El color Rajoy
A un se?or de la calle que hizo un v¨ªdeo informativo sobre la situaci¨®n en el mundo le han dado como premio en el PP la posibilidad de comer con Mariano Rajoy.
Desde que Giscard d'Estaing instituy¨® en Francia un premio parecido esta peligrosa f¨®rmula de intercambio no hab¨ªa sido imitada por nadie.
La ha imitado Rajoy, a su manera.
Hace alg¨²n tiempo, le preguntaron a Clint Eastwood qu¨¦ recordaba de los spaghetti western que rodaba en Almer¨ªa. "Uf, las carreteras". De eso hace m¨¢s de cincuenta a?os, o as¨ª, y las carreteras de Almer¨ªa eran un desastre.
Tal desastre, dec¨ªa el actor, que entre los que hac¨ªan las pel¨ªculas se instituy¨® un concurso. El primer premio, un viaje a Almer¨ªa, y el segundo premio, dos viajes a Almer¨ªa.
En M¨¦xico, hace siglos, un librero imaginativo puso en marcha un concurso que tambi¨¦n ten¨ªa premios singulares. En este caso, se hizo c¨®mplice de un amigo suyo, el cantante Pedro ?vila, que sigui¨® con entusiasmo la broma. Y el primer premio del concurso era un disco de Pedro ?vila; el segundo premio, dos discos de Pedro ?vila. El premiado con el tercero recibir¨ªa tres discos de Pedro ?vila.
Bromas aparte, este premio que ha decidido dar Rajoy ha tenido -en el lenguaje de la comunicaci¨®n o el marketing- un timing por lo menos peligroso. Resulta que ha coincidido en el tiempo con esta jugada de ajedrez que le han organizado, en secreto, pero con luz, sus antiguos amigos Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Jaime Mayor Oreja. Mayor Oreja le estuvo levantando las alfombras durante el periodo electoral de su partido; y Rajoy las pas¨® canutas con la dimisi¨®n de su representante vasca, Mar¨ªa San Gil, u?a y carne de Mayor Oreja.
Esa ruptura fue sonada, y puso a Mayor Oreja contra las cuerdas, lejos, al menos un pel¨ªn, de Bruselas. Tan complicada era la situaci¨®n con Mayor, y la situaci¨®n en general, que el l¨ªder de los populares prefiri¨® almorzar con ¨¦l (?otro premio come con Rajoy?) antes que ir al Parlamento a oponerse a los Presupuestos Generales del Estado.
As¨ª que Rajoy crey¨® haber resuelto el concurso come con Mayor; y resulta que ese certamen ten¨ªa un postre que le administraba su antecesor en el cargo. Dec¨ªa Lewis Carroll que quer¨ªa conocer el color de la luz de una vela cuando est¨¢ apagada. ?sa debe ser tambi¨¦n la ilusi¨®n de los que interpretan a Rajoy: cuando le hacen esto, ?de qu¨¦ color se le queda el alma? El color Rajoy es tambi¨¦n un color.
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