La ciudad perdida
El arquitecto David Mangin acaba de recibir el Premio Nacional de Urbanismo de Francia y declara: "La ciudad s¨®lo es sostenible, duradera, si posee la capacidad permanente de adaptarse, de evolucionar. Y s¨®lo es posible si es una ciudad transversal, de mezcla, abierta..., pero el espacio p¨²blico hoy est¨¢ fuertemente amenazado. Lo que predomina ahora son los espacios uniformes, sin vida urbana de las periferias, y las ¨¢reas de enclave, cerradas, especializadas, en la ciudad compacta, lo que a¨²n llamamos ciudad aunque cada vez lo es menos. La ciudad con historia no representa m¨¢s que el 5% de las zonas urbanas francesas...".
Recientemente, se present¨® el Anuario Territorial de Catalunya correspondiente a 2007. Una gran obra que elabora cada a?o la Societat Catalana d'Ordenaci¨® del Territori del Institut d'Estudis Catalans, con el apoyo de la Generalitat y la Diputaci¨®n de Barcelona. Se analizan los 200 casos m¨¢s relevantes de transformaciones y proyectos territoriales y no se obvian los impactos negativos que las acciones y omisiones de los actores p¨²blicos y privados han producido sobre un territorio cada vez m¨¢s mal urbanizado. Se incluye el debate p¨²blico y la resistencia de los actores ciudadanos, lo que demuestra que el pa¨ªs tiene un gran potencial cr¨ªtico y capacidad de elaborar propuestas alternativas o por lo menos exigencias que forman parte de la ciudadan¨ªa de nuestra ¨¦poca.
El silencio de Barcelona es estruendoso. Encerrada en su t¨¦rmino municipal, sin proyecto de futuro y sin ambici¨®n de capital
La Introducci¨®n al Anuario, a cargo de Josep Mar¨ªa Llop, ex responsable de Urbanismo de Lleida y de Barcelona, tiene la virtud de explicar las causas de este proceso disolutorio de la ciudad que denuncia David Mangin. La absurda y culposa expansi¨®n inmobiliaria (los promotores recibieron en estos a?os del boom cr¨¦ditos por valores de m¨¢s de 50.000 millones de euros) ha multiplicado tanto la banalizaci¨®n de las periferias como los enclaves en la ciudad compacta. Es la negaci¨®n de la ciudad, de su capacidad de progreso. La evoluci¨®n resulta como es sabido de la selecci¨®n natural y del juego entre el azar y la necesidad, y tambi¨¦n, como dice Marcoulis citado por Llop, de la simbiosis, de las relaciones contradictorias y complementarias entre elementos o actores distintos. En la ciudad se dan en teor¨ªa estos tres factores pero la urbanizaci¨®n actual, negando el tercero tambi¨¦n reduce la eficacia de los otros dos.
El planeamiento municipal y regional se ha mostrado impotente y ha faltado una intervenci¨®n p¨²blica sistem¨¢tica y eficaz sobre el suelo urbanizable o con vocaci¨®n de serlo, el factor clave del proceso urbano. A pesar de que el 73% del suelo est¨¢ te¨®ricamente planificado, la capacidad de gesti¨®n es d¨¦bil frente al dinamismo del mercado. La conflictividad territorial que han desarrollado plataformas m¨²ltiples en ¨¢mbitos locales es todo lo contrario de una patolog¨ªa social como a veces creen los responsables pol¨ªticos: en muchos casos ha frenado o reducido los impactos negativos de lo que la misma C¨¢mara de la construcci¨®n ha denominado "urbanismo especulativo". Un urbanismo que ha contado con la complicidad de los proyectos de la extensi¨®n de la red viaria que de facto han favorecido la expansi¨®n de la urbanizaci¨®n difusa.
Ahora, en el marco de la crisis econ¨®mica global, ha llegado una oportunidad de respuesta a la misma desde la Catalunya-ciutat. Enfrentar la disoluci¨®n de la ciudad y sus impactos sociales y ambientales, la regulaci¨®n del mercado inmobiliario, la falta de una pol¨ªtica de reforzamiento de centralidades y compacidades urbanas en todo el territorio, el modelo de comunicaciones que requiere este urbanismo integrador, la gesti¨®n del planeamiento a escala supramunicipal. Los objetivos territoriales vinculados a la generaci¨®n de empleo y al desarrollo de actividades end¨®genas pueden ser una respuesta positiva a la crisis si son capaces no de reproducir sino que demuestran que son capaces de reducir el salvajismo capitalista actual. La miseria intelectual de la pol¨ªtica espa?ola no permite hacerse esperanzas pero, en cambio, debieran estimular al Gobierno catal¨¢n a tomar iniciativas innovadoras.
La intervenci¨®n p¨²blica se apoya en tres instrumentos principales: la normativa, la inversi¨®n y la capacidad de definir planes y proyectos, que incluyen normas y actuaciones propias y algo m¨¢s, una voluntad pol¨ªtica pr¨¢ctica que orienta la acci¨®n del conjunto de actores p¨²blicos y privados. La normativa existe, la actual legislaci¨®n urban¨ªstica permite una fuerte intervenci¨®n del sector p¨²blico, tanto en el planeamiento como en la gesti¨®n. La capacidad de inversi¨®n, no s¨®lo directa, tambi¨¦n mediante la obtenci¨®n de recursos, ya sean monetarios (plusval¨ªas), cesiones de suelo, etc¨¦tera. El punto d¨¦bil es el planeamiento que existe pero faltan las instituciones adecuadas a los desaf¨ªos del territorio y tambi¨¦n una concepci¨®n renovada del planeamiento, m¨¢s estrat¨¦gico que regulador, entendido como un medio para desarrollar proyectos y no como la autoridad superior que aprueba o rechaza hipot¨¦ticas iniciativas p¨²blicas o privadas.
La nueva organizaci¨®n del territorio que anunciaba el Estatuto (el anterior y el actual) no solamente no se ha desarrollado, sino que tampoco se ha planteado mediante conceptos operativos. El planeamiento m¨¢s importante es el de escala municipal, lo cual en un pa¨ªs con m¨¢s de 900 municipios, la mitad de los cuales no llega a 500 habitantes y m¨¢s del 80% no alcanzan los 5.000, es insostenible. Las "veguer¨ªas" (?por qu¨¦ no llamarlas "regiones", que no suena tan anacr¨®nico y que ya se utiliz¨® en los a?os republicanos?) no parece que vayan a ser la soluci¨®n. No tanto por su ¨¢mbito, m¨¢s adecuado al planeamiento, como por su concepci¨®n administrativista, delegaci¨®n de los departamentos y relaci¨®n bilateral con los municipios.
Nos falta un motor innovador, un referente para el conjunto del territorio. El silencio de Barcelona es estruendoso. Encerrada en su t¨¦rmino municipal, sin un proyecto de futuro y sin ambici¨®n de capital, su gobierno, al optar por una ficticia proximidad, s¨®lo ha conseguido alejarse de Catalu?a.
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