Problemas para el bipartito
No se puede decir que la campa?a electoral (o precampa?a, si ustedes lo prefieren) haya tenido precisamente un buen comienzo para las dos fuerzas pol¨ªticas que sostienen a la Xunta de Galicia. Dos problemas de enorme relevancia amenazan con distorsionar la imagen de ambos partidos y pueden afectar seriamente su credibilidad ante el escenario de las elecciones.
El primero de ellos tiene relaci¨®n con el proceso negociador abierto para la reforma del sistema de financiaci¨®n auton¨®mico que, tras la reforma de varios estatutos, configurar¨¢ en gran medida la nueva fase del Estado auton¨®mico. Pues bien, los primeros compases de esa compleja negociaci¨®n han demostrado fehacientemente las dificultades con las que se encontrar¨¢ Galicia para defender eficazmente sus leg¨ªtimos intereses, tanto en los encuentros bilaterales con el Gobierno de Espa?a como en los de car¨¢cter multilateral con las demas autonom¨ªas en el seno del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera.
Galicia encontrar¨¢ dificultades para defender sus intereses en el sistema de financiaci¨®n
Socialistas y nacionalistas est¨¢n dando un lamentable espect¨¢culo en torno al crucial asunto e¨®lico
Dificultades que derivan, en primer lugar, del recorte de recursos disponibles debido a la crisis econ¨®mica, pero tambi¨¦n, y sobre todo, de las posiciones de comunidades como Madrid, Valencia, Andaluc¨ªa y Catalu?a, cuyas propuestas, de ser aceptadas, chocar¨¢n abiertamente con nuestros intereses. Y no conviene olvidar que dichas comunidades aut¨®nomas tienen un peso demogr¨¢fico y econ¨®mico muy superior al nuestro y cuentan, adem¨¢s, con el respaldo legal que la reforma de sus estatutos confiere a sus demandas. El apoyo rotundo que Esperanza Aguirre ha dispensado hace s¨®lo dos d¨ªas a la propuesta del presidente Zapatero no deja lugar a dudas acerca de lo que se nos viene encima.
En tales circunstancias y en plena campa?a electoral, Touri?o y Quintana ser¨¢n sometidos a una dura prueba. El primero deber¨¢ acreditar que ejerce un verdadero liderazgo como presidente de la Xunta de Galicia, el segundo tendr¨¢ que demostrar que su tan cacareada capacidad de negociaci¨®n con Madrid (de t¨² a t¨², como gusta decir el vicepresidente) es algo m¨¢s que palabrer¨ªa e insoportable ret¨®rica electoralista, y, seguramente, deber¨ªa de explicar por qu¨¦ el BNG no utiliz¨® el enorme poder de negociaci¨®n de que dispuso en la tramitaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para arrancar al Gobierno espa?ol algunos compromisos b¨¢sicos con el fin de garantizar un modelo de financiaci¨®n ajustado a las necesidades y peculiaridades de Galicia.
El otro gran problema al que se enfrenta la coalici¨®n gobernante en este comienzo de campa?a es, sin duda, la resoluci¨®n del concurso e¨®lico, en la que est¨¢n en juego adjudicaciones e inversiones multimillonarias. Pues bien, un proceso que, en abierto contraste con el oscurantismo y las pr¨¢cticas clientelares de los gobiernos del PP presididos por Manuel Fraga hab¨ªa empezado con total transparencia y con reglas que garantizaban que parte de los beneficios obtenidos de un recurso natural (el viento) repercutir¨ªan y revertir¨ªan en la sociedad y econom¨ªa gallegas, amenaza con terminar como el rosario de la aurora.
El lamentable espect¨¢culo que en torno a este crucial asunto est¨¢n dando socialistas y nacionalistas est¨¢ dinamitando la estabilidad del Ejecutivo, debilita severamente la credibilidad de la coalici¨®n como fuerza de gobierno y proporciona al PP munici¨®n pol¨ªtica y electoral de grueso calibre, algo de lo que carec¨ªa el partido conservador. Pero lo m¨¢s grave de todo este inexplicable conflicto es que introduce serias sospechas sobre la moralidad del Gobierno. Porque, en efecto, la lucha sin cuartel que libran nacionalistas y socialistas, sin parecer importarles las demoledoras consecuencias electorales que dicha pugna puede acarrear, s¨®lo se explica si ambos partidos tienen intereses y compromisos inamovibles con grupos empresariales que participan en dicho concurso. Convendr¨ªa, por el bien de la democracia, que estas sospechas fueran desmentidas con la contundencia de los hechos.
En todo caso, da la impresi¨®n de que los dos socios en la Xunta de Galicia se han sumado a la legi¨®n de gobernantes que piensan que la econom¨ªa se ha emancipado de la pol¨ªtica, y que el destino de ¨¦sta es correr impotente tras un poder econ¨®mico n¨®mada y globalizado que se siente liberado de cualquier compromiso y al que la democracia y los intereses generales importan bien poco. No, la campa?a electoral no comienza con buenas noticias para el bipartito.
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