Samuel Huntington, el gran valedor de la idea de Occidente
Plasm¨® sus teor¨ªas pol¨ªticas en la pol¨¦mica obra 'El choque de civilizaciones'
La labor de los cient¨ªficos sociales no se limita a acumular conocimientos sobre la realidad social para luego ponerla al servicio de la sociedad. Su dimensi¨®n m¨¢s notable consiste en que, a trav¨¦s de su trabajo, la sociedad pueda tomar despu¨¦s conciencia de s¨ª, contribuir a la autocomprensi¨®n colectiva. ?sta es la funci¨®n en la que siempre destac¨® la obra de Samuel Huntington, y quiz¨¢ por ello fue valorado por sus pares como el polit¨®logo n¨²mero uno del mundo. Su impacto siempre se ha medido as¨ª m¨¢s por la forma en la que sus teor¨ªas ayudaron a crear una determinada imagen del mundo en la que vernos reflejados que por la sofisticaci¨®n de sus an¨¢lisis sociopol¨ªticos.
De su extensa obra -centrada sobre todo en temas como la democratizaci¨®n, las relaciones entre los poderes civil y militar, el desarrollo pol¨ªtico o la pol¨ªtica comparada-, hay dos libros que dejaron una importante huella en la ciencia pol¨ªtica y en nuestra visi¨®n de nosotros mismos. El primero, La tercera ola (1991), aborda los procesos de democratizaci¨®n habidos durante los a?os setenta en el sur de Europa y Am¨¦rica Latina. Lo peculiar del an¨¢lisis de Huntington reside en resaltar la importancia de la "influencia exterior" sobre los pa¨ªses que entonces comenzaron su proceso de transici¨®n democr¨¢tica. En particular, de Estados Unidos u otros pa¨ªses democr¨¢ticos desarrollados, que por aquellas fechas har¨ªan de la democratizaci¨®n una de las se?as de identidad de su pol¨ªtica exterior.
El segundo ya es bien conocido por el gran p¨²blico, El choque de civilizaciones (1996), que tiene su origen en un art¨ªculo con el mismo t¨ªtulo publicado en 1993 en el Journal of Foreign Affairs. Su tesis b¨¢sica es que el orden mundial se construye sobre diferencias culturales, no sobre ideolog¨ªas, y es aqu¨ª, en el enfrentamiento entre esas disensiones culturales, donde se encuentra la sede de los conflictos del presente y del futuro. Dichas diferencias no pueden aspirar, en principio, a una aminoraci¨®n desde supuestos principios compartidos. Lo que prevalece en el mundo es una radical inconmensurabilidad entre diferentes ¨®rdenes culturales o "civilizaciones", construidas a partir de diferentes principios religiosos, que no se dejan domar por el recurso a valores con eficacia universal. El particularismo y las diferencias culturales estar¨ªan ah¨ª para quedarse.
La preocupaci¨®n fundamental de Huntington no reside en afirmar una supuesta superior capacidad de Occidente por haber sido capaz de vislumbrar principios dotados de valor universal.
Su inter¨¦s es exclusivamente estrat¨¦gico. No se trata de extender el "universalismo occidental" a otros lugares del mundo. Lo que se busca es m¨¢s bien lo contrario: que la protecci¨®n de la identidad y seguridad de Occidente -sus "intereses de civilizaci¨®n"- no se vea amenazado por los dos movimientos que supuestamente m¨¢s lo desaf¨ªan: el af¨¢n por intervenir en ¨¢reas culturales distintas a la occidental para potenciar los derechos humanos. Y, en segundo lugar, el continuo proceso de "multiculturizaci¨®n" interna.
El multiculturalismo en Europa y Estados Unidos se vislumbra como la gran amenaza para la estabilidad de un bloque cultural en conflicto potencial con otros bloques culturales.
El objetivo reside m¨¢s bien en estabilizar y reforzar la identidad cultural de Occidente en unos momentos de un supuesto declive del credo cristiano, su mayor factor de cohesi¨®n cultural. De lo que se trata, pues, es de aceptar la multiculturalidad en el ¨¢mbito externo y en negarla hacia dentro, en el propio interior de la cultura occidental. Esto ¨²ltimo sali¨® claramente a la luz en su ¨²ltimo libro, ?Qui¨¦nes somos? (2004), donde aborda el desaf¨ªo que la inmigraci¨®n latina est¨¢ planteando a la identidad nacional estadounidense.
Samuel Huntington pasar¨¢ a la historia, sin embargo, por haber explicitado en forma de tratado cient¨ªfico la necesidad de mantener una oposici¨®n casi existencial entre Occidente e islam, algo de lo que tomaron buena nota los neocons y la Administraci¨®n del ya casi ex presidente George Bush.
Fernando Vallesp¨ªn es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica y de la Administraci¨®n en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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