La provocaci¨®n
Remedando el brioso arranque del ya provecto Manifiesto comunista de Karl Marx se dir¨ªa que un fantasma empieza a recorrer el mundo: el fantasma del ateismo, aunque el espectro se reduzca por estos pagos, como sin duda sabe el lector, a un par de autobuses de transporte p¨²blico municipal que en unas pocas ciudades y con permiso de la autoridad exhibir¨¢n la siguiente leyenda: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida". La iniciativa es de cu?o ingl¨¦s y en Valencia la promueve la ins¨®lita y alcanforada Associaci¨® d'Ateus i Lliurepensadors, que aguanta el tipo contra el acoso de la indiferencia. Subvencionada habr¨ªa de estar tan insigne y c¨ªvica parroquia.
Como resulta obvio, no es ¨¦ste el espacio ni tenemos nosotros arrestos intelectuales para irrumpir en el interminable berenjenal teol¨®gico o teos¨®fico que comporta la mencionada exhortaci¨®n publicitaria. ?Existe o no la suma deidad? Cuesti¨®n de fe, o de necesidad, o consecuencia de las oraciones y placebos verbales que administran las densas tramas que en la historia han sido y son de chamanes, hechiceros o cl¨¦rigos de toda condici¨®n, grado y obediencia que ejercen la intermediaci¨®n entre la divinidad y los sobrecogidos o angustiados mortales. Toda una emoci¨®n real y respetable, aunque no exponente de ninguna evidencia. Pero vayamos a lo nuestro.
?Se ofende realmente a alguien con el referido lema? No ha de chocarnos que el Vaticano responda con un respingo y califique de est¨²pida la modesta campa?a ate¨ªsta, pues el sentido del humor no caracteriza precisamente a la Santa Sede, ni es ¨¦sta proclive a dejar crecer otra hierba all¨ª donde siembra la suya. Se comprende tambi¨¦n que las p¨ªas gentes no asimilen un mensaje que inopinadamente sacude sus certidumbres, y tampoco es raro que ense?e la oreja censora el pintoresco Observatorio de Antidifamaci¨®n Religiosa, que por cierto no cuenta -que sepamos- con otro similar contra la opresi¨®n confesional en este feudo -todav¨ªa- nacionalcat¨®lico espa?ol.
S¨ª resulta llamativo, aunque acaso coherente con la escalada de integrismo que nos aflige por estos pagos, que la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢, repute de provocaci¨®n este recatado manifiesto ateo. Ella, primera edil de una ciudad que bajo su mandato se puso patas arriba y sin l¨ªmite de pompa para recibir al Papa de Roma y que, adem¨¢s, arrostra el penoso m¨¦rito de haber sido escenario para el ahorcamiento y simb¨®lica cremaci¨®n en 1863 de la ¨²ltima v¨ªctima de la Inquisici¨®n, el bendito maestro de escuela Gaiet¨¤ Ripoll. Con unas dosis de liberalidad, prudencia y sentido democr¨¢tico bien hubiera podido eludir nuestra mun¨ªcipe esa sumaria descalificaci¨®n de quienes tienen todo el derecho para exhibir y seguramente m¨¢s razones para arg¨¹ir su discrepancia. No quiero imaginar la r¨¦plica si nuestros agn¨®sticos y ateos hubiesen proclamado sumariamente, como los de G¨¦nova, que Dios no existe ni falta que hace.
Que este espect¨¢culo se produzca 200 a?os despu¨¦s del nacimiento de Charles Darwin y 150 de la aparici¨®n de su obra El origen de las especies delata que a la evoluci¨®n de seg¨²n qu¨¦ vecindarios le queda mucho horizonte por delante.
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