La hora de los est¨ªmulos
Las Navidades no han suavizado precisamente las amenazas que se ciernen sobre el bienestar de la poblaci¨®n mundial. La recesi¨®n global ha pasado de hip¨®tesis a certeza, y ninguno de los indicadores de las principales econom¨ªas permite atisbar un horizonte de recuperaci¨®n en un plazo razonable; por el contrario son varios los que apuntan a un deterioro adicional en los pr¨®ximos meses. Los del mercado de trabajo son, desde luego, los m¨¢s inquietantes.
Las p¨¦simas cifras del paro en Estados Unidos conocidas este fin de semana (11 millones de desempleados, 3,5 millones m¨¢s que hace un a?o, 7,2% de la poblaci¨®n activa) unidas a su crecimiento en Alemania tras 34 meses de reducci¨®n y al r¨¦cord del paro espa?ol, que vuelve a superar los 3 millones, se?alan cu¨¢l es el primer problema y tambi¨¦n la prioridad de las pol¨ªticas econ¨®micas. No hay se?al hoy m¨¢s negativa para la confianza de los agentes que esa reducci¨®n casi continua de la capacidad de las empresas que les obliga, con bastante independencia de la regulaci¨®n nacional de los mercados de trabajo, a enviar a miles de personas al paro cada d¨ªa.
Son razones que amparan la adopci¨®n de decisiones adicionales de gasto p¨²blico con el fin de evitar desplomes adicionales en la demanda que conduzcan a un escenario depresivo. Afortunadamente, en esto parecen estar ya de acuerdo Gobiernos con orientaciones pol¨ªticas bien distintas y agencias multilaterales como el FMI. Incluso los hasta hace poco m¨¢s partidarios del autoajuste de los mercados, caiga quien caiga, reclaman hoy el dinero de los contribuyentes para evitar males peores. Los males ya conocidos han sido los que condujeron en algunas de las m¨¢s importantes econom¨ªas, con la de EE UU a la cabeza, a rescatar a bancos, compa?¨ªas de seguros y empresas industriales del hundimiento al que les deber¨ªa haber conducido la l¨®gica del mercado. Ahora, adem¨¢s de seguir atentos por si es necesario que los contribuyentes sigan ayudando a empresas concretas, es necesario que los que deciden sobre los presupuestos p¨²blicos superen prejuicios ideol¨®gicos o restricciones cuantitativas sobre el d¨¦ficit y se empleen de lleno en decisiones de inversi¨®n publica.
La nueva Administraci¨®n estadounidense incrementar¨¢ de forma significativa los recursos asignados a mejora de infraestructuras y a la reducci¨®n de impuestos a las rentas m¨¢s bajas. En la entrevista que hoy publicamos, el presidente electo, Barack Obama, defiende la necesidad de estimular con fondos p¨²blicos la recuperaci¨®n, niega que sea una opci¨®n ideol¨®gica hacerlo y argumenta que el coste de no intervenir ser¨ªa mucho m¨¢s elevado. Otros pa¨ªses, con Gobiernos de signo diferente, como Alemania y el Reino Unido, han asignado fondos a ese est¨ªmulo imprescindible. El Gobierno de Espa?a, con una econom¨ªa sobre la que pesan amenazas que no son precisamente menores, deber¨ªa empezar a manejar la posibilidad de est¨ªmulos adicionales, sin esperar a verificar los resultados de los 11.000 millones de euros, 1,1% del PIB, ya comprometidos antes de final de a?o. Es la hora de que los ciudadanos verifiquen que sus instituciones sirven para evitar mayores p¨¦rdidas de bienestar a las ya muy importantes registradas.
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