Dejar de querer para empezar a amar
Tal vez sea por la intensidad del fr¨ªo. O quiz¨¢s por una simple cuesti¨®n de tradici¨®n. Pero lo cierto es que enero es el mes preferido por los espa?oles para reflexionar sobre c¨®mo marchan sus vidas. Despu¨¦s del despilfarro y la resaca navide?os, muchos se refugian en el calor de sus hogares para hacer balance y fijar los cl¨¢sicos prop¨®sitos de a?o nuevo.
Dejar de fumar. Estudiar ingl¨¦s. Perder peso. Ir al gimnasio. ?stas son algunas de las promesas m¨¢s comunes. Y dado lo dif¨ªcil que nos parece cambiar de h¨¢bitos, damos por hecho que lo m¨¢s importante es intentarlo. A malas, siempre podemos repetir el a?o que viene.
En paralelo, un nuevo prop¨®sito est¨¢ emergiendo en el coraz¨®n de m¨¢s seres humanos. Se trata de una promesa bastante menos concreta y mucho m¨¢s intangible. A diferencia de otras, no suele pronunciarse, pues consiste en una pr¨¢ctica pac¨ªfica y silenciosa. Es el mayor de los compromisos que podemos hacer con nosotros mismos, y cumplirlo no requiere consejos ni estudios. Est¨¢ por encima de cualquier otra meta. Ahora mismo, al menos una persona acaba de proponerse aprender a amar.
EL AMOR ES EL CAMINO
"Cuando el sabio se?ala la Luna, el necio mira el dedo" (proverbio chino)
Que hemos venido a este mundo a aprender a amar es una verdad ancestral. Se descubri¨® antes de que comenzara la historia de la filosof¨ªa. Zoroastro (630-550 antes de Cristo), Mahavira (599-527 antes de Cristo), Lao Ts¨¦ (570-490 antes de Cristo), Buda (560-480 antes de Cristo), Confucio (551-479 antes de Cristo), S¨®crates (470-399 antes de Cristo), Jesucristo (1-33)... Todos los grandes sabios de la humanidad, cuyas ense?anzas dieron origen a las instituciones religiosas que conocemos hoy en d¨ªa, dijeron esencialmente lo mismo: "Amar a los dem¨¢s es el camino que lleva a los seres humanos a la felicidad".
Aunque muchos otros han seguido predicando con su ejemplo sobre el poder transformador del amor, pasan los a?os, las d¨¦cadas y los siglos, y la gran mayor¨ªa de seres humanos seguimos sin saber amar. Aprender eso no entra en los planes de nuestro proceso de condicionamiento familiar, social, cultural, religioso, laboral, pol¨ªtico y econ¨®mico.
Como estudiantes nos hacen memorizar lo inimaginable. Luego nos preparan para ser profesionales productivos. Pero se olvidan de lo m¨¢s b¨¢sico. As¨ª es como entramos en el mundo: sin saber gestionar nuestra vida emocional. Y si bien el ¨¦xito no es la base de la felicidad, ¨¦sta s¨ª es la base de cualquier ¨¦xito. Por el contrario, desde peque?os nos hacen creer que el mundo est¨¢ lleno de gente malvada. Que no hay que confiar en los desconocidos. Que lo importante es ocuparse de uno mismo e ir tirando. As¨ª, el miedo, la frustraci¨®n y el resentimiento van pas¨¢ndose de generaci¨®n en generaci¨®n, creando una cultura basada en la desconfianza, la resignaci¨®n y la insatisfacci¨®n.
M?S ALL? DEL CONDICIONAMIENTO
"No es signo de salud el estar bien adaptado a una sociedad enferma" (Jiddu Krishnamurti)
La perversi¨®n de la naturaleza humana ha llegado hasta tal punto que a lo largo de este proceso de condicionamiento tambi¨¦n escuchamos que la bondad es sin¨®nimo de estupidez, pues uno siempre termina por arrepentirse de sus buenas acciones. Y que amarse a uno mismo es una conducta ego¨ªsta, propia de un narcisista. De ah¨ª que hablar acerca del amor al pr¨®jimo suene rid¨ªculo.
Sean ciertas o no, todas estas creencias moldean nuestra percepci¨®n del mundo e influyen en nuestra forma de relacionarnos con los dem¨¢s y con nosotros mismos. Y no se trata de culpar a nadie, sino de responsabilizarnos de nuestro proceso de cambio y crecimiento. Lo que est¨¢ en juego es nuestra libertad para decidir qui¨¦nes podemos ser. Y aqu¨ª no hay maestros, s¨®lo espejos donde vernos reflejados. En ¨²ltima instancia, dejar de existir como orugas y empezar a vivir como mariposas es una transformaci¨®n que s¨®lo depende de cada uno.
El reto consiste en cuestionar nuestras creencias, por m¨¢s que atenten contra el n¨²cleo de nuestra identidad. De ah¨ª que este aprendizaje surja como una iniciativa personal, un compromiso a largo plazo en el que la conquista del verdadero amor se convierte en el camino y la meta. Y no se trata de una moda pasajera. El autoconocimiento y el desarrollo personal son procesos cada vez m¨¢s aceptados por la sociedad. Al haber tanta oferta y trat¨¢ndose de un asunto tan ¨ªntimo y delicado, su utilidad depender¨¢ de lo bien que sepamos elegir.
LOS ENEMIGOS DEL AMOR
"El amor es la ausencia de ego¨ªsmo" (Erich Fromm)
Seg¨²n las leyes de la evoluci¨®n, todo empieza con el conocimiento (informaci¨®n veraz). Luego viene la comprensi¨®n (experiencia personal). S¨®lo as¨ª es posible aceptar (dejar de reaccionar negativamente frente a lo que sucede) para poder finalmente amar (dar lo mejor de nosotros en cada momento). Por el camino hemos de vencer a nuestro mayor enemigo: nosotros mismos (nuestro mecanismo de supervivencia emocional, m¨¢s conocido como ego). Para lograrlo es necesario ser sinceros (no autoenga?arnos), humildes (reconocer nuestros errores), valientes (atrevernos a enmendarlos) y perseverantes (comprometernos con nuestro proceso de aprendizaje).
El miedo (a que nos hagan da?o), el apego (de perder lo que tenemos) y la ira (de no conseguir lo que deseamos) nos esperan a la vuelta de la esquina. Un poco m¨¢s lejos se esconde nuestra ignorancia (el desconocimiento de nuestra verdadera naturaleza), la causa ¨²ltima de nuestro ego¨ªsmo (tendencia antinatural que corrompe la actitud de los seres humanos), que es precisamente el que nos impide amar, que es nuestra esencia.
Igual que no tenemos que hacer nada para ver, no tenemos que hacer nada para amar. Tanto la vista como el amor son atributos naturales e inherentes a la condici¨®n humana. Nuestro esfuerzo consciente debe centrarse en eliminar todas las obstrucciones que nublan y distorsionan nuestra manera de pensar, sentir y ser, como el estr¨¦s, la negatividad, el victimismo, el odio, la desconfianza, la vanidad, la envidia, la arrogancia, la preocupaci¨®n, la intolerancia, la cobard¨ªa, la avaricia, la indolencia, el orgullo, la impaciencia, la culpa, la tristeza...
DIFERENCIA ENTRE QUERER Y AMAR
"El amor es lo ¨²nico que crece cuando se reparte" (Antoine de Saint-Exup¨¨ry)
Todos los vicios de la mente son fruto de interpretar de forma egoc¨¦ntrica la realidad, una actitud impulsiva e inconsciente que nos impide aceptar lo que sucede tal como viene y a los dem¨¢s tal como son. ?sta es la causa real de todo nuestro sufrimiento, que adem¨¢s nos encierra en un c¨ªrculo vicioso muy peligroso. Para poder amar, primero hemos de albergar amor en nuestro coraz¨®n.
En este caso, el problema es en s¨ª mismo la soluci¨®n. Y lo primero que debemos saber es qu¨¦ es el amor. No al que estamos tan acostumbrados, sino al de verdad. Porque una cosa es querer, y otra muy distinta, amar. Querer es un acto ego¨ªsta; es desear algo que nos interesa, un medio para lograr un fin. Amar, en cambio, es un acto altruista, pues consiste en dar, siendo un fin en s¨ª mismo. Queremos cuando sentimos una carencia. Amamos cuando experimentamos plenitud. Mientras querer es una actitud inconsciente, relacionada con lo que est¨¢ fuera de nuestro alcance, amar surge como consecuencia de un esfuerzo consciente, que nos hace centrarnos en lo que s¨ª depende de nosotros.
Cuando uno ama no culpa, ni juzga, ni critica, ni se lamenta. Los que aman intentan dejar un poso de alegr¨ªa, paz y buen humor en cada interacci¨®n con los dem¨¢s, por muy breve que sea. Amar tambi¨¦n es aceptar y apoyar a las personas m¨¢s conflictivas, porque son precisamente las que m¨¢s lo necesitan. Amar de verdad es sin¨®nimo de profunda sabidur¨ªa, pues implica comprender que no existe la maldad, tan s¨®lo ignorancia e inconsciencia. La paradoja es que el amor beneficia primeramente al que ama, no al amado. As¨ª, el amor sana y revitaliza la mente y el coraz¨®n de quien lo genera. Por eso recibimos tanto cuando damos.
TODOS SOMOS UNO
"Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendr¨¢n la ¨²ltima palabra" (Martin Luther King)
Para saber si hemos aprendido a amar, tan s¨®lo hemos de echar un vistazo a nuestra forma de comportarnos con los dem¨¢s. No en vano, la relaci¨®n que mantenemos con todas las personas que forman parte de nuestra vida es un reflejo de la relaci¨®n que estamos cultivando con nosotros mismos. Como lo expresa el fil¨®sofo Dar¨ªo Lostado: "Si no te amas t¨², ?qui¨¦n te amar¨¢? Si no te amas a ti, ?a qui¨¦n amar¨¢s?".
Al darnos cuenta de que lo que les hacemos a los dem¨¢s nos lo hacemos a nosotros mismos primero, tomamos conciencia de lo estrechamente unidos que estamos todos los seres humanos. No en vano, las etiquetas con las que subjetivamente describimos y dividimos la realidad son s¨®lo eso, etiquetas. Y por muy ¨²tiles y necesarias que sean para manejarnos en el d¨ªa a d¨ªa, no deben separarnos de nuestra verdadera naturaleza: el amor incondicional.
Igual que los ¨¢rboles ofrecen sus frutos cuando crecen en condiciones ¨®ptimas, los seres humanos emanamos amor cuando nos liberamos de todas nuestras limitaciones mentales. De ah¨ª que si queremos saber cu¨¢l es la mejor actitud que podemos tomar en cada momento, tan s¨®lo hemos de responder con nuestras palabras y acciones a la siguiente pregunta: ?qu¨¦ har¨ªa el amor frente a esta situaci¨®n?
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