El ser tranquilo de la cultura madrile?a
Gestiona un presupuesto de 30 millones y dirige a 30 especialistas en artes
S¨®lo una Marilyn de sonrisa marcadamente socarrona aporta una nota de color en un despacho tan austero como su inquilino. Francisco Galindo ha trabajado para la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) casi desde que gastaba calz¨®n corto y asumi¨® la secretar¨ªa general de la Fundaci¨®n Autor, el brazo cultural de la entidad, el primer d¨ªa de vida de la criatura, all¨¢ por enero de 1997. Podr¨ªa sacar pecho, suponemos, como el fact¨®tum cultural que ha sido en un sinf¨ªn de premios, festivales, becas, ciclos cin¨¦filos o congresos, pero prefiere ejercitarse en el noble y bien poco frecuentado arte de la autocr¨ªtica.
Doce a?os despu¨¦s, y con cerca de 10.000 beneficiarios directos (m¨²sicos, cineastas, guionistas, core¨®grafos, dramaturgos) de sus ayudas, asume que no siempre ha sabido "rectificar a tiempo". Y se confiesa, con la misma sorna que desprende el busto de su fetiche cin¨¦filo: "Esta fundaci¨®n funciona razonablemente bien, pero el principal problema al que debes enfrentarte es el de la soberbia. Admitir tu propia condici¨®n de soberbio es lo m¨¢s dif¨ªcil del mundo".
"No s¨¦ por qu¨¦ tantos j¨®venes muestran inter¨¦s por asumir cargos ejecutivos"
"La cultura siempre es la gran perjudicada en los malos momentos"
Cordob¨¦s en el DNI, pero madrile?o hasta los tu¨¦tanos, Galindo tiene 53 a?os y el perfil de un directivo francamente at¨ªpico. Se resisti¨® al m¨®vil hasta hace cuatro d¨ªas y apenas se molesta en encender su ordenador, pero es capaz de dictarle de viva voz a sus secretarias discursos de varios folios en los que luego no hay que retocar una triste concordancia verbal. Gestiona un presupuesto anual cercano a los 30 millones de euros en ayudas a la creaci¨®n y tiene a su cargo a m¨¢s de 30 especialistas en m¨²sica, teatro, cine o econom¨ªa aplicada a la cultura, pero su desapego por el poder es manifiesto: "Soy jefe s¨®lo para comerme los marrones. No s¨¦ por qu¨¦ tantos j¨®venes muestran hoy inter¨¦s por asumir cargos ejecutivos. Yo les disuadir¨ªa".
P. Sinceramente, ?cree que la fundaci¨®n es conocida?
R. No. Todav¨ªa es joven y adem¨¢s siempre prefer¨ª hacer a decir, y ¨¦sa es una actitud que en esta sociedad de hoy se castiga. Supongo que quienes me sucedan sabr¨¢n equilibrar la balanza.
P. ?Le va a salir cara la crisis?
R. Mucho. M¨¢s de un 10% de restricciones en el presupuesto.
P. La fila de damnificados madrile?os frente a la puerta de su despacho ser¨¢ kilom¨¦trica...
R. Lo s¨¦. La cultura siempre es la gran perjudicada en los malos momentos, ya sean conflictos b¨¦licos o crisis. Las Administraciones no reparan en que el hombre ha de refugiarse en algo: los sue?os. Parece una cursilada, pero es rigurosamente cierto. Podemos prescindir de casi todo, menos de la capacidad de ser seducidos.
El hombre tranquilo ni siquiera aparenta inmutarse cuando se le pregunta por la casa matriz, protagonista de enconadas pol¨¦micas (detectives en las bodas para perseguir el impago de derechos de autor, por ejemplo) donde no siempre sale bien parada:
P. ?Por qu¨¦ cae mal la SGAE?
R. Se lo puedo explicar, si dispone de tiempo suficiente.
Lo que sigue es una extensa disertaci¨®n sobre la complejidad de distribuir derechos que previamente deber¨¢n recaudarse entre "los nuevos due?os del universo": operadores de telecomunicaciones, fabricantes de aparatos electr¨®nicos, grupos empresariales "que gozan del monopolio de la palabra". ?A qui¨¦n beneficiar¨ªa una SGAE d¨¦bil?, parece preguntar entre l¨ªneas. Como respuesta, se limita a abundar en las paradojas. "Un asunto tan complejo como el canon digital termin¨® convertido en objeto de debate en las elecciones generales. Hasta alg¨²n taxista me interrog¨® al respecto. Es como si me preguntara, por ejemplo, por la ley general hipotecaria. A un observador neutral le llamar¨ªa la atenci¨®n...".
Intuye que las apreturas econ¨®micas y la tesitura social pondr¨¢n dif¨ªcil la tarea, pero a Galindo le gustar¨ªa seguir abanderando la "democratizaci¨®n del acceso a la cultura". Por mucho que les incomode a los poderosos: "S¨®lo creo en una cultura cr¨ªtica, que cuestione la realidad. Lo otro no es cultura, sino religi¨®n". Presume de los chicos que han podido entrar en un estudio de grabaci¨®n con las ayudas de su fundaci¨®n, o de los tres becarios que asistir¨¢n al prestigioso Berklee College of Music de Boston. Le incomoda, en cambio, el discurso de la cultura gratuita que ha prendido entre la generaci¨®n Google. "?Por qu¨¦ reivindican la cultura gratis y no la asistencia gratuita a espect¨¢culos deportivos o, mejor a¨²n, la vivienda de libre acceso?". Soci¨®logo y polit¨®logo de formaci¨®n, devorador inclemente de libros de ensayo (mejor cuanto m¨¢s transgresores) y orgulloso propietario de una nutrida colecci¨®n de m¨²sica popular espa?ola y for¨¢nea de los a?os sesenta, Galindo nada a contracorriente con el ¨²nico empuje de su acerado sentido cr¨ªtico. "Nuestra sociedad parece apreciar m¨¢s un ordenador con 700 gigas de memoria que la Quinta de Beethoven. Es una situaci¨®n no ya parad¨®jica, sino patol¨®gica".
Las suyas son reflexiones que adoptar¨¢n forma de libro: "En cuanto aquellos que deben pagar nuestras pensiones ocupen el tim¨®n". Se le dir¨ªa poco interesado en resistirse al desembarco.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.