Catal¨¤-Roca y la Barcelona de sus calles
Amigo lector, ya est¨¢ usted situado en el tiempo. Antes que usted, un famoso fot¨®grafo (Francesc Catal¨¤-Roca, 1922-1998) se hundi¨® en las calles de Barcelona, enfoc¨® su c¨¢mara y dio testimonio para siempre de lo que en aquel momento era la verdad.
1 Vea usted el aire neblinoso de la Via Layetana de Barcelona, que a algunos ya les hac¨ªa so?ar con la City de Londres; vea usted el autob¨²s de dos pisos y remonte en ¨¦l el cielo de la ciudad que ya hab¨ªa dejado la posguerra. O no del todo. Porque aqu¨ª est¨¢ nuestro amigo el caballo, que llev¨® en sus lomos todo el peso de la ciudad y vivi¨® con nosotros el viejo sufrimiento. El caballo a¨²n transportaba hombres, barriles, piedras y miserias, pero de vez en cuando se engalanaba, tiraba de carruaje y luc¨ªa a la novia en las bodas o acompa?aba en el entierro el llanto de la viuda. El caballo y el carruaje eran entonces la verdad: con ellos, todo el mundo se enteraba de que estrenabas virgo, todo el mundo se enteraba de que estrenabas tumba. Pero antes, nuestro amigo el caballo hab¨ªa sufrido en la guerra dram¨¢ticas historias, cuando a causa del hambre ca¨ªa en la calle, moribundo, y a¨²n le fustigaban para que se pusiese en pie. Perd¨®nenme por mis recuerdos: tengo grabado en mi memoria un caballo viejo al que castigaban en la calle, no pudo levantarse y, entonces, un ni?o se abraz¨® a su cuello y se puso a llorar.
Un libro re¨²ne algunas de las im¨¢genes con las que el fot¨®grafo dio testimonio de la verdad de la ciudad de mediados del siglo XX
2 Venga, amigo, alegremos el ¨¢nimo, que Barcelona fue tambi¨¦n ciudad de fiestas, deportes y entusiasmos a perra gorda. El Price, que ya no existe, y el Sal¨®n Iris, que a¨²n existe menos, fueron los reinos del boxeo (Luis Romero, Pedro Carrasco) y de la lucha libre (Bamala, Calpe, El ?ngel) en las noches de fin de semana: delirios en el ring y cerveza en la plaza Real o el bar de la esquina. El deporte serio era el boxeo, pero el deporte-espect¨¢culo era la lucha, regida por las leyes de la alegr¨ªa y el tongo. Sobre todo el Iris lo ten¨ªa organizado de una manera magistral, con sus traidores y sus h¨¦roes, sus buenos y sus malos. Siempre se enfrentaban un apolo y un gorila, y este ¨²ltimo ganaba con malas artes y escupitajos a la cara del valiente, de modo que el p¨²blico aullaba, se acordaba de su madre y ped¨ªa la revancha para la semana siguiente. Ni que decir tiene que el "bueno" volv¨ªa a perder, con lo cual el p¨²blico, presto a entrar en coma, llenaba la sala a la semana siguiente. Y entonces s¨ª, entonces el "bueno" ganaba noblemente, aplastaba al gorila y lo lanzaba con sus verg¨¹enzas fuera del ring. El pueblo fiel daba saltos de alegr¨ªa, abrazaba a los vecinos y ya empezaba a formar cola para el combate siguiente. Verdaderamente -a veces- ser feliz no es tan dif¨ªcil.
3 Vea usted ahora las tres chimeneas del Paralelo, el descampado de Montju?c, la nena, las casuchas a sus pies. Y sepa usted que est¨¢ en la ciudad del olvido, o quiz¨¢ en la ciudad de los sue?os imposibles.
4 El Paralelo -abajo- hab¨ªa sido la calle de las revoluciones (existi¨® un caf¨¦ donde los anarquistas preparaban sus bombas y que se llam¨® Caf¨¦ La Tranquilidad), los centros revolucionarios y los obreros muertos, pero Montju?c era el ¨²ltimo refugio de los que s¨®lo ten¨ªan una esperanza, un mendrugo y un p¨¢jaro. El mundo pat¨¦tico de la ni?a descalza es la verdad que con el franquismo no nos fue mostrada, aunque si mira usted la otra foto -la de La Chunga ni?a, que ni?a- poco antes de empezar a triunfar en su mundo gitano, comprender¨¢ que siempre hay que dejar en la vida un sitio de amigo para cuando triunfe la esperanza.
5 Y, en fin, tomemos juntos el caf¨¦ de la alegr¨ªa en la Barcelona del confort. ?sta es una ciudad que trabaja y sufre, pero que, cuando la dejan, canta y sabe vivir. Aqu¨ª ve la llamada plaza de Calvo Sotelo, un rinc¨®n para el sol y la gente que no llora, para ver el paso de las horas y mirar los colores del aire. A Catal¨¤ Roca le gustaba tambi¨¦n esta Barcelona de los bienes. Seguro que en este sitio se tom¨® m¨¢s de una copa.
La Barcelona de Catal¨¤-Roca incluye textos de Carlos Ruiz Zaf¨®n y Daniel Giralt-Miracle y est¨¢ editado en 2008 por La Magrana y el Ayuntamiento de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.