De fraudes, timos, timadores y timados
En un timo, ?tiene alguna responsabilidad el timado o toda la culpa es del timador? ?Y en los casos de fraude? En todo caso, ?tienen alguna responsabilidad las autoridades p¨²blicas? Aunque sutiles, hay diferencias entre timos y fraudes financieros que han de tenerse en cuenta a la hora de las responsabilidades. El caso Madoff se acerca m¨¢s al timo. El caso de Lehman Broder's, al de fraude. Veamos.
Desde peque?o mis abuelos me previnieron contra el timo. Continuamente, me recordaban que "en ning¨²n lugar dan duros a cuatro pesetas", y que deb¨ªa ir al tanto cuando me ofreciesen una ganga. Supongo que lo que pretend¨ªan era advertirme de que si me timaban, la culpa tambi¨¦n ser¨ªa m¨ªa.
Ha nacido una nueva econom¨ªa del fraude ligada al sueldo variable de los ejecutivos. Y ah¨ª, cuando m¨¢s ¨¦tica menos se gana
Un timo requiere una cierta complicidad o colaboraci¨®n entre timador y timado. Ambos saben que cada uno est¨¢ intentando aprovecharse del otro.
El timador ha de tener dotes de gran embaucador, de mago financiero capaz de enga?ar prometiendo cosas que no son posibles. Lean estos d¨ªas las descripciones de las habilidades sociales de Madoff. Sab¨ªa que estaba timando. El primer agente del FBI que le fue a interrogar a su piso de Nueva York le pregunt¨® si hab¨ªa alguna explicaci¨®n inocente. Madoff fue transparente: "No, no hay nada inocente".
Por su parte, el timado acostumbra a estar animado por el deseo -si quieren, ll¨¢menle codicia- de participar en una ganga a la que pocos tienen acceso. De una u otra forma sabe que hay algo que no est¨¢ del todo claro. Pero se deja seducir por las habilidades y las promesas de elevadas rentabilidades.
?C¨®mo una persona razonable le puede confiar su dinero a alguien que, haga fr¨ªo o calor, vaya bien o mal la econom¨ªa, le ofrece a?o tras a?o el 10% o el 15% de rentabilidad, algo que ninguna otra inversi¨®n, ya sea industrial o financiera, no es ni de lejos capaz de dar? S¨®lo si ¨¦l tambi¨¦n intenta aprovecharse. Miren como describ¨ªa el editorial de El Pa¨ªs Negocios de este domingo pasado los motivos por los que los inversores de Madoff se dejaron embaucar: "La raz¨®n no puede ser otra que la presunci¨®n por parte de esos inversores de que Madoff dispon¨ªa de ventajas espec¨ªficas, no todas ellas conseguidas con juego limpio, sino asociadas a su imagen de gran insider derivada de su antigua posici¨®n frente a Nasdaq. De connivencia, tambi¨¦n exclusiva, con algunas instituciones".
Pero, ?c¨®mo es posible que conociendo c¨®mo funciona este tipo de estafas financieras, basadas en el modelo de Ponzi o de la pir¨¢mide, haya gente que sigue cayendo en ellas, ya sean pobres o ricos? Quiz¨¢ porque la codicia acostumbra a dominar sobre el sentido com¨²n, y porque las pasiones humanas no distinguen entre pobres y ricos. Do?a Branca de Portugal fue el timo de los humildes en el pa¨ªs vecino. El nuestro, el de F¨®rum Filat¨¦lico, de peque?os ahorradores. El de Mr. Madoff es el timo de los m¨¢s ricos y sofisticados inversores del mundo. Este tiene m¨¢s impacto medi¨¢tico porque afecta a gentes con glamour y permite comprobar que los ricos tambi¨¦n lloran.
Contra el timo poco se puede hacer. Siempre los ha habido y siempre los habr¨¢. Pedir a las autoridades que lo eviten es como pedirles que la gente deje de creer en la magia y en los milagros. Es imposible. Siempre habr¨¢ gentes dispuestas a dejarse embaucar.
Pero el caso Madoff no deber¨ªa llevar a regular excesivamente los instrumentos de inversiones de alto riesgo. Es bueno que los grandes inversores que quieran arriesgar una parte de su fortuna lo puedan hacer. Muchas de las innovaciones de las que hoy todos nos beneficiamos, como Internet, no habr¨ªan sido imposibles sin esos instrumentos. Si les sale bien, gozar¨¢n de las mieles del ¨¦xito. Pero, a cambio, si pierden, tendr¨¢n que llorar en silencio el fracaso sin pedir el socorro p¨²blico. ?se es el juego.
Sin embargo, hay que separar al gran inversor de riesgo del peque?o y mediano ahorrador que deja su dinero a instituciones financieras para que lo inviertan en su nombre, instituciones en las que conf¨ªa por estar supervisadas por organismos p¨²blicos y privados. Aqu¨ª entramos en el terreno del fraude financiero y de las conductas contrarias a la ¨¦tica que debe imperar en una econom¨ªa basada en la confianza. La soluci¨®n no puede ser la misma.
A diferencia del timo, el fraude se produce cuando en un contrato una de las partes abusa de la confianza y la buena fe de la otra eludiendo el cumplimiento de alguna obligaci¨®n legal; o cuando los encargados de vigilar y supervisar la calidad de los productos no lo hacen. En el caso Madoff da la sensaci¨®n de que tambi¨¦n ha habido elementos fraudulentos de este tipo. De una forma m¨¢s clara, eso es lo que ha ocurrido con Lehman Broker's y otros caos que hemos visto y que probablemente a¨²n nos quedan por ver.
?C¨®mo es posible que nadie se haya enterado de nada? ?Es s¨®lo un problema de mala regulaci¨®n o es que ahora hay menos ¨¦tica en los negocios? Sucede que en las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha desarrollado una nueva econom¨ªa del fraude que tiene mucho que ver con los nuevos mecanismos de retribuci¨®n variable de los altos ejecutivos y personas implicadas en la supervisi¨®n (auditoras, agencias de calificaci¨®n de riesgo, etc¨¦tera). Con esos mecanismos, cuando m¨¢s ¨¦tica menos se gana. La ¨¦tica tiene ahora un coste econ¨®mico. Pero al renunciar a la ¨¦tica por los ingresos muchas de esas personas no tienen conciencia de estar defraudando. Desde la perspectiva del que lo hace, se trata de un fraude inocente. Aunque no por ello menos da?ino para la confianza econ¨®mica.
Es dif¨ªcil pensar que podamos mantener los niveles de desarrollo que hemos alcanzado si continua esta econom¨ªa del fraude inocente. Pero de esto hablaremos en otra ocasi¨®n.
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