Raimon
Raimon ha celebrado en un Palau de la M¨²sica al completo y ante un p¨²blico entusiasta un recital antol¨®gico, por la selecci¨®n de canciones de todas las ¨¦pocas y por la gran calidad de las mismas. Pronto se cumplir¨¢ medio siglo (dos o tres a?os m¨¢s) desde que irrumpi¨® en las aguas estancadas de la cultura popular catalana con una canci¨®n de bandera: Al vent. Inevitablemente, los aplausos no cesaron hasta que se despidi¨® con ella despu¨¦s de varios bises, de cantar el siempre contundente y necesario Diguem no. No soy cr¨ªtico musical y no analizar¨¦ la prestaci¨®n de un artista que ha llegado a un grado de madurez tal que como Gardel cada d¨ªa canta mejor, y afortunadamente Raimon est¨¢ muy vivo. Reconozco, adem¨¢s, que sus canciones, su forma de decirlas y su actitud c¨ªvica me emocionan lo suficiente como para asumir que no puedo ser objetivo. Descubr¨ª Al vent y a su autor en un peque?o disco, en 1962, joven estudiante refugiado en Par¨ªs. Regres¨¦ a Barcelona unos a?os despu¨¦s y le o¨ª en directo cantar el Diguem no. Un d¨ªa de finales del 69 el recordado Alfonso Com¨ªn, reci¨¦n salido de la c¨¢rcel, me hizo escuchar entusiasmado el reci¨¦n aparecido y maravilloso Veles i vents. Recuerdo una noche m¨¢gica de finales de 1975 en el Palacio de Deportes de Montju?c cuando cant¨® creo que por primera vez en Barcelona Jo vinc d'un silenci. La sala oscura se ilumin¨® por centenares o miles de f¨®sforos. Raimon rompi¨® el silencio y los puntos de luz de la sala anunciaban el fin de la dictadura.
Raimon es un cl¨¢sico que recuerda que nunca se debe renunciar a la capacidad de indignarse, de decir no
Pero si ahora me siento motivado a escribir, al margen de mis art¨ªculos habituales, no es por nostalgia, es por la terrible actualidad de muchas de sus canciones, las que fueron m¨¢s aplaudidas, las que hubo un tiempo que a muchos parecieron m¨¢s coyunturales, propias de momentos de opresi¨®n y resistencia. Y, sin embargo, qu¨¦ actuales nos parecieron las canciones citadas y otras que cant¨® (La nit, Indesinter, Pa¨ªs Basc, T'he conegut sempre igual, etc¨¦tera) y no cant¨® (D'un temps, d'un pa¨ªs, He mirat aquesta terra, 18 de maig a la Villa, Societat de consum) adem¨¢s de algunas bellas composiciones recientes. Canciones interrumpidas con aplausos, que hablaban de trabajo y de dignidad, de libertad y de identidad, de resistencia y de igualdad, de la gente corriente y de combates cotidianos.
Creo que las canciones de Raimon nunca dejaron de ser actuales pero ahora es m¨¢s f¨¢cil decirlo y percibirlo. Es una ¨¦poca que estalla el esc¨¢ndalo de la corrupci¨®n, en la que los financieros delincuentes que se lucraron de la degeneraci¨®n del capitalismo y los gobernantes c¨®mplices o son confirmados en sus puestos de privilegio o se van a sus casas con indemnizaciones supermillonarias. Mientras que el mundo del trabajo paga la factura con desempleo, sueldos bajos congelados, amenazas de semanas de 65 horas, expulsi¨®n de trabajadores inmigrantes. La humanidad no ha dado a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas indicios de progreso moral, pero por lo menos parec¨ªa que era razonable esperar un relativo progreso social. Fue un espejismo. Como lo fueron las esperanzas de progreso de la democracia espa?ola, recordemos la cobard¨ªa gubernamental sobre la memoria democr¨¢tica, el miedo a reconocer la dignidad de los resistentes y de las v¨ªctimas de la dictadura. El supuesto federalismo del Gobierno actual y del partido que lo sustenta se ha disuelto. Han bastado propuestas prefederalizantes de los partidos catalanes para que haya emergido una santa alianza de facto entre los dos partidos estatales que enarbolan parecidas banderas de rancio espa?olismo.
El debate pol¨ªtico que se da en los ¨¢mbitos institucionales y en los grandes medios de comunicaci¨®n, tanto en el resto de Espa?a como en Catalu?a, se caracteriza (con escasas excepciones) por su profundo conservadurismo. Es incomprensible como desde la izquierda pol¨ªtica o social, desde el progresismo cultural, no se hacen planteamientos anticapitalistas, o si lo prefieren, reformadores de un sistema tan injusto como indigno, que estimula la codicia de unos y la exclusi¨®n de los otros. No es preciso ser un ide¨®logo de nada para saber que la garant¨ªa de que la democracia no sea simplemente formal requiere que la colectividad por medio de las instituciones democr¨¢ticas se apropie del suelo, del agua y de la energ¨ªa, que la sanidad y la escuela p¨²blicas sean la regla general, que los medios de comunicaci¨®n y de transporte est¨¦n regulados de tal forma que sean un "derecho universal", que el sistema financiero garantice que estaremos protegidos del fraude de los grupos poderosos y que el cr¨¦dito llegara a todos los que lo precisen y vengan avalados por su trabajo. En Madrid el famoso talante hoy es la cara tonta del conservadurismo y en Catalu?a el discurso autonomista sin proyecto social transformador provoca el rechazo del resto de Espa?a sin sumar apoyo popular aqu¨ª.
Un amigo me env¨ªa como saludo de fin de a?o el bello poema de Brecht A los por nacer en el que se justifica de no haber sido siempre amable pero asume que vivi¨® tiempos que exig¨ªan indignaci¨®n y rebeli¨®n. Raimon es un cl¨¢sico, en tiempos distintos nos transmite argumentos y est¨ªmulos, nos record¨® que nunca debemos renunciar a la capacidad de indignarnos, de decir no. ?Nostalgia? S¨ª, nostalgia de futuro. Borges escribi¨®: no me importa qui¨¦n escribe las leyes de un pueblo si yo puedo escribir sus baladas. Las leyes son muy importantes pero las baladas nos dan fuerza para reclamar nuevas leyes, otras pol¨ªticas.
Jordi Borja es profesor de la Universitat Oberta de Catalunya.
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