Congo, m¨¢s que nunca
Los europeos no hemos sabido dar, de momento, respuesta a la petici¨®n del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de enviar soldados de la Uni¨®n Europea para la pacificaci¨®n y el suministro de m¨¢s ayuda humanitaria a la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC). La crisis que azota al pa¨ªs centroafricano, desgarrado por la guerra y la miseria, amenaza con agudizarse si no se emprenden nuevas acciones. La delicada situaci¨®n econ¨®mica mundial no debe servir de argumento para relegar la crisis congole?a y la del resto de las naciones pobres. Es un deber del Primer Mundo por razones solidarias y por los principios que nos hacen trabajar para aliviar el fardo de la pobreza y la injusticia de los m¨¢s desfavorecidos.
Un solo campo de refugiados, Kibati, ha pasado de 10.000 a 60.000 habitantes
Es hora de que reconozcamos que parte importante de nuestra prosperidad est¨¢ construida en pol¨ªticas que han demostrado ser muy perjudiciales para ?frica y otras regiones. En numerosas ocasiones hemos permanecido impasibles frente a la tiran¨ªa y la corrupci¨®n que padecen esos pueblos. Una guerra civil en un Estado fallido se estima que produce una bajada de la renta de un 15% y un crecimiento de la pobreza absoluta de un 30%. Al observar, como tuve ocasi¨®n durante el viaje que realic¨¦ a mediados de noviembre a la RDC, el panorama desolador de los campos de refugiados, las carencias b¨¢sicas, las dificultades para la recolecci¨®n de cosechas, el temor a una nueva epidemia de c¨®lera, al comprobar sobre el terreno la devastaci¨®n de un pa¨ªs rico en minerales, se llega a la conclusi¨®n de que la comunidad internacional debe aunar esfuerzos.
"Por favor, no nos olviden", me pidi¨® un residente en el campo de refugiados de Kibati, en la provincia oriental de Kivu Norte. Acondicionado en principio para unas 10.000 personas, Kibati ha visto incrementar su poblaci¨®n hasta 60.000. Desde finales de agosto, 250.000 desplazados se han sumado a los m¨¢s de un mill¨®n de personas obligadas a abandonar sus hogares.
Espa?a ha estado demasiado tiempo ausente de ?frica, donde se concentran 28 de los 30 pa¨ªses m¨¢s pobres del planeta. En los ¨²ltimos a?os se ha hecho un gran esfuerzo en cooperaci¨®n al desarrollo y ayuda humanitaria en la zona: se ha pasado de 200 millones de euros en 2004 a 800 millones en 2007. Esta pol¨ªtica ha dejado de ignorar las im¨¢genes de pa¨ªses inmersos en crisis violentas o en guerra, que conducen a veces a la intervenci¨®n de la comunidad internacional. Pero la realidad demuestra, por desgracia, los efectos de la inacci¨®n: los costes del restablecimiento de la paz son infinitamente superiores a los que hubiera supuesto invertir en desarrollo y prevenci¨®n.
La atenci¨®n de la RDC para Espa?a no es de hoy. Se remonta a 2005 y se engloba en un programa especial del actual Plan Director de Cooperaci¨®n (2005- 2008). El Gobierno va a aportar otros ocho millones de euros en ayuda humanitaria a trav¨¦s de Naciones Unidas y ONGs. Esta cantidad eleva a m¨¢s de 30 millones la ayuda total al Congo en 2008. No es balad¨ª recordar que la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID) apenas destinaba 27.000 euros en 2003. Con esta adicional aportaci¨®n se pretende principalmente contribuir a la apertura de corredores que faciliten la llegada de alimentos y materiales b¨¢sicos.
Todo ello no debe hacernos olvidar las serias dificultades que afronta la MONUC, la fuerza de interposici¨®n de la ONU, para realizar su misi¨®n y la conveniencia de revisar su mandato que expira a finales de mes. En cualquier caso, ser¨ªa equivocado tratar de imponer una soluci¨®n militar en un pa¨ªs roto por el enfrentamiento entre m¨²ltiples facciones combatientes.
Resulta esperanzador que de la cumbre el pasado noviembre del G-20, en la que particip¨® Espa?a, surgiera el compromiso de cerrar cuanto antes la Ronda de Comercio; e igualmente, que en la que se celebr¨® a principios de este mes en Doha sobre financiaci¨®n al desarrollo, los pa¨ªses miembros de Naciones Unidas reafirmaran la voluntad de cumplir los Objetivos del Milenio en 2015. Es imperativo eliminar los perversos efectos del proteccionismo radical afrontando soluciones que con equilibrio posibiliten que los peque?os agricultores y sus familias puedan alimentarse con lo que cultivan, as¨ª como sacar de la exclusi¨®n de los beneficios del comercio mundial al continente africano, movilizar recursos nacionales e internacionales para el desarrollo, fomentar el buen gobierno, incrementar las inversiones directas, afrontar con seriedad los retos que supone la seguridad alimentaria y el cambio clim¨¢tico y acabar con los para¨ªsos fiscales. Un dato: la p¨¦rdida de divisas provocada por la evasi¨®n fiscal en el mundo asciende en los pa¨ªses en desarrollo a 255.000 millones de d¨®lares; la ayuda oficial al desarrollo no alcanza los 100.000 millones.
Por eso, resulta un error afirmar que la crisis obliga a frenar el nivel de ayuda a los menos avanzados. El Gobierno espa?ol no tiene intenci¨®n de hacerlo y sigue empe?ado en lograr el objetivo del 0,7% del PIB en 2012 pese a los nuevos desaf¨ªos que comporta, y conf¨ªa en que los dem¨¢s pa¨ªses del Primer Mundo cumplan con el compromiso de llegar a esa meta en 2015.
Soraya Rodr¨ªguez es secretaria de Estado de Cooperaci¨®n Internacional.
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