Teatro de pasi¨®n e ideas
Para Flotats la palabra es el alma del teatro. Lo demuestra en El encuentro de Descartes con Pascal joven, una obra para pensar y sentir
Josep Maria Flotats lo ha sido todo en el mundo del teatro, pero reci¨¦n cumplidos 70 a?os no ha perdido ni un ¨¢pice de su ilusi¨®n y de su pasi¨®n por la escena. Mantiene una fogosidad cuando habla de su trabajo y los ojos le brillan a trav¨¦s de sus gafas cuando defiende el teatro de autor, el teatro de ideas. En un descanso de los ensayos de El encuentro de Descartes con Pascal joven, en una sala casi vac¨ªa del teatro Espa?ol, de Madrid, en una tarde g¨¦lida, Flotats argumenta as¨ª de rotundo sobre la obra de Jean-Claude Brisville que estrenar¨¢ el pr¨®ximo jueves, d¨ªa 22. "El teatro de texto, de ideas, es el que me gusta. En realidad, es el teatro con may¨²sculas, con contenido y estilo. La astucia de Brisville en esta obra, al igual que en La cena, pasa por unir a personajes hist¨®ricos en una situaci¨®n determinada y hacerles hablar de un modo pr¨®ximo, como personajes de carne y hueso y no como intelectuales pomposos y ficticios".
"Las obras de calidad, como las de Brisville, siempre conectan con el p¨²blico. Ya lo demostr¨® con 'La cena"
"Muchos espectadores est¨¢n cansados del arte enlatado del cine y quieren ver algo vivo, la vida en definitiva"
La cena fue un clamoroso ¨¦xito de p¨²blico y de cr¨ªtica y descubri¨® a los aficionados espa?oles el talento de Brisville, un octogenario dramaturgo franc¨¦s y antiguo editor, que plante¨® un di¨¢logo teatral entre el c¨ªnico pol¨ªtico Talleyrand y el despiadado polic¨ªa Fouchet en la Francia posterior a la Revoluci¨®n. Con el mismo esquema de dos ¨²nicos personajes y un ¨¢gil debate de ideas y visiones del mundo como tel¨®n de fondo, el montaje que ensaya Flotats recrea una entrevista que mantuvieron en 1647 un ya consagrado pensador como Ren¨¦ Descartes (La Haye en Touraine, 1596-Estocolmo, 1650) y un genio prometedor de las matem¨¢ticas y la filosof¨ªa como Blaise Pascal (Clermont Ferrand, 1623-Par¨ªs, 1662). En La cena era Carmelo G¨®mez (Fouchet) quien daba la r¨¦plica a Flotats (Talleyrand) mientras aqu¨ª es el joven actor catal¨¢n Albert Triola -que confiesa que le ha tocado la loter¨ªa con ese papel- quien encarna al inventor de las calculadoras.
"El encuentro entre ambos sabios", explica el director, "se celebr¨® en un convento de Par¨ªs, donde sol¨ªa alojarse Descartes cuando recalaba en la capital francesa, a instancias de Pascal, que deseaba conocer a uno de los grandes fil¨®sofos de la ¨¦poca. Nada trascendi¨® de la entrevista, que dur¨® varias horas, salvo algunos peque?os detalles que aparecen en las correspondencias por separado de Descartes y de Pascal. A partir de estos mimbres, Brisville imagin¨® este pulso teatral que muestra la fascinaci¨®n mutua entre ambos personajes y la rabiosa actualidad de los temas que se supone abordaron y que recorren discusiones sobre la censura, el poder de la Iglesia, el choque entre la fe y la raz¨®n, los derechos del hombre, los l¨ªmites entre el bien y el mal o la justificaci¨®n de los medios por el fin que se pretende conseguir. O sea, como podemos apreciar, se trata de unos debates que est¨¢n hoy encima de la mesa a prop¨®sito de la invasi¨®n israel¨ª de Gaza, sin ir m¨¢s lejos". Intenta comprender a Descartes y rebate cr¨ªticas que se vertieron contra el autor del Discurso del m¨¦todo por su falta de valent¨ªa contra la Iglesia cat¨®lica de alguien que sostuvo que la existencia del alma no era demostrable. "En el siglo XVII", dice, "pod¨ªas acabar f¨¢cilmente en la hoguera de la Inquisici¨®n si te atrev¨ªas a cuestionar con firmeza los dogmas cat¨®licos y Ren¨¦ Descartes, desde luego, no quiso ser un m¨¢rtir. No cabe olvidar tampoco, como muestra la obra, que el fil¨®sofo racionalista vivi¨® buena parte de su vida en Amsterdam, que pasaba por ser la ciudad m¨¢s libre y tolerante de aquella ¨¦poca".
No le preocupa a Flotats que un teatro culto y de alta literatura, como el de Brisville, no llegue a un p¨²blico amplio porque est¨¢ convencido de que los buenos textos teatrales resultan, a la vez, populares y asequibles. Lo afirma desde la experiencia de haber sido uno de los principales actores de la m¨ªtica Com¨¦die Fran?aise, de haber puesto en marcha y dirigido el Teatre Nacional de Catalunya o de haber logrado triunfos impresionantes, como el logrado con Arte, la famosa y representad¨ªsima obra de Yasmina Reza. "El pueblo segu¨ªa en las corralas, con la boca abierta, las representaciones de las piezas del teatro del Siglo de Oro. El teatro de calidad siempre conecta con el gran p¨²blico". Ahora bien, para lograr esos objetivos resulta imprescindible el talento de un dramaturgo. Flotats se reconoce incapaz para la escritura teatral, a pesar de que ha firmado alguna adaptaci¨®n reciente como Una ejecuci¨®n ordinaria, de Marc Dugain, que el director catal¨¢n llev¨® a escena en Barcelona en 2007 con el t¨ªtulo de Stalin. Desde esa confesi¨®n adopta una actitud sinceramente humilde y se declara, como actor, "un sacerdote laico al servicio de los autores que defienden una idea de la vida, una est¨¦tica, una actitud ante el mundo y la sociedad. Otros tipos de teatro no me apasionan, no me divierten". Se queja, en cualquier caso, de un cierto d¨¦ficit de textos dram¨¢ticos de calidad. "Podr¨ªamos afirmar que, ahora mismo, hay mejores actores que obras", resume.
Con el paso de los a?os, Josep Maria Flotats, que se ha dejado crecer una larga melena lacia y una barba blanca para encarnar a Ren¨¦ Descartes, aspira a controlar todo el proceso teatral y, por ello, ha producido, dirigido e interpretado sus ¨²ltimos espect¨¢culos. "Si me equivoco", se?ala, "yo ser¨¦ el ¨²nico responsable. Por eso deseo controlarlo todo, para gozar de una cierta tranquilidad de esp¨ªritu. De este modo, puedo permitirme aplazar un proyecto, volcarme en otro montaje distinto al previsto... En fin, soy el due?o de m¨ª mismo y no tengo que rendir cuentas a nadie". Apenas cuatro personas (dos actores y dos t¨¦cnicos) integran el equipo necesario para representar El encuentro entre Descartes y Pascal joven, de tal manera que el montaje podr¨¢ ser trasladado a muchas ciudades y pueblos de Espa?a, como pretende Flotats. Dos trajes del siglo XVII, un mobiliario sencillo de ¨¦poca y una austera iluminaci¨®n componen los pertrechos necesarios para una gira que ya est¨¢ en parte apalabrada antes del estreno.
"Cuando decid¨ª fundar mi peque?a productora privada", recuerda, "supe que deb¨ªa abordar la tarea con mucha modestia y con mucho realismo". Esta apuesta por el teatro privado no significa, de ninguna forma, que Flotats reniegue de sus largos a?os en el sector p¨²blico, tanto en Francia como en Espa?a. "Estoy formado en el teatro p¨²blico y lo defender¨¦ siempre. Gracias a ese teatro aprend¨ª el oficio, de Moli¨¨re a Pirandello o de Pinter a Shakespeare". A su juicio, s¨®lo el sector p¨²blico puede garantizar la pervivencia de una compa?¨ªa y la creaci¨®n de un estilo. "Y para ello no hace falta que los actores sean siempre los mismos, ni mucho menos que sean funcionarios", matiza. A pesar de su fama de rebelde, que le ha perseguido en algunas etapas, este actor capaz de interpretar con id¨¦ntica soltura en castellano, franc¨¦s y catal¨¢n, ha obtenido los premios m¨¢s cotizados en su profesi¨®n que van desde Caballero de la Legi¨®n de Honor francesa a Medalla de Oro al M¨¦rito a las Bellas Artes en Espa?a o la Creu de Sant Jordi de Catalu?a.
En los ¨²ltimos tiempos, a contracorriente de las crisis econ¨®micas, las salas de teatro se llenan de un p¨²blico muy variopinto en las ciudades espa?olas. Desde los musicales al estilo de Broadway a los autores contempor¨¢neos de culto, desde cl¨¢sicos como Calder¨®n o Lope de Vega a comedias modernas, el teatro atraviesa un momento dulce que ya no parece un fen¨®meno pasajero, sino m¨¢s bien una tendencia cultural. Las buenas cifras cantan y el sector, tradicionalmente pesimista, no oculta su alegr¨ªa. Adem¨¢s la efervescencia teatral ya no se limita a Madrid y Barcelona, como ocurri¨® durante d¨¦cadas, sino que se extiende a ciudades como Valencia, Sevilla, Bilbao o Santiago de Compostela. Por no hablar de la proliferaci¨®n de festivales de verano. Desde una dilatada trayectoria -en Francia desde los a?os sesenta hasta 1984 y en Espa?a desde esa fecha-, Josep Maria Flotats manifiesta una opini¨®n sociol¨®gica, que comparten muchos de sus colegas. "El cine exhibido en las salas se encuentra en decadencia, pierde espectadores, porque las nuevas tecnolog¨ªas permiten que veas las pel¨ªculas en casa con m¨¢s comodidad, sin agobios y sin tener que preocuparte de aparcar el coche. De la televisi¨®n, mejor no hablar, porque te ofrece miles de canales y de programas, pero la inmensa mayor¨ªa de ellos son muy malos. Con ese panorama, los aficionados a la cultura han recuperado el teatro por su contacto directo, para ver a actores de carne y hueso, para asistir a esa magia de un buen texto y bien interpretado. El contacto humano de una manifestaci¨®n art¨ªstica imprevisible y ¨²nica, donde cada funci¨®n puede ser distinta, atrapa cada vez a m¨¢s gente. Muchos espectadores est¨¢n cansados de arte enlatado y quieren ver algo vivo, quieren ver la vida, en definitiva. Cada vez escucho a m¨¢s gente que sale de una funci¨®n de teatro y comenta que se alegra de haber visto un espect¨¢culo inteligente y de calidad. Suena a paradoja, pero las nuevas tecnolog¨ªas favorecen el renacimiento del teatro".
Cuando se repasa la biograf¨ªa de este teatrero absolutamente vocacional, que no cej¨® en su empe?o cuando era muy joven hasta que consigui¨® una beca en la Escuela de Arte Dram¨¢tico de Estrasburgo, sorprenden sus escasas intervenciones en cine. Apenas una docena de pel¨ªculas, entre Francia y Espa?a, a lo largo de cuatro d¨¦cadas se incluyen en su filmograf¨ªa. Como otros grandes consagrados de la escena, Flotats aporta una explicaci¨®n sencilla, que refleja al mismo tiempo su concepci¨®n del oficio de actor. "Por un lado", comenta, "me han ofrecido algunos papeles en cine que no me han interesado y, por otro, en ocasiones algunas propuestas sugerentes han coincidido con obras que yo ten¨ªa en cartel y era imposible compaginar las dos cosas". Se felicita el actor barcelon¨¦s de que, al calor de la bonanza teatral, algunos actores espa?oles, que no consideraban las tablas como un arte mayor, hayan cambiado de opini¨®n. Poco a poco, da la impresi¨®n de que los int¨¦rpretes m¨¢s l¨²cidos comienzan a imitar a nuestros colegas brit¨¢nicos o norteamericanos que, aunque se hallen en la cumbre de su fama cinematogr¨¢fica, vuelven una y otra vez al teatro como una forma de reciclarse y de no olvidar la esencia de su oficio. Cunde, pues, el ejemplo de mitos como Peter O'Toole, Vanessa Redgrave o Jeremy Irons, por citar s¨®lo tres casos. "La diferencia entre el cine y el teatro para un actor", resume Flotats, "es la misma que representa para un cantante grabar discos o actuar en directo".
Termina la conversaci¨®n y, lejos de estar cansado por horas de ensayo, sesi¨®n de fotos y charla, Flotats se escapa a ver Sweeney Todd, el musical que ha triunfado durante meses en el Espa?ol, de Madrid. "Ya la he visto, pero me apetec¨ªa verla de nuevo. Es un placer", dice alguien que ha convertido su vocaci¨®n en una forma de vida. -
El encuentro de Descartes con Pascal joven. Teatro Espa?ol. Madrid. Del 22 de enero al 22 de febrero
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