Rouco vuelve a Col¨®n
Los obispos espa?oles, una parte de ellos al menos, est¨¢n acostumbrando a la feligres¨ªa a recibir mensajes propios del cine de terror. En la misa por la familia celebrada ayer en la plaza de Col¨®n, el cardenal arzobispo de Madrid, Rouco Varela, conjur¨® una imagen propia de Cecil B. de Mille en sus pel¨ªculas de cristianos torturados: "Estremece el hecho y el n¨²mero de los que son sacrificados por la sobrecogedora crueldad del aborto, una de las lacras m¨¢s terribles de nuestro tiempo". Sobre esta imagen, viene al caso la no menos terror¨ªfica que ofreci¨® Esperanza Puente, una de las comparecientes ante la subcomisi¨®n de estudios sobre la Ley del Aborto a petici¨®n del PP. Extrajo del bolso cinco mu?equitos en representaci¨®n de cinco embarazos a tama?o y peso naturales durante el primer trimestre, para ilustrar los da?os que causa la interrupci¨®n del embarazo. Al cardenal arzobispo de Madrid no se le escapa que "una de las lacras m¨¢s terribles de nuestro tiempo" responde a una ley aprobada por el Parlamento, es decir, por todos los ciudadanos.
Exactamente lo mismo sucede con otras lacras, como el matrimonio homosexual o el divorcio. As¨ª que Rouco volvi¨® a Col¨®n con un gui¨®n ligeramente distinto del de concentraciones p¨ªas anteriores. Cambi¨® los ataques directos y feroces contra el Gobierno por un asedio en toda regla a las leyes aprobadas por el Parlamento. Con estos mensajes tremendistas, los obispos siembran estupor entre los fieles. "Vamos a ver si arreglamos esto de la familia entre todos", declaraba esperanzado uno de los asistentes a la misa, como si la familia fuese el motor de un coche.
Pero nadie amenaza a las familias espa?olas, como no sean sus enemigos tradicionales: la recesi¨®n y el desempleo. Por supuesto, hay que confiar en que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica no crea en el cuento que difunde. El objetivo que hay que destruir son las leyes del aborto, el divorcio y el matrimonio homosexual; el instrumento es construir, con la machaconer¨ªa de un gorigori, la imagen de una Iglesia ferozmente atacada con leyes inicuas. Las misas de ayer fueron un acto m¨¢s de esa representaci¨®n sin pies ni cabeza.
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