Los pol¨¦micos ochenta a?os de Tint¨ªn
Si no fuera por esos anticuados pantalones bombachos que se resiste a jubilar de su vestuario, resultar¨ªa dif¨ªcil imaginar que el joven reportero de flequillo indomable acumula ya ochenta a?os a sus espaldas, provocando todav¨ªa las m¨¢s agrias pol¨¦micas. Pero as¨ª es: Tint¨ªn debutaba el 10 de junio de 1929 en las p¨¢ginas de Le Petit Vingti¨¨me, el suplemento infantil del diario cat¨®lico Le Vingiti¨¨me Si¨¨cle, acompa?ado de su inseparable fox terrier blanco y corriendo su primera aventura como periodista en un ignoto Pa¨ªs de los Soviets que Herg¨¦, entonces un joven de apenas veinte a?os, retratar¨ªa con ingenuidad siguiendo los dictados del padre Wallez, el director de la revista.
Durante estas ocho d¨¦cadas, Tint¨ªn se ha convertido en un icono cultural, cuya fama ha sobrepasado ampliamente los l¨ªmites nacionales para llegar a ser uno de los referentes ineludibles del c¨®mic europeo, protagonista de las l¨®gicas adaptaciones cinematogr¨¢ficas (y cuyas pr¨®ximas entregas, previstas para 2010, tendr¨¢n el sello de las superproducciones de Spielberg) y de todo tipo de mercadotecnia variada. Pero tambi¨¦n ha sido el inspirador de toda una generaci¨®n de artistas y protagonista de la mayor cantidad de estudios y debates que ha desatado un personaje de c¨®mic.
Todo un ¨¦xito para una serie que se desarroll¨® fundamentalmente en la d¨¦cada de los a?os 30 y 40 y cuya ¨²ltima aparici¨®n -si exceptuamos la publicaci¨®n p¨®stuma del inacabado Tint¨ªn y el arte-alfa en 1986- data de 1978. Desde entonces, la Fundaci¨®n Herg¨¦, gestora de los derechos, se ha encargado del f¨¦rreo y estricto control (persecutorio para algunos) de un suculento negocio de m¨¢s de 200 millones de ¨¢lbumes vendidos, que no ha podido evitar la forja de una mitolog¨ªa propia alrededor del personaje, con incontables versiones ap¨®crifas. ?stas van desde la parodia m¨¢s escatol¨®gica al homenaje m¨¢s irredento, con versiones que alcanzan precios estratosf¨¦ricos en Internet para desespero de tintin¨®filos, tintin¨®logos y tintin¨®latras (calificativos aparentemente iguales, pero de sutiles diferencias para los seguidores de Tint¨ªn).
Tampoco ha podido evitar la fundaci¨®n el nacimiento de todo tipo de pol¨¦micas de resurrecci¨®n peri¨®dica: si hace un par de a?os aparec¨ªan de nuevo quejas y denuncias hacia el tratamiento racial de Tint¨ªn en el Congo, esta misma semana un art¨ªculo en The Times (respondido casi inmediatamente por Le Figaro) volv¨ªa a sacar a la palestra las dudas sobre la orientaci¨®n sexual del personaje, un tema recurrente que en su d¨ªa lleg¨® a ser parte fundamental de uno de los ap¨®crifos m¨¢s perseguidos, Tint¨ªn en Tailandia. Debates que podr¨ªan resolverse con una simple contextualizaci¨®n del personaje que ya expresaba Herg¨¦ en una larga entrevista con Numa Sadoul: Tint¨ªn es un personaje que muestra el pensamiento de la sociedad de su tiempo y la evoluci¨®n personal de su autor.
As¨ª, su visi¨®n del colonialismo es la propia de un joven de 1930, que apenas conoc¨ªa ?frica m¨¢s que por t¨®picos y por estereotipos, mientras que la asexualidad de Tint¨ªn es la l¨®gica que cabe encontrar en un personaje protagonista de una serie infantil en una publicaci¨®n cat¨®lica de la ¨¦poca, que dif¨ªcilmente habr¨ªa permitido siquiera pensar que la amistad de Tint¨ªn y Haddock ocultara ning¨²n matiz. Una postura as¨¦ptica que deja libre la imaginaci¨®n y que permite la conclusi¨®n de su homosexualidad, pero tambi¨¦n la posibilidad del affaire crepuscular con Catherine Deneuve que propon¨ªa Antonio Altarriba en el tambi¨¦n perseguido El loto rosa.
S¨®lo Mil¨² sabe la verdad.
Babelia
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