la vida local. Hemos de aceptar que el bienestar individual y colectivo de los ciudadanos depende cada vez m¨¢s de la capacidad de servicio y de la capacidad de gestionar servicios y recursos desde la cercan¨ªa de los gobiernos locales. Los problemas de la gente requieren sin duda planteamientos globales que busquen salidas estructurales a un capitalismo enfermo de sus propias din¨¢micas, pero requieren asimismo pol¨ªticas pensadas y gestionadas desde la proximidad, con mecanismos y estilos de gobierno y gesti¨®n participativos.
En definitiva, necesitamos alcaldes y ciudades comprometidos con la solidaridad. Sin gobiernos y comunidades locales m¨¢s fuertes no aseguraremos salidas a la crisis que consigan que sus costes sean los menos dram¨¢ticos posibles y que la nueva era pueda hacerse sobre nuevas bases de compromiso y responsabilidad compartida.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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