Una memoria m¨¢s completa
A lo largo de este mes de diciembre, que parece haber recobrado su condici¨®n invernal -y coincidiendo con la conmemoraci¨®n del trig¨¦simo aniversario de nuestra Constituci¨®n-, se cumple un a?o de la aprobaci¨®n por el Congreso de los Diputados de la conocida como Ley de la Memoria Hist¨®rica. ?Pod¨ªamos celebrar el recorrido por los 30 a?os m¨¢s afortunados de nuestra historia sin comenzar a dar respuesta a unas causas justas y leg¨ªtimas nacidas en la Guerra Civil y la dictadura? Rotundamente, no.
La generaci¨®n de la Transici¨®n dio respuesta a aquello que pod¨ªa tenerla en aquella coyuntura hist¨®rica. Acertaron plenamente al empe?arse en comenzar a compartir un futuro com¨²n, sin detenerse a pretender compartir un pasado todav¨ªa demasiado presente. Pero el ¨¦xito colectivo que supuso la Transici¨®n no pod¨ªa usarse, 30 a?os despu¨¦s, como excusa para negarse a dar respuesta a las causas justas todav¨ªa pendientes, (como si la historia de Espa?a se iniciara con la Constituci¨®n de 1978), ni, en el extremo opuesto, dichas causas pod¨ªan ser utilizadas para cuestionar la obra com¨²n de la Transici¨®n. (En este sentido, y por mucho que se empe?en algunos especialistas en convertir ¨¦xitos en derrotas, conviene recordar que la Ley de Amnist¨ªa supuso una gran victoria de la oposici¨®n al franquismo y un pelda?o fundamental en la consolidaci¨®n de la democracia).
El ¨¦xito colectivo de la Transici¨®n no puede usarse como excusa para negar causas justas
Hoy, el compromiso que tenemos los socialistas no puede ser otro que el de desarrollar ¨ªntegra y plenamente la Ley de la Memoria Hist¨®rica, sin aceptar ning¨²n tipo de limitaci¨®n, distracci¨®n o cortapisa que nos aleje de este objetivo. Un desarrollo que deber¨¢ contar con un alto grado de di¨¢logo y acuerdo institucional, m¨¢s all¨¢ de espacios pol¨ªticos e ideol¨®gicos, ya que las comunidades aut¨®nomas y los ayuntamientos tienen un papel relevante que jugar.
El Gobierno ha desarrollado a lo largo de estos ¨²ltimos meses diferentes elementos de la ley: la declaraci¨®n de reparaci¨®n y reconocimiento personal de las personas que padecieron persecuci¨®n o violencia, por razones pol¨ªticas, ideol¨®gicas o de creencia religiosa; la concesi¨®n de la nacionalidad espa?ola a los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales; las indemnizaciones reconocidas en favor de personas fallecidas o con lesiones incapacitantes por su actividad en defensa de la democracia durante la Transici¨®n; la fijaci¨®n de criterios para la retirada de s¨ªmbolos franquistas en los bienes de la Administraci¨®n General del Estado y sus Organismos P¨²blicos Dependientes; la facilitaci¨®n del acceso a los libros de actas de defunciones de los Registros Civiles o la opci¨®n a la nacionalidad espa?ola de los hijos de aquellas personas que fueron originariamente espa?oles y de los nietos que, a causa del exilio, no pudieron obtenerla.
Dar respuesta a aquellos espa?oles que ignoran, todav¨ªa hoy, el paradero de sus familiares, o que no les han podido dar sepultura con la dignidad que se merecen, es una deuda pendiente que nuestra sociedad tiene con muchos compatriotas y, en definitiva, consigo misma. Por ello es imprescindible comenzar a cerrar esta herida aprovechando los instrumentos que la ley nos ofrece. En este sentido, el Ministerio de la Presidencia ha elaborado un Protocolo para la realizaci¨®n de las exhumaciones que se pondr¨¢ en com¨²n con las comunidades aut¨®nomas, la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias, as¨ª como con asociaciones interesadas.
El camino que nos queda por recorrer lo hemos de transitar desde la confianza en una sociedad espa?ola plenamente madura para afrontar el debate sobre nuestro tr¨¢gico pasado, con normalidad y serenidad, sin m¨¢s miedos o crispaciones que las que unos pocos se empe?an en sembrar. Con todo, tal vez sea necesario recordar el magisterio y el testimonio que dejaron antifranquistas de la talla de Ram¨®n Rubial o Curro L¨®pez del Real, cuando ense?aban a los j¨®venes diputados socialistas de las Cortes Constituyentes (que no hab¨ªan sufrido, como ellos, las c¨¢rceles franquistas de la postguerra y el exilio) a mirar hacia atr¨¢s sin ira ni rencor.
Reconozc¨¢moslo: el debate sobre la memoria hist¨®rica, 30 a?os despu¨¦s, no nos ha permitido alcanzar una mirada m¨¢s compartida sobre nuestro pasado. Una mirada que para ser com¨²n tendr¨ªa que ser tambi¨¦n m¨¢s autocr¨ªtica, menos complaciente con cada uno de nuestros pasados. Una mirada en la que dejen de existir los muertos de unos y los muertos de los otros porque todas las v¨ªctimas las sintamos como propias. Pero, m¨¢s all¨¢ de este objetivo -al que algunos no estamos dispuestos a renunciar-, la sociedad espa?ola ha empezado a hacer justicia rescatando del olvido a unos compatriotas que, incorporados a nuestra memoria, la completan y nos reconcilian con nuestro pasado. Es la mejor manera de conmemorar la Constituci¨®n de todos.
Daniel Fern¨¢ndez es diputado a las Cortes por Barcelona y secretario adjunto del Grupo Parlamentario Socialista.
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