Un Estado federal incompleto
Los principios presentados por el vicepresidente Solbes como criterios-base para la financiaci¨®n auton¨®mica parecen haber satisfecho a grandes rasgos la mayor¨ªa de las demandas de las comunidades aut¨®nomas. El resultado ha sido bueno si consideramos la endiablada concurrencia de intereses territoriales que hab¨ªa que acomodar. Desde luego, el conflicto se ha resuelto por elevaci¨®n, aumentando la cantidad total de recursos para las comunidades aut¨®nomas. De ah¨ª que las m¨¢s importantes cr¨ªticas no hayan sido tanto a los criterios del reparto cuanto a sus posibles consecuencias. A saber, la correlativa debilitaci¨®n de la capacidad financiera del Estado y, por ende, de su capacidad de acci¨®n pol¨ªtica; al adelgazamiento del Estado y al correspondiente robustecimiento de las comunidades aut¨®nomas. Una vuelta de tuerca m¨¢s en el proceso de federalizaci¨®n de Espa?a. Es muy posible que esto haya sido inevitable dada la particular configuraci¨®n de que hemos dotado a las Autonom¨ªas: a mayores competencias, mayor necesidad tambi¨¦n de disponer de los recursos suficientes para hacerlas frente. Pura l¨®gica. ?O es acaso viable que comencemos a desandar el camino que nos ha conducido hasta aqu¨ª?
Hay que crear un adecuado balance entre una firme lealtad al centro y el respeto al autogobierno
A la espera de nuevas reacciones pol¨ªticas a medida que se vayan levantando nuevas cartas, algo ya parece claro: el Estado espa?ol es un Estado federal. No hay muchos otros pa¨ªses en los que el porcentaje de los Presupuestos p¨²blicos en manos de las unidades territoriales sea equiparable al nuestro. Pero es un Estado federal demediado. Carecemos de los instrumentos pol¨ªticos necesarios para mantener la congruencia debida entre el sistema que hemos creado y su efectiva viabilidad pol¨ªtica. Seguramente sea uno de los costes que hemos de pagar por disponer de un modelo en construcci¨®n permanente. Pero quiz¨¢ por eso mismo ha llegado ya el momento de tomar conciencia de este desfase y adoptar las medidas necesarias para alcanzar lo que debe ser el fin ¨²ltimo de todo Estado federal: crear un adecuado balance entre una firme lealtad al centro y el leg¨ªtimo respeto al autogobierno auton¨®mico. ?Cu¨¢les son los elementos que se oponen a la consecuci¨®n de este objetivo?
1.- El primero y fundamental es la ausencia de una instituci¨®n de aut¨¦ntica representaci¨®n territorial, un Senado ajustado a lo que realmente somos. O, lo que es lo mismo, una instancia de representaci¨®n multilateral entre las comunidades aut¨®nomas y el Estado. El "bilateralismo a 17" -o a 15 en temas presupuestarios- es un verdadero sinsentido, como se ha visto en el proceso a trav¨¦s del cual se ha perge?ado la nueva financiaci¨®n. ?No hubi¨¦ramos preferido que se debatiera en una c¨¢mara ad hoc en vez de en la prensa y a trav¨¦s de continuas entradas y salidas de diferentes presidentes auton¨®micos en La Moncloa? Si Rajoy realmente piensa que Zapatero "ha enga?ado a todos" ?por qu¨¦ no promueve un pacto para reformar la conformaci¨®n constitucional del Senado?
2.- La presencia, tambi¨¦n aqu¨ª, del c¨®digo Gobierno/oposici¨®n. Se ha roto ya el t¨®pico seg¨²n el cual los dos grandes partidos nacionales eran quienes facilitaban la vertebraci¨®n del Estado. La traslaci¨®n del conflicto pol¨ªtico al ¨¢mbito de la organizaci¨®n territorial del Estado ha sido permanente. Lo novedoso ha sido que el intento por parte del PSOE y del PP de "agrupar" a sus gobiernos auton¨®micos en torno a una "posici¨®n com¨²n" frente o a favor de esta ¨²ltima decisi¨®n del Gobierno se ha encontrado con obvias resistencias, como se pudo contemplar en el caso de la Comunidad de Madrid y de la Comunidad Valenciana; o en Catalu?a, donde parece primar la propia estabilidad de la coalici¨®n gobernante sobre la lealtad de partido.
3.- Nos falta implantar una cultura de "federalismo cooperativo", como lo denomina Ram¨®n Maiz en su imprescindible libro La frontera interior (Ed. Tres Fronteras, 2008). Es decir, eliminar las tentaciones por parte del Estado de erosionar el autogobierno de las comunidades, pero tambi¨¦n las de ¨¦stas para socavar a la federaci¨®n mediante la deslealtad, el oportunismo y la no cooperaci¨®n.
4.- No poseemos tampoco una adecuada percepci¨®n ciudadana de lo que significa un verdadero Gobierno multinivel. Los ciudadanos ignoran qui¨¦n es el responsable por la prestaci¨®n de qu¨¦ servicios, y esto afecta decisivamente a la hora de rendir cuentas a los pol¨ªticos por seg¨²n qu¨¦ decisiones. La pedagog¨ªa aqu¨ª se hace imprescindible para que no paguen tirios por troyanos y la congruencia del reparto del poder se traslade al espacio p¨²blico.
En definitiva, somos ya una democracia lo suficientemente madura como para no llamar a la cosa por su nombre y actuar en consecuencia.
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