Faulkner: experiencia y significaci¨®n
Por brillante que sea su trama, cada d¨ªa me cansan m¨¢s las novelas en las que falta esa cualidad tan esquiva que llamamos po¨¦tica. Buena ocasi¨®n para hablar de este asunto la nueva traducci¨®n de ?Absal¨®n, Absal¨®n!, de William Faulkner, que acaba de hacer Miguel Mart¨ªnez-Lage.
La impresi¨®n de un lector que por primera vez entra en este libro es, estoy seguro, la confusi¨®n. Si es un lector perspicaz, joven, y acostumbrado a leer otras cosas, ver¨¢ enseguida que se trata de una roturaci¨®n de un campo virgen. Las voces que Faulkner impersona, tomadas todas juntas, le dar¨¢n la impresi¨®n de ser un caterpillar gigantesco que ara mucho m¨¢s abajo de lo que ha llegado nunca el arado romano de nuestra juventud en Castilla. Tendr¨¢, pues, una sensaci¨®n de confusi¨®n y de asombro, porque a la vez estar¨¢ comprendiendo, emocion¨¢ndose y no comprendiendo del todo e irrit¨¢ndose. Le irritar¨¢, por ejemplo, algo que tambi¨¦n resulta irritante en la poes¨ªa moderna: una cierta opacidad sint¨¢ctica, las discontinuidades, los anacolutos, un sistema de insinuaciones y sugerencias continuadas de todas las voces monologantes que no acaban cerr¨¢ndose en escenas a la manera cl¨¢sica. Como un campo reci¨¦n roturado, le parecer¨¢ un texto desventrado. Y a la vez, si es perspicaz, reconocer¨¢ trozos de inmensa belleza po¨¦tica. Todo esto -toda esta inquietud de nuestro joven lector- son emociones de primera magnitud, grandes emociones correspondientes a una experiencia literaria genuina. El texto de ?Absal¨®n, Absal¨®n! no permitir¨¢ a nuestro joven lector resbalar velozmente por su superficie en busca de personajes, situaciones dram¨¢ticas o argumentos un¨ªvocamente definidos. El texto le retendr¨¢ y le har¨¢ ir al paso de la visi¨®n o visiones sucesivas, las idas y venidas de la memoria de los narradores, con frecuencia emborronadas. En un tiempo en que la literatura se est¨¢ convirtiendo en fastfood, esta retenci¨®n, este obligado detenimiento s¨®lo puede ser fecundo para un lector inteligente. Descubrir¨¢, como dice Mart¨ªnez-Lage, que "antes de lo que significa, Absal¨®n sobre todo es". ?sta es una pista certera. Me permito a?adir que, efectivamente, los grandes textos que yo llamo "po¨¦ticos" tienen con frecuencia la rotundidad espacio-temporal de las cosas f¨ªsicas: no pueden ser resumidos ni comprendidos de un vistazo ni instalados en el esquematismo de una historia de la literatura m¨¢s o menos divulgativa: tienen que ser enfrentados, hay que girar en torno a ellos y, en ¨²ltimo extremo, desentenderse de la pregunta por su significaci¨®n. Son textos/experiencias (a distinguir de la literatura experimental, que es otro asunto). Lo que nos sorprende en Faulkner no es que haga un experimento literario, sino que al escribir y al leerle, nos topemos con una experiencia vital en crudo. Todo lector debe de tener, por lo menos una vez en su vida, esta experiencia de alg¨²n texto, con independencia de que capte o no su ¨²ltima significaci¨®n. En esto un gran texto literario se parece mucho a nuestras vidas, cuya significaci¨®n global y cotidiana afanosamente buscamos y que quiz¨¢ a veces viene dada s¨®lo desde el exterior por nuestras profesiones o nuestros lazos familiares o sociales. Pero con frecuencia esas significaciones, que son f¨®rmulas, no nos satisfacen. Nos parece que ninguna habla de nosotros mismos: s¨®lo sirven para categorizarnos. Nuestra significaci¨®n individual se nos escapa, a la vez que es, en su escapatoriedad, experiencia de nuestra propia vida en primera persona. Uno de los significados de la terrible frase del Eclesiast¨¦s: "Nadie sabe si es digno de amor o de odio", vendr¨ªa por este lado. En el caso de Faulkner -el significado de cuya obra total podr¨ªa considerarse una hipertrofia del coeficiente de adversidad que afecta a las vidas de todos sus personajes-, la significaci¨®n nos dice muy poco. O quiz¨¢ demasiado: el propio Faulkner se refiere en una carta a "esa fren¨¦tica carrera de obst¨¢culos hacia la nada" en que consiste nuestra vida: un significado que no significa nada: a tale full of sound and fury signifying nothing. Pero a cambio de la nihilizaci¨®n de las significaciones, Faulkner nos entrega su propia experiencia vital y est¨¦tica sin an¨¢lisis. Una experiencia asc¨¦tica leerle, porque experimentamos la p¨¦rdida de la significaci¨®n, an¨¢loga por cierto a la que sentimos al leer la mejor poes¨ªa contempor¨¢nea. Es como si Faulkner en su escribir vomitante dijera "por aqu¨ª ya no hay camino, pues para el justo no hay ley": la ¨²nica ley es la del texto mismo, que nos arrastra de secuencia en secuencia. Su visi¨®n es la visi¨®n de un poeta. ?Quiere esto decir que es menos narrador por eso? A m¨ª me parece que no. No hay gran narrador sin esa fuerte vibraci¨®n l¨ªrica que convierte su obra en un canto que permanece en la memoria cuando todo se olvida. Para utilizar la bella traducci¨®n de Mart¨ªnez-Lage: "Se disip¨® todo en el aire, aunque no desapareci¨® del recuerdo".
?Absal¨®n, Absal¨®n!
William Faulkner
Traducci¨®n y posfacio de Miguel
Mart¨ªnez-Lage
La Otra Orilla. Barcelona, 2008
528 p¨¢ginas. 29 euros
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