Consejo para Barack Obama: p¨¢sese al centro
Es una vieja historia eso de que se produzca una burbuja inmobiliaria ascendente seguida del estallido de esa burbuja. Es posible que ese proceso c¨ªclico empezase poco despu¨¦s de que los humanos dejasen las cuevas.
Sin embargo, lo que ha causado la ca¨®tica convulsi¨®n en Wall Street y en todo el mundo, esta vez ha sido un factor completamente nuevo: que esta crisis en la construcci¨®n de viviendas y en el pr¨¦stamo hipotecario se deriva de las nuevas invenciones monstruosas de los ingenieros de las matem¨¢ticas financieras.
Pr¨¢cticamente ning¨²n experto de Wall Street entend¨ªa las cosas tan raras que ocurr¨ªan cada semana. Bancos de inversi¨®n como Goldman Sachs y Morgan Stanley, as¨ª como enormes bancos normales como Bank of America, descubr¨ªan de repente que su deuda crec¨ªa muy por encima de sus activos disponibles.
Har¨¢n falta fuertes dosis de gasto fiscal deficitario para sacar a Europa, Asia y Am¨¦rica de la recesi¨®n
Curiosamente, la actividad en la econom¨ªa real, en la que la gente busca trabajo y espera ganar suficiente dinero como para ahorrar para los tiempos de vacas flacas y la posible jubilaci¨®n, no cay¨® tanto ni tan deprisa en 2007 y 2008. Pero a estas alturas, tan seguro como que el sol se pone por la noche, las econom¨ªas reales de todo el mundo est¨¢n sufriendo, y mucho. Sus males son directamente atribuibles a los chanchullos de Wall Street. De acuerdo con los pron¨®sticos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, lo peor est¨¢ por venir; y puede durar m¨¢s que todo lo visto entre 1929 y 1939, los a?os de la gran depresi¨®n.
Como macroeconomista, intento fijarme en los mercados financieros y en c¨®mo reaccionan los bancos centrales -la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo, as¨ª como el centenario Banco de Inglaterra- para intentar capear los vientos adversos de los mercados especulativos. Eso ocupa mi mente matem¨¢tica. Pero lo m¨¢s importante, lo que ocupa mi coraz¨®n como economista acad¨¦mico, es lo que probablemente les ocurrir¨¢ a las familias en los primeros a?os de la presidencia de Obama. ?C¨®mo va a reparar el presidente el da?o causado por ocho a?os de chapuzas de George Bush?
Tengo que reconocer que los rescates financieros del Gobierno eran necesarios para evitar el hundimiento total de la econom¨ªa. El presidente Franklin Roosevelt lo descubri¨® en la semana posterior a su aceptaci¨®n del cargo, en 1933. Pero como l¨ªder del new deal
que salv¨® el sistema capitalista, Roosevelt descubri¨® que los banqueros, despu¨¦s de ser salvados, se negaban tajantemente a aventurarse a conceder pr¨¦stamos a empresas arriesgadas y a las familias.
Entonces, ?c¨®mo consigui¨® el new deal eliminar la mayor parte del desempleo en 1939? Los economistas que hoy tienen menos de 60 a?os han olvidado la respuesta a esa pregunta, si es que alguna vez conocieron la respuesta verdadera. Hasta el jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke, alumno aventajado de Harvard y del MIT, estaba indebidamente influido por el tosco monetarismo de Milton Friedman cuando escribi¨® su tesis doctoral sobre la gran depresi¨®n en 1979.
De hecho, ni la Reserva Federal ni el Banco de Inglaterra realizaron la dif¨ªcil labor que elev¨® el nivel de empleo y reactiv¨® el crecimiento saludable del producto interior bruto en 1939. ?Por qu¨¦ no? Desde muy pronto y durante buena parte de la d¨¦cada de 1930, los tipos de inter¨¦s de los bancos centrales hab¨ªan ca¨ªdo casi a cero.
De hecho, en el momento de escribir estas l¨ªneas, The Wall Street Journal publica la noticia de que los bonos del Tesoro estadounidense a 90 d¨ªas, seguros y de gran calidad, se venden en el mercado de subastas a un tipo de inter¨¦s cero (?!). Eso significa que Obama empieza con una trampa de liquidez muy parecida a la que mantiene a Jap¨®n en una recesi¨®n desde 1991. Durante una trampa de liquidez, lo inteligente es acumular dinero y no gastarlo ni en mano de obra ni en bienes de consumo.
Volvamos a leer los discursos pronunciados por Alan Greenspan o por Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, entre 1987 y 2006. ?Es posible que no fueran a clase el d¨ªa en que se ense?¨® ese concepto?
Para centrarme en mi argumento principal, las pruebas actuales y la historia econ¨®mica dan a entender claramente que durante la presidencia de Obama har¨¢n falta fuertes dosis de gasto fiscal deficitario para sacar a Europa, Am¨¦rica y Asia de la recesi¨®n posterior a la cat¨¢strofe. S¨®lo despu¨¦s de eso empezar¨¢n las herramientas normales de la Reserva Federal a recuperar su fuerza.
El nuevo presidente se ver¨¢ inundado de consejos contradictorios. Esto es lo que yo le sugiero: que tire por el camino de en medio y se pase al centro. Y no es porque no pueda decidirse. En la izquierda est¨¢n las nociones fracasadas de Marx, Lenin, Stalin, Castro y Mao. Todos ellos eran como los incompetentes polis del cine mudo en lo que a organizar una gran econom¨ªa se refiere. Y en la derecha est¨¢n las opiniones libertarias extremistas de la caterva posterior a Reagan. S¨ª, s¨®lo los sistemas de mercado pueden conservar la riqueza y el progreso de este milenio. Sin embargo, los mercados descontrolados causar¨¢n su propia defunci¨®n, como hemos podido ver.
Los centristas est¨¢n condenados a hacer concesiones. Cuando todo va viento en popa, puede ser una locura el tratar de mantener a flote a las tambaleantes empresas automovil¨ªsticas de Detroit (el economista de Harvard Joseph Schumpeter lo llamaba "capitalismo en una tienda de ox¨ªgeno"). Cuando las tasas de desempleo se disparan hasta el 10% o m¨¢s, tal vez est¨¦ justificado tomar otra decisi¨®n.
Tirar billetes verdes reci¨¦n acu?ados desde helic¨®pteros puede ser un modo de generar crecimiento. Ese dinero nuevo se gastar¨¢ en lugar de ser atesorado o ahorrado. Sin embargo, gastar ese dinero nuevo en carreteras que conduzcan a alguna parte ser¨¢ mejor que emplearlo en carreteras que no vayan a ninguna. En Jap¨®n fueron los grupos de presi¨®n del sector de la construcci¨®n los que decidieron ad¨®nde deb¨ªa dirigirse el gasto p¨²blico. En Estados Unidos podemos hacerlo mejor, siempre que la vieja pandilla de Bush ya no sea m¨¢s que un recuerdo desagradable.
Moraleja: mant¨¦ngase en el centro a la hora de tomar decisiones para ayudar a los pobres y a las clases medias. Las mujeres y los hispanos y otros que llegan tarde a la fiesta merecen justicia en el tribunal centrista.
Quienes presumen de dar consejo pronto resultan aburridos. Aun as¨ª, ofrezco una ¨²ltima advertencia importante. Un centrista tiene que ser, por fuerza, un centrista limitado. Un centrista s¨®lo puede reducir en un grado limitado las desigualdades inevitables en un sistema de mercado. Eso dista mucho de abolir la mayor parte de la desigualdad.
Perseguir ese objetivo inalcanzable y quijotesco ser¨ªa un modo seguro de hundir el mundo moderno en una fase de estancamiento como las anteriores.
(c) 2008 Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services. Traducci¨®n de News Clips.
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