Napole¨®n se despide del bicentenario
Se edita por primera vez en castellano la obra de Andr¨¦ Fugier sobre el corso
Hoy hace exactamente 200 a?os, Napole¨®n Bonaparte, due?o de media Europa, se hallaba instalado en los alrededores de Madrid. Viv¨ªa en el palacio de la princesa de Salm Salm, madre del duque de Osuna, dentro del entonces semiamurallado villorrio de Chamart¨ªn. Desde all¨ª, junto a sus tropas acampadas en un predio todav¨ªa ahora llamado El Campamento, dirig¨ªa el general corso el cerco militar por sus tropas de un Madrid cuyo pueblo, escasamente armado, le hab¨ªa humillado seis meses antes, en mayo de 1808, mediante una sublevaci¨®n generalizada tan heroica como cruelmente reprimida luego.
Aquellos hechos que traer¨ªan a un Bonaparte rencoroso hasta las puertas de Madrid -cuyo Palacio Real visitar¨ªa de inc¨®gnito para no afear a su hermano Jos¨¦, impuesto por ¨¦l como rey de Espa?a- arrancaban de 1799. El desarrollo de aquella secuencia clave en la historia de Europa es relatado, por primera vez de manera ¨ªntegra en castellano, en el libro ahora traducido de Andr¨¦ Fugier Napole¨®n y Espa?a (1799-1808), que la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, que preside Soledad L¨®pez, acaba de editar y presentar en Madrid como culmen del a?o del Bicentenario de la Guerra de la Independencia. El centro de Estudios Pol¨ªticos y Constitucionales ha coeditado la obra, publicada por vez primera en Francia en 1930. La obra de Fugier (Langres del Alto Marne, 1896-Lyon, 1976), al decir del profesor espa?ol Emilio La Parra, pasa por ser considerada "texto imprescindible" para aproximarse a interpretar correctamente aquellos cruciales hechos. Y ello, pese a las claves franc¨®filas desplegadas, tan propias de la historiograf¨ªa francesa.
No obstante, Fugier, profesor en la Universidad de Oviedo y buen conocedor de Espa?a, despleg¨® en su libro un arsenal de fuentes documentales espa?olas, sobre todo diplom¨¢ticas, que confieren a su libro un cr¨¦dito evidente. Su formaci¨®n en la estela de Fustel de Coulanges y en la metodolog¨ªa de Langlois, m¨¢s su colaboraci¨®n con Pierre Renouvin, le dotaron de valiosos instrumentos anal¨ªticos para fundamentar su tesis doctoral sobre Napole¨®n y Espa?a. Las conmemoraciones del bicentenario, jalonadas por magnas exposiciones -Museo del Prado, Canal de Isabel II, Museos Municipales, Biblioteca Nacional-, proseguir¨¢n hasta 2012. Pero Madrid no ha visto, a¨²n, erigido un simple hito ornamental que conmemore los dos siglos transcurridos.
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