El tocino y la velocidad
Circula un proverbio por Italia que siempre me da que pensar: "De Manzoni se aprovecha todo, es como el cerdo". Traer a la vida cotidiana a un cl¨¢sico es algo que hacen a la perfecci¨®n los italianos, quienes tambi¨¦n, por elitista que nos parezca, tararean arias de Verdi y de Puccini en la ducha sin miedo a que se presente la SGAE a pedirles derechos de autor. Traigo a colaci¨®n al autor de Los novios y sus atributos porcinos porque en tiempos de crisis conviene aprovecharlo todo y si se hace con un poco de arte mejor que mejor.
Por eso me parece fant¨¢stica la idea de la Feira do Cocido de Lal¨ªn, el Par¨ªs-Dakar de nuestras rutas gastron¨®micas altas en colesterol, que han encargado 25 cerdos de poli¨¦ster tuneados por otros tantos artistas pl¨¢sticos para conmemorar as¨ª al nunca bien ponderado animal que, en nuestro pa¨ªs, s¨®lo compite con la vaca y la lamprea en el altar de los animales sagrados. O sea que si ustedes pasan por la capital del Deza por las fechas de San Valent¨ªn pueden honrar al amor comi¨¦ndose un pantagru¨¦lico cocido sin olvidar la importancia del unto en la evoluci¨®n de la guerra de los sexos. Visiten pues esa muestra de pork-art, un lujurioso sex-shop, y olv¨ªdese de las complicaciones.
El mundo rural, tantas veces denostado, a¨²n puede dar lecciones de modernidad
La gente del Deza, nativos de tierra adentro con gran sentido del desaf¨ªo gastron¨®mico, cuenta ya desde ahora con una enorme ventaja sobre el resto de las comarcas que pugnan por convertir su mercanc¨ªa en icono: han hecho marketing de su animal nutricio y lo han hecho en un momento en que los c¨¢lculos de ahorro de las familias vuelven a aquel lugar arc¨¢dico en el que la cuenta de los chorizos y las morcillas, de los jamones y los lacones, resulta no s¨®lo primordial para desafiar al invierno sino tambi¨¦n para poner un poco de sentido com¨²n en la cuenta de resultados dom¨¦stica. Propongo desde aqu¨ª que se estudie el caso en las escuelas de marketing porque demasiadas veces yerran el tiro buscando consignas en las esferas celestes cuando realmente ¨¦stas provienen en la mayor¨ªa de los casos de la tierra que pisamos, cuando no de la propia pocilga.
El cerdo de Lal¨ªn se ha convertido as¨ª en una de esas causas del mundo rural, tantas veces arrinconado y denostado, que demuestra que a¨²n puede ofrecer lecciones de indudable modernidad y econom¨ªa en la Galaxia Gutemberg. La par¨¢bola parece clara: el hijo pr¨®digo vuelve a la hora de la matanza, el emigrante regresa al mundo primitivo y se pregunta por el inagotable valor tot¨¦mico de la leira de patacas y del cerdo. M¨¢s que un seguro de vida, un capital de fuerza simb¨®lica en momentos en que como dec¨ªa Carlos Marx, que no era de Lal¨ªn pero conoc¨ªa la tremenda importancia del campesinado como fuerza motora, "todo lo s¨®lido se desvanece en el aire".
Cerdos volando hab¨ªa en la psicodelia de Pink Floyd y cerdos volantes, m¨¢s que platillos, vuelven a despegar del campo de sue?os de una Galicia que de nuevo afronta el 1 de marzo otra rev¨¢lida de su proyecto de pa¨ªs con serias dudas sobre la supervivencia de ese mundo rural puesto que, tanto los votantes como los s¨ªmbolos, han emprendido un ¨¦xodo irreversible a las ciudades. Aunque se han dado pasos interesantes en romper ese aislamiento y dotar de servicios y recursos al rural, sigue habiendo problemas a la hora de intercalar proyectos de modernidad y de progreso en ese ¨¢mbito del que vuelven a surgir con inusitada fuerza las par¨¢bolas, ya sean los molinos de viento e¨®licos, ya sean esos cerdos que, a buen seguro, dar¨¢n la vuelta al mundo y ya anuncian su visita en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) compitiendo con los muy afamados de Parma y de Sajonia.
No s¨¦ si me explico: a los pol¨ªticos hay que exigirles, adem¨¢s de la consabida bronca de tertulianos que ya nos regala los o¨ªdos todos los d¨ªas del a?o, un poco de imaginaci¨®n para hacer volar esos cerdos y levantar de la zona muerta a esos ancestros que desde el olvido siguen impartiendo lecciones de futuro. A los pol¨ªticos hay que exigirles tambi¨¦n un dominio no s¨®lo de las finanzas contables sino tambi¨¦n de las simb¨®licas; hay que demandarles, como en tiempos de Risco y Castelao, que andaban sobrados, ese encantamiento que pasa inevitablemente por desear cada d¨ªa m¨¢s lo que tenemos y no lo que nunca tendremos. Convertir al cerdo en s¨ªmbolo de riqueza, en hucha, no ha sido una casualidad sino una gran muestra de inteligencia; tunearlo sigue siendo una posibilidad maravillosa de disfrazar el tocino de velocidad.
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