Amor de monstruo
Las m¨¢scaras de las caranto?as y los animales bendecidos, en dos fiestas de invierno
San Ant¨®n y san Sebasti¨¢n inauguran el ciclo de santos de invierno, que hacen de enero y febrero dos meses especialmente pr¨®digos en celebraciones interesantes. El fr¨ªo, a veces, aleja a los mirones, y las creencias e imaginaci¨®n de siglos depositan sobre estas fiestas elementos llenos de vida.
01 SANTANTON?
16 y 17 de enero
Esta tarde, hacia las cuatro y media, tendr¨¢ lugar en Morella (Castell¨®n) la entrada de la brosta (follaje) con caballer¨ªas desde Sant Miquel hasta la placita de delante de la iglesia.
Con este dato tan escueto no decimos cualquier cosa.
Sant Miquel es uno de los portales de acceso de la villa amurallada de Morella (Castell¨®n), una de las m¨¢s hermosas de Espa?a y una de las mejor conservadas de la vapuleada Comunidad Valenciana. Dos poderosas torres octogonales de mediados del siglo XIV lo constituyen; entre ambas, un arco ojival bajo el cual discurre la v¨ªa.
En cuanto a la iglesia, es la arciprestal de Santa Mar¨ªa, con una espectacular portada de los Ap¨®stoles del siglo XIV, que se convierte, la noche del 16 de enero, en fondo monumental de la representaci¨®n de la vida de San Antonio abad.
En la entrada de la brosta se trasladan las ramas con las que ha de construirse minuciosa y f¨¦rreamente la barraca, espacio central de la fiesta, que acabar¨¢ siendo pasto de las llamas invernales e infernales.
En esta comarca de Els Ports, de la que Morella es capital, abundan las santantonadas. Tambi¨¦n en la vecina comarca de El Maestrazgo, que comparte con la provincia de Teruel.
"La fiesta puede tener m¨¢s o menos elementos, generalmente en funci¨®n de si hay mayoral o si se debe encargar el cap¨ªtulo de la cofrad¨ªa", dicen en el Ayuntamiento.
Este a?o tenemos suerte. Los quintos de 2004 se han hecho cargo. "Es una fiesta que nos gusta mucho", comenta Ra¨²l Franz Mili¨¢n. "Es muy divertida. Por eso decidimos que cuando cumpli¨¦ramos 22 a?os ser¨ªamos mayorales: somos 19".
Ellos se responsabilizan de todos los preparativos. Y lo hacen con tiempo. "Antes del verano", a?ade Ra¨²l Franz Mili¨¢n, "compramos un toro y un cerdo. El d¨ªa de Reyes los rifamos y con ese dinero pagamos los gastos. Tambi¨¦n sembramos las calabazas para el panoli".
Van por todo lo alto. Para empezar, han recuperado la entrada de la brosta con caballer¨ªas, sustituyendo los tractores que ¨²ltimamente se utilizaban.
Despu¨¦s no faltar¨¢ de nada. El grupo de Dol?ainers de Morella tocando la retreta del viernes 16 y la diana del 17; la representaci¨®n, a las diez y media de la noche, de la vida del santo; la quema, al filo de la medianoche, de la arb¨®rea barraca, con Sant Antoni, Morondo, La Tentadora y Lucifer yendo y viniendo. Luego, la estudiantina, cantos de rondalla y reparto de panoli, aguardiente y moscatel por parte de los mayorales, y ya entrada la madrugada, canto de albades por las hermosas y heladas calles de Morella.
El s¨¢bado 17 se traslada al santo desde la cofrad¨ªa hasta la arciprestal. Despu¨¦s hay procesi¨®n, en la que participan cientos de masoveros (habitantes de las mas¨ªas, que festejan a su patrono) portando hachones; misa, desfile de caballer¨ªas con parejas vestidas a la antigua usanza, bendici¨®n de animales dom¨¦sticos (san Ant¨®n les protege) y, por la tarde, diversas representaciones: Contrabando, l'Agostera y el Mondongo, que reproducen escenas de la vida tradicional, baile de jotas incluido.
02 SAN SEBASTI?N
20 y 21 de enero
Tambi¨¦n en Aceh¨²che (C¨¢ceres) hay un traslado vegetal, en este caso de romero, la v¨ªspera de San Sebasti¨¢n. El lunes 19, bien temprano, las mayordomas (Raquel Barquero y Mar¨ªa del Carmen Mart¨ªn) y los hombres ir¨¢n al campo a recogerlo, reparti¨¦ndolo a las puertas de sus casas y delante de la iglesia.
A San Sebasti¨¢n, al que se tiene una enorme devoci¨®n (m¨¢s de 300 cofrades, en un pueblo que no llega a 900 habitantes), comienzan a festejarlo el d¨ªa 20 a las seis, con la albor¨¢ a cargo de un tamborilero que ha llegado al anochecer de la v¨ªspera en medio de una c¨¢lida acogida. Es la hora de que las caranto?as se pongan en pie y preparen su indumentaria, compuesta por pieles curtidas (de oveja, cabra o zorra) y horribles m¨¢scaras, forradas tambi¨¦n con pieles, de las que cuelgan colmillos, pimientos y orejas de animales.
Al amanecer comparten migas con caf¨¦ con quienes les han ayudado en la compleja tarea: no pueden vestirse solos. Cercano el mediod¨ªa se concentran en casa de la mayordoma para ir a la iglesia.
La salida del santo es estruendosa y emocionante. Le esperan los tiraores, con salvas de p¨®lvora y confeti que repiten en diversos puntos del recorrido; y las regaoras, con vistos¨ªsimos mantones. Su procesi¨®n por las calles, regadas de romero, est¨¢ custodiada por las caranto?as, que marchan de dos en dos sin volver nunca la espalda, dando tres pasos al tiempo y agach¨¢ndose humildemente en una reverencia mientras arrastran por el suelo una rama seca de acebuche o t¨¢rama.
Ser mayordomo cuesta mucho dinero: con 6.000 euros no tienen suficiente. Cuando no hay promesas privadas se ofrecen voluntarios dos miembros de la cofrad¨ªa, como en esta ocasi¨®n. "No tengo ninguna promesa", dice Raquel, de 30 a?os, empleada de hosteler¨ªa en paro, "pero s¨ª mucha devoci¨®n".
Mar¨ªa del Carmen, de 56 a?os, due?a de una f¨¢brica de embutidos y una tienda de comestibles, comenta: "Tanta fe, tanta fe... y luego no hay nadie que quiera servir al santo. Por eso me ofrec¨ª. Aunque lo paga la cofrad¨ªa, supone mucho trabajo". Ella es la mayordoma del d¨ªa 21.
Tras la misa, las caranto?as y cientos de personas se re¨²nen en la plazuela de la Iglesia, donde una de las fieras se transmuta en vaca-tora, con cuyo armaz¨®n, cubierto por una manta y rematado con cuernos, embiste a los presentes. El fin de fiesta se acompa?a con bu?uelos, floretas, perrunillas, merengues, magdalenas y vino de pitarra.
Al d¨ªa siguiente se repiten los actos con id¨¦nticas caracter¨ªsticas, esta vez bajo la advocaci¨®n de un diminutivo inequ¨ªvocamente extreme?o: san Sebastianino.
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