Menudos cantaores
Llegado el tiempo navide?o nos tenemos que acordar de las criaturitas del se?or flamenco. Las hubo que empezaron como ni?os cantores. Enrique Morente fue seise en la catedral de Granada, y Jos¨¦ Merc¨¦ calent¨® sus infantes cuerdas vocales d¨¢ndole al gregoriano en la jerezana bas¨ªlica de la Merced, que de ah¨ª deriva su apelativo. La mayor¨ªa, secci¨®n ni?os-prodigio, se dio a conocer en concursos; los radiof¨®nicos por delante. Sin ir m¨¢s lejos, Paco y Pepe de Luc¨ªa. Recordemos, pues, con el tel¨®n de fondo de la epifan¨ªa, esa peque?a historia de la precocidad flamenca en microsurco para familiar gozo y disfrute del recreo vacacional. Am¨¦n.
La Ni?a de los Peines y el Ni?o de Marchena fueron, porque lo val¨ªan y por avanzadilla, los que marcaron la ¨¦poca de "los ni?os" en el gremio flamenco, cuando se grababa en disco duro de pizarra. Llegar¨¢ la Rep¨²blica y despu¨¦s la oscuridad. En la plena sinraz¨®n -y sin raci¨®n- de la Guerra Civil, muchas familias acertaron descubrir en sus reto?os una providencial fuente de ingresos. Y los escenarios vieron florecer una grimosa hornada de infantes flamencos a imagen y semejanza de los astros del arte andaluz. El 13 de diciembre de 1937, la mesura gubernamental dispuso una ordenanza que prohib¨ªa en el Madrid sitiado la actuaci¨®n de ni?os en espect¨¢culos de adultos. Pero se sigui¨® cantando y grabando.
Camar¨®n y Paco de Luc¨ªa arrancan su creaci¨®n de la 'Canastera' con la 'Arbol¨¦a, ea, ea' que sonaba en la pel¨ªcula de 1960
Pepe y Paco de Luc¨ªa fueron fichados por Hispavox en 1961, cuando Paco no contaba ni siquiera 14 a?os
En esos tiempos grises los chinorris de facultades desproporcionadas se dieron a cantar lacrim¨®genas coplillas que entusiasmaron al sufrido oyente, que con el coraz¨®n encogido los escuchaba a placer sollozando. Ah¨ª quedan las dos condiciones sine qua non: era impensable que la muchachada llegase entonces a lugar alguno, siendo ese lugar el micr¨®fono o el escenario; tener unos pulmones descomunales y entonar una sarta de penalidades, am¨¦n de ser andaluz o parecerlo. Atenci¨®n, vayan sacando el pa?uelo: "Que soy hu¨¦rfano de pare, / de mare tambi¨¦n lo soy, / que soy hu¨¦rfano de pare / y no tengo m¨¢s calor / que-el-que-la-pobrecita-mi-ag¨¹elita-quiera-darme. / ?Que no me abandone a m¨ª mi ag¨¹ela, Dios m¨ªo!". Esto es pa llor¨¢ de momento. Una cosa horrorosa. Lo cantaba Chiquito de Triana, que siendo Mayorcito de Triana fue cu?ado y cantaor de la inmortal bailaora Carmen Amaya. Una alegr¨ªa.
El artista miniatura de mayor alcance nacional e internacional en nuestra ¨¦poca pos-ONU ser¨¢ Joselito, cuya abultada discograf¨ªa, en elep¨¦s microsurco para la RCA, y cinematograf¨ªa, producida por Ces¨¢reo Gonz¨¢lez, dan cuenta de unos trances morrocotudos dif¨ªcilmente soportables hasta para el mismo Job, que Job-selito debieron bautizarle. Llegaba el desarrollismo pero a¨²n era menester buscarse plataformas para la fama, porque muchos platos segu¨ªan criando telara?as. Espa?a llor¨® m¨¢s que Jerem¨ªas viendo, en su cine de birria, las aventuras y desventuras -mayormente- de esos breves jilguerillos del quej¨ªo, de suyo zascandiles. Zascandiles, pero m¨¢s buenos que el pan que escaseaba, y capaces de devolver al mundo malo la fraternidad ecum¨¦nica. ?Digo! ?Anda que no!
En 1956 Joselito nos fue anunciado como "El peque?o ruise?or". No sab¨ªa el canoro imp¨²ber la que le esperaba. Sin embargo, sobrellevar¨¢ el quinario con resignaci¨®n cristiana, presta sonrisa cascabelera -de Doce cascabeles de potencia-, y en los labios una l¨ªrica coplilla de mucho efecto en clave de saeta, colombianas, fandanguillos, verdiales, medias grana¨ªnas, tangos o canciones festivas: Campanera. Debi¨® encantar a los mism¨ªsimos Camar¨®n y Paco de Luc¨ªa, porque arrancan su creaci¨®n de la Canastera con la Arbol¨¦a, ea, ea que sonaba en la pel¨ªcula de 1960 Aventuras de Joselito y Pulgarcito. Le saldr¨¢n competidores y tendremos a un arahalense Joselito II, que en 1959 graba por lo serio y cantaor ser¨¢, un Ruise?or de Salamanca, un Angelito..., y El Jilguero de C¨®rdoba, que debut¨® en la pel¨ªcula de 1958 Farmacia de guardia, pas¨® por las discogr¨¢ficas, pas¨® por la televisi¨®n, pas¨® por la radio..., y pas¨® al olvido.
Al final del t¨²nel de los cincuenta veremos, ?oh, cielos!, "un rayo de luz" dorado, polvorilla y flamenc¨®n que, tambi¨¦n, har¨¢ suspirar mientras se da su vueltecita por alegr¨ªas. Marisol. Nueve a?illos ten¨ªa. ?C¨®mo era? Que nos lo cuente su discogr¨¢fica, dirigida por el se?or Montilla desde Nueva York: "Una artista nueva, incre¨ªble, diferente; unos ojos azules, el pelo rubio, una sonrisa p¨ªcara y sentimental. As¨ª es Marisol, la nueva estrella del cine espa?ol". Dicho y hecho. La vena flamenca se hincha. Acompa?ada por guitarristas de primera categor¨ªa -Paco Aguilera, Alberto V¨¦lez- se extiende Marisol en buler¨ªas, tientos, tarantos, fandangos, sevillanas, rumbas, verdiales, tanguillos, guajiras, alegr¨ªas..., y villancicos. La adiestraron en jonduras, adem¨¢s de sus Antonios -El Bailar¨ªn y Gades- y los tocaores, Jarrito, Fosforito, Enrique el Cojo, Regla Ortega, Carmen Rojas..., y Manolo Maera -marido de aquella Esperanza que siendo abuelita triunf¨® con el Probe Miguel-.
?M¨¢s madera! En un incesante goteo m¨¢s lechones intentar¨¢n la jugada, nunca mejor dicho. All¨¢ quedaron Carmencita, Rosita, Estrellita, Santitos, Matilde la Galleguita, Morucha y Juan Jos¨¦, ese rollizo Ruise?or de Rubi, el de mayor fiato del mundo, que por alegr¨ªas pod¨ªa mantener el agudo final doce o catorce a?os. Una cosa mala. Tambi¨¦n hemos de acordarnos de Maleni Castro que, antes que a la zaga de Marisol, supuso el intento de crear una Joselita por parte de Antonio del ?lamo, director de las pel¨ªculas del Peque?o Ruise?or.
Por Cuatro Caminos viv¨ªa Antonio el Chaqueta, sabio cantaor e instructor flamenco de Joselito, y en ese barrio madrile?o vino al mundo otra notabilidad que de ni?a era temida en los concursos radiof¨®nicos: Roc¨ªo D¨²rcal. Arrasaba en toda competici¨®n, lo mismo en Ruede la bola que en Conozca usted a sus vecinos o en Vale todo. Luis Sanz, que la descubri¨® hecha ya una mocita, se encarg¨® de preparar su formaci¨®n art¨ªstica. En los vestuarios flamencos le coloc¨® de entrenadores en la secci¨®n cantaora a Fosforito y Jarrito, y en la bailaora a Regla Ortega, Carmen Rojas y Alberto Lorca, quien se nos acaba de marchar -por cierto, hermano de Gloria, voz principal de las ol¨ªmpicas y tambi¨¦n flamencas Vainica Doble-. Tirititranear¨¢ en sus pel¨ªculas, de cara al p¨²blico, y lo plasmar¨¢ en sus discos para Philips, acompa?ada por Los Pelaos..., y un enamorado plat¨®nico: Paco de Luc¨ªa.
Paco y su hermano Pepe, bajo el apelativo de Los Chiquitos de Algeciras, hab¨ªan coincidido en Madrid con Roc¨ªo en el mundillo de las competiciones radiof¨®nicas. Verdaderos portentos, cada uno en su especialidad -aunque entonces destacaba Pepe como ins¨®lito caso de imberbe cantaor completo-, fueron fichados por Hispavox en 1961, cuando Paco no contaba ni siquiera 14 a?os. Se enrolan en la compa?¨ªa del mundialmente famoso bailaor Jos¨¦ Greco y desde su adolescencia empiezan a tener que v¨¦rselas con los idiomas y las diferentes comidas del planeta. En 1964 a Paco le ficha Philips, en buena medida debido a que exist¨ªa una huelga de m¨²sicos que ten¨ªa parada la maquinaria productiva de la casa -conclusi¨®n: los flamencos no son m¨²sicos-, y, junto a Ricardo Modrego, empezar¨¢ la carrera concert¨ªstica de un chaval que ha de ser el mayor guitarrista flamenco conocido. Fue tambi¨¦n en 1964 cuando le hicieron un encarguito muy bonito: grabar un disco flamenco con esa musa juvenil llamada Roc¨ªo. Estaba que se sal¨ªa. Tanto se sal¨ªa que no sali¨® en los cr¨¦ditos. As¨ª es la dura existencia del aprendiz del arte y la vida. -
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