El ocaso de la ciudadan¨ªa
Soy, supongo, lo que los norteamericanos denominar¨ªan como white trash, basura blanca; 35 a?os, blanco, espa?ol, hijo de campesinos andaluces emigrados con lo puesto a Madrid en los sesenta: indefensi¨®n, extrarradios, habitaciones de alquiler, un pisito de 40 metros en una barriada obrera de Getafe, la capital del sur. Empleado modesto a media jornada como auxiliar administrativo; estudiante voluntarioso aunque mediocre de f¨ªsica en la UCM; mi-nusv¨¢lido f¨ªsico, discapacitado, como quieran. Perspectivas: ir tirando, sobreviviendo en casa de mis padres, observando con una ternura pudorosa, inevitable, su lento deterioro, el m¨ªo propio; me sostienen la literatura, algunas m¨²sicas muy tristes (P?rt, Lygeti), ciertas enso?aciones disparatadas e inconfesables, alg¨²n amigo bueno de verdad, el estudio de algunas disciplinas deslumbrantes de la f¨ªsica matem¨¢tica y alg¨²n que otro proyecto literario siempre postergado, poca cosa en fin: soy carne de ca?¨®n, material fisible, basura blanca.
Lo asumo. Anhelos: me gustar¨ªa que mis padres dejaran ya de trabajar, van siendo mayores, 63 a?os: trabajos ingratos, duros, mal pagados, alba?iler¨ªa, limpieza de casas de otros. Es hora de que descansen un poco. Me gustar¨ªa, adem¨¢s, terminar la carrera.
Creo que no parecen ambiciones desmesuradas. En verdad son irrealizables.
En mi barrio de Getafe, y supongo que en otros muchos de toda Espa?a de similar condici¨®n (esos que s¨®lo salen en los Espa?as directos cuando hay una muerte en el tajo o cuando asesinan a alguna criatura), no existen o se diluyen en la nada derechos de ciudadan¨ªa b¨¢sica a los que los de mi clase social cre¨ªamos c¨¢ndidamente optar. Ejemplos: no existe ya el derecho a descansar por las noches, cualquier grupo de desalmados puede organizar una fiesta de borrachera y m¨²sica impunemente; las calles son una pocilga, la seguridad en el trabajo y en la vida inexistente. La sanidad y la educaci¨®n p¨²blica se deterioran a ojos vistas. Los malos modos del personal de la Administraci¨®n rozan lo vejatorio.
Me encuentro desprotegido, estafado. Hagan algo. Personajes tan nefastos como Pedro Castro o la casta pol¨ªtica en general tendr¨¢n algo que ver.
Muchos de "los tontos de los cojones" que votan a la derecha, seg¨²n Castro, no viven en Serrano, est¨¢n desertando de una socialdemocracia que se muere de correcci¨®n pol¨ªtica, de falso progresismo de millonarios que no tienen ni idea de lo que es la vida real para sus votantes naturales.
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