Pintores, hermanos, casi siameses...
La vida de los Palau, criados y crecidos en Madrid, es todo un cuadro de la ciudad
Han decorado las discotecas que regentaba Alaska, sus cuadros han vestido pel¨ªculas de Almod¨®var, colaboraron con Sibyla en el Museo de la Moda de Par¨ªs... "Y hemos decorado las casas de todos los camellos, no ha habido una donde fuese a pillar que no hubiese un Palau", dice con sorna Juan. Pero sobre todo, Jos¨¦ y Juan, los hermanos Palau, se han bebido a morro la vida. Enterita. Ahora andan m¨¢s cansados. Con los 40 tard¨ªos quedan en la memoria los andares andr¨®ginos de pelo liso y largo, ¨¦poca m¨¢s travestida, cuando no hab¨ªa fiesta o reina que se les resistiera. Una muerte temprana les sesg¨® la vida. Supervivientes y artistas, su casa en Malasa?a es un manifiesto de trabajo, imaginaci¨®n y amor a la vida. Hablar con ellos es un cabalgar esp¨ªdico: se pisan, se complementan y la conversaci¨®n corre. Casi siameses en la vida: "Nos llevamos un a?o y cuatro meses. Yo soy el mayor", dice Jos¨¦.
Pregunta. ?En qu¨¦ barrio crecisteis?
Jos¨¦. En Legazpi, cuando estaba la Manufactura Met¨¢lica Madrile?a, el Matadero y el Mercado Central de Verduras. El barrio estaba vivo, nunca se hac¨ªa de noche.
Juan. Era un puerto, el fin del mundo. Al otro lado del Manzanares se acababa Madrid con todas las putas. A los 16 a?os nos vinimos aqu¨ª. Mi abuelo era carrocero, fabricaba ruedas. Muri¨® y mi padre no sigui¨® con su negocio.
Jos¨¦. Se qued¨® con el de su madre. Un error, porque mi abuelo ten¨ªa medio barrio, viv¨ªa en un taller inmenso con plaza de toros.
P. ?Plaza de toros?
Jos¨¦. S¨ª, mi padre siempre nos lo dijo: toreros o artistas.
Juan y Jos¨¦ viven en un bajo de la calle de Jes¨²s del Valle, un territorio transformado y propio. Cada uno trabaja en su peque?o estudio. Por la casa se amontonan y cuelgan cuadros donde se reflejan geometr¨ªas, miradas, mujeres-hombres incisivos y et¨¦reos... Toda una ¨¦poca de Madrid est¨¢ reflejada all¨ª con fijaci¨®n y libertad.
Ellos siguen en una conversaci¨®n interminable. Haciendo un arte de la verborrea, sale a colaci¨®n su madre, que empez¨® a trabajar como aguadora a los seis a?os, y la historia silenciada (siempre hay una) de la familia:
Juan. Luego nos enteramos de que mi madre ten¨ªa el coraz¨®n partido, porque sus hermanos eran hermanastros.
Jos¨¦. Ella nunca nos lo cont¨®.
Juan. Mi abuela se vino a limpiar a Madrid y se volvi¨® al pueblo, en Cuenca, pre?ada del se?orito. Se cas¨® con el primero que pas¨®, que le dio muy mala vida porque era alcoh¨®lico. En mi casa los hombres siempre fueron malos. Mira, nosotros maricones y mi hermana Pilar bollera.
Jos¨¦. Mi abuela siempre dec¨ªa: M¨¢s vale que mueran pantalones antes que faldas.
Juan. Mi madre no nos cont¨® lo de su padrastro, se lo cont¨® a mi hermana Pilar.
Jos¨¦. Nosotros nos vinimos a vivir con Pilar con 16 a?os, aqu¨ª a Malasa?a. En este barrio estaba todo Dios: desde las Costus [Juan Carrero y Enrique Naya, pintores de la movida madrile?a], hasta Olvido, Tino Casal, Ana Curra, Alberto Garc¨ªa Alix... Todos quer¨ªan ser "un bote de Col¨®n". Una Nochevieja Pilar no volvi¨®.
P. ?Todo acaba al morir ella?
Jos¨¦. Pues s¨ª, fue muy r¨¢pido, se muri¨® en un a?o de sida. Mi madre se mor¨ªa al mismo tiempo, y nosotros enganchados...
Historias de camioneros, de portadas del ID magazine, de celos, de camellos, de tr¨ªos y amores, de viajes a un Brasil imposible... Pelean, se insultan y se escuchan y, cuando el otro no mira, se disfrutan. Se siguen emocionando, pintando y exponiendo...
P. ?C¨®mo acabar¨¦is?
Juan y Jos¨¦. Muertos.

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