Lepage 'filma' en el Real el diab¨®lico sue?o americano de Stravinski
El singular director efect¨²a una lectura cinematogr¨¢fica de 'La carrera del libertino'
La atracci¨®n del mism¨ªsimo diablo. La b¨²squeda del espacio. O qui¨¦n sabe si la resoluci¨®n de problemas pr¨¢cticos. Las fuerzas que atraen la atenci¨®n del director Robert Lepage (Quebec, 1957) son muy diversas. Y ¨¦stas fueron algunas de las que actuaron, cuando decidi¨® acometer el proyecto de la ¨®pera La carrera del libertino, de Igor Stravinski.
La adaptaci¨®n, que promete riesgo, supone el estreno en Espa?a como director de ¨®pera de este grande de la escena mundial. Narra el encuentro y la fascinaci¨®n del compositor con la ?merica a la que emigr¨®. Con impecable libreto del dramaturgo Chester Kallman y el poeta W. H. Auden (brit¨¢nico nacionalizado estadounidense en 1946, justo un a?o despu¨¦s que Stravinski), es sin¨®nimo de intenso dramatismo, pero tambi¨¦n de humor e iron¨ªa, reflejada sutilmente tambi¨¦n en la partitura del compositor ruso (en esta ocasi¨®n, en la interpretaci¨®n del director musical Christopher Hogwood).
"La ¨®pera supera en teatralidad al mismo teatro, que no es generoso"
Para servir de fondo a las idas y venidas de sus protagonistas (interpretados por Mar¨ªa Bayo, Toby Spence, Darren Jeffery y Johann Reuter), el escenario del coliseo madrile?o ha adquirido la cl¨¢sica imagen de la glamurosa Am¨¦rica de los a?os 50 para narrar una f¨¢bula sobre ambici¨®n, el placer y los influjos diab¨®licos. Aunque la modernidad de la ¨®pera no resida, seg¨²n Lepage, en su enfoque sino en el propio Stravinski: "?l supo atrapar en sus notas el sue?o americano", explicaba esta semana. El actor y director llevaba unos cuantos d¨ªas trabajando sobre el escenario del Teatro Real. No es amigo de las sorpresas y antes de comenzar los ensayos con los cantantes siente la necesidad de tener todos los problemas solucionados. "En una ¨®pera sabes que no puedes contar con los int¨¦rpretes desde el principio y tienes que buscar recursos diferentes. Lo que hago es contratar un equipo de bailarines para que se muevan sobre el escenario y sepa d¨®nde est¨¢n los problemas. La preocupaci¨®n de los cantantes s¨®lo tiene que ser musical antes y despu¨¦s de la actuaci¨®n", afirma.
Tanta previsi¨®n no es sin¨®nimo de conservadurismo. A Lepage le apasiona embarcarse en aventuras siempre diferentes. Lo pr¨®ximo que har¨¢ ser¨¢ subirse a un escenario para bailar. "Me interesa analizar c¨®mo mi cuerpo se relaciona con el movimiento sin palabras. Es un reto. ?Y por qu¨¦ no a mis 50? La vida es intentar superarse y emprender".
Adem¨¢s de la necesidad de asumir los retos, el trabajo de este director est¨¢ profundamente marcado por las tres dimensiones. ?l mismo se considera "un arquitecto esc¨¦nico". Cuando decide llevar a cabo una nueva obra analiza muy bien el espacio y el tiempo y c¨®mo el ser humano se desenvuelve en esas coordenadas. "En la ¨®pera la m¨²sica te encarcela en un tiempo y eres t¨² el que tienes que jugar con el espacio para hacerlo diferente". En La carrera del libertino, esas coordenadas son las que descubri¨® Stravinski al llegar a Estados Unidos en 1939. "Su prop¨®sito era hacer m¨²sica para pel¨ªculas", recuerda Lepage. "Un proyecto que no cuaj¨®. Lo que s¨ª sabemos es que qued¨® fascinado por el mundo de la televisi¨®n, un mundo incipiente que parec¨ªa ser la m¨¢quina salvadora del mundo. Me interesa mucho esa manera de ver su obra". Esa influencia televisiva la entiende bien Lepage, puesto que la comparte. "Tengo un taller estudio en el que realizo los experimentos y he hecho la prueba de poner la m¨²sica de Stravinski sobre series de televisi¨®n y el ensamblaje es perfecto". "De ah¨ª", insiste, "procede su modernidad. Que est¨¢ en el compositor que fue capaz desde su fascinaci¨®n de crear una ¨®pera para televisi¨®n".
Un artista, seg¨²n Lepage, debe tratar de abordar todos los g¨¦neros posibles para poder entender mejor su mundo. De ah¨ª su inter¨¦s por la ¨®pera, que ve como la disciplina madre de las artes esc¨¦nicas. Arquitectura, literatura y m¨²sica se citan en su seno. "En nuestro siglo la ¨®pera est¨¢ obligada a utilizar todos los recursos posibles porque el vocabulario esc¨¦nico de hoy permite todas esas cosas. No s¨®lo la t¨¦cnica sino tambi¨¦n la filosof¨ªa y la manera del cine". Por eso, a este gigante del teatro la ¨®pera le interesa mucho m¨¢s que el s¨¦ptimo arte. "Supera en teatralidad al mismo teatro, demasiado embarcado ¨²ltimamente en su dimensi¨®n psicol¨®gica. En el aspecto m¨¢s minimalista. No es generoso, al contrario que la ¨®pera. La ¨®pera siempre es generosa".
Babelia
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