El juego de la buena suerte
Se ha extendido la creencia de que las personas civilizadas, racionales, industriosas, autocontroladas, eficientes, lo son en tanto en cuanto abandonan las arcaicas tendencias a acudir a La Suerte como forma de explicar consecuencias de conductas o situaciones personales o grupales.
Sin embargo, La Suerte no deja de ser un principio de apoyo explicativo en el mundo de la vida para much¨ªsimas personas de nuestro racional y civilizado mundo occidental. M¨¢s a¨²n, la creencia en La Suerte es un recurso altamente frecuente, tanto para imaginar una situaci¨®n netamente m¨¢s favorable respecto a la que se encuentran muchas personas, como para mantener o defender una m¨ªnima buena imagen de s¨ª mismos: para poder relacionarnos con un punto de respeto con nosotros mismos.
'La Suerte' no deja de ser un principio de apoyo explicativo de nuestro racional y civilizado mundo
La Suerte, en la mentalidad colectiva de estas sociedades desacralizadas, goza de una estabilidad privilegiada como fuerza explicativa y se mantiene con una persistencia sorprendente para aquellos que creyeron que la modernidad equivaldr¨ªa a la progresiva desaparici¨®n de creencias m¨¢gico-religiosas. Para nadie es un secreto que los juegos de azar constituyen una de las industrias m¨¢s pr¨®speras de la vida econ¨®mica. No hay ninguna noticia que ponga en duda la fiabilidad y solidez de la gran industria del juego sita en Las Vegas. Su prosperidad, innovaci¨®n e influencia en la cultura moderna, aun en momentos de crisis econ¨®mica, ha sido objeto de sesudos estudios y controvertidos debates sobre sus diversas interpretaciones. Por su parte, el Estado que institucionaliza y organiza la Loter¨ªa Nacional espera obtener de la Loter¨ªa de Navidad unas ganancias superiores a los a?os precedentes, a pesar de la crisis econ¨®mica.
En el h¨¢bito de jugar, el factor principal es la creencia en La Suerte, noci¨®n que, aun cuando contiene un alto componente abstracto, le resulta familiar y conocida a la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
Hay quien defiende que La Suerte es una modalidad de pensamiento que se encuentra en la aprehensi¨®n animista de las cosas. Heredado de un pasado m¨¢s o menos remoto, la forma m¨¢s primitiva de este estilo de pensamiento ser¨ªa una incipiente creencia animista, o un sentido animista de los hechos y de las cosas que imputa a los hechos un car¨¢cter cuasi personal. En la mentalidad animista, todos los objetos y hechos importantes y notoriamente trascendentes que tienen lugar en su medio est¨¢n en relaci¨®n con una individualidad cuasi personal.
En su forma arcaica y m¨¢s simple, la creencia en La Suerte es ese sentido instintivo de que existe una misteriosa e inescrutable propensi¨®n finalista, teleol¨®gica en los objetos y situaciones, de que los objetos y situaciones tienen una indefectible propensi¨®n a resultar en un fin determinado.
La creencia, cuyas huellas evocar¨ªan esa modalidad del pensamiento animista, se ir¨ªa convirtiendo por gradaciones y mutaciones imperceptibles en una segunda forma, que es la creencia m¨¢s o menos articulada en un agente preternatural. El agente preternatural no se concibe necesariamente como un agente personal sensu stricto, sino como un instrumento que participa de los atributos de personalidad en la medida en que puede influir, de alg¨²n modo arbitrario, en el resultado de cualquier empresa, de cualquier competici¨®n o de cualquier apuesta. Podr¨ªamos traer a colaci¨®n, tambi¨¦n aqu¨ª, muy relacionada con este estilo de pensamiento, la noci¨®n de Providencia (la Providencia Divina).
A nadie se le oculta que esto es de gran relevancia, no s¨®lo para la econom¨ªa, sino para la ciencia social y pol¨ªtica en general, como h¨¢bitos de pensamiento que influyen en la concepci¨®n habitual de un individuo acerca de los hechos y situaciones con los que tiene contacto, y que puede dejar en manos de estas agencias preternaturales las ganancias familiares, los activos de una gran corporaci¨®n o el destino de media Humanidad. Viene a nuestra memoria la dependencia de altos mandatarios de naciones dominantes en la escala internacional de pr¨¢cticas adivinatorias en su toma de decisiones pol¨ªticas.
?C¨®mo es que puedan convivir estos estilos de pensamiento de ra¨ªz animista con las arraigadas concepciones postcartesianas del homo racionalis, homo econ¨®micus (el ego¨ªsmo y el inter¨¦s individual como el primer principio -fundamento b¨¢sico- de la racionalidad de un sistema econ¨®mico y social), o con el monopolio explicativo en el mundo acad¨¦mico y en el sistema de econom¨ªa ultraliberal durante las cuatro ¨²ltimas d¨¦cadas de la teor¨ªa de la elecci¨®n racional de los individuos en la toma de decisiones econ¨®micas?
Theodor Adorno afin¨® su olfato cient¨ªfico en su estudio sobre el fascismo potencial, al relacionar "la personalidad autoritaria" con un estilo de pensamiento que afirmaba su fe y sus creencias en fuerzas "externas m¨¢gicas", preternaturales, como principios que gobernaban el mundo. A su vez, Adorno notific¨® la proclividad de este sujeto autoritario a reverenciar con fascinaci¨®n la fuerza de los unos, con los que se identificaba, y a despreciar la debilidad de los otros seres humanos con los que interaccionaba y persegu¨ªa.
En estas fechas navide?as, una muchedumbre de personas compramos d¨¦cimos o participaciones de la Loter¨ªa Nacional, y los mismos actores que nos hacemos las preguntas arriba mencionadas, nos encontramos con la emergencia de esta pasi¨®n en lo m¨¢s rec¨®ndito de nuestra intim¨ªsima conciencia, compartiendo la idea, imaginando, elaborando expectativas en torno a La Suerte que pudiera llegar, que si tiene a bien, pensamos ingenuamente, podr¨ªa cambiar nuestras vidas.
De esta imagen que se ha dado aqu¨ª sobre la creencia en La Suerte propongo rescatar, sin embargo, esa subcultura de la participaci¨®n, del intercambio de participaciones de loter¨ªa con la familia, con los amigos, con los colegas con quienes compartimos nuestras vidas; aquellos que juegan con los otros allegados, pues si nos toca, todos compartimos la buena suerte. "?A ver si esta vez tenemos suerte!", nos decimos. "T¨² te quitas esas deudas y yo llevar¨ªa una vida m¨¢s confortable".
?Acaso podr¨ªamos rescatar algunas cosas apreciables en el juego de La Suerte?
Mikel Villarreal es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Social de la UPV
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