La ca¨ªda del imperio Merckle
Las deudas ocultas del grupo se estiman hoy entre 16.000 y 20.000 millones de euros
El suicidio de Adolf Merckle, el 5 de enero, puso un nombre propio a la franquicia alemana de la crisis econ¨®mica. El d¨ªa en que se arroj¨® al paso de un tren regional cerca de su casa en la suaba Blaubeuren, el magnate, de 74 a?os, figuraba entre las personas m¨¢s ricas del pa¨ªs y, por tanto, del mundo. Hab¨ªa construido un imperio de ramificaciones planetarias sobre los cimientos de una mediana empresa familiar heredada. Sobre el opaco conglomerado de inversiones, intereses y cr¨¦ditos que fue la obra de su vida se cierne, desde hace meses, la sombra de la ruina y el desguace. Lo hundieron las deudas, la ca¨ªda de la demanda y las desastrosas especulaciones burs¨¢tiles de Merckle.
Su viuda y sus hijos se enfrentan a una legi¨®n de acreedores y pretendientes
Disipada la confianza de los bancos, la amenaza de perderlo todo fue, seg¨²n su familia, insoportable para el empresario. Su viuda, Ruth, y sus cuatro hijos, Ludwig, Philipp, Tobias y Jutta, se enfrentan ahora a una marabunta de acreedores y a pretendientes, muchos de ellos hostiles, que se van a repartir el imperio.
Las tres principales empresas del conglomerado Merckle son Ratiopharm, fabricante de f¨¢rmacos gen¨¦ricos; HeidelbergCement, el mayor fabricante de materiales de construcci¨®n del pa¨ªs, y la mayorista farmac¨¦utica Phoenix. En total, el grupo emplea a 100.000 personas en diversas compa?¨ªas operativas que, adem¨¢s de cemento y medicinas, fabrican desde telef¨¦ricos hasta gatillos de escopeta. Merckle y su familia controlaban todo mediante una complicada red de holdings y participaciones. Adem¨¢s, eran due?os de la residencia barroca de Hohen Luckow, que alberg¨® a los l¨ªderes del G8 durante la cumbre celebrada hace un a?o y medio en Heiligendamm.
"No pudo m¨¢s", dijo Ruth Merckle, descendiente de una acaudalada familia suaba, sobre la muerte de su esposo. La familia Merckle, en la tradici¨®n de los grandes empresarios alemanes de posguerra, es discreta y vive muy por debajo de sus posibilidades. "El padrino de Blaubeuren", como le llam¨® en tiempos mejores la revista Manager-Magazin, era un tipo de aspecto modesto que apretaba los labios para sonre¨ªr a los fot¨®grafos. Como buen empresario suabo, Merckle, pese a ser saj¨®n de nacimiento, llev¨® su imperio con mano de hierro, rehuy¨® la publicidad y tuvo la reputaci¨®n de ser un gran taca?o.
El 14 de noviembre se empez¨® a especular sobre una posible venta de Ratiopharm para sanear HeidelbergCement. Un par de d¨ªas m¨¢s tarde se supo de las garrafales apuestas burs¨¢tiles del empresario. En plenas turbulencias de la crisis financiera, Merckle vendi¨® al descubierto acciones de Volkswagen y especul¨® sobre una subida general del ¨ªndice alem¨¢n DAX. Sucedi¨® lo peor para sus intereses: la bolsa se despe?¨® y los t¨ªtulos de Volkswagen, impulsados por el inter¨¦s de Porsche en hacerse con la empresa de Wolfsburgo, se pusieron a dar vistosas cabriolas en los paneles de Francfort hasta alcanzar cotizaciones disparatadas de m¨¢s de 1.000 euros (hoy cotizan a 240). Merckle perdi¨® cientos, quiz¨¢ miles, de millones de euros con estos negocios. Millones suyos y del conglomerado familiar. Ratiopharm estaba condenada.
Precisamente Ratiopharm, fundada en 1974, fue el cimiento del imperio. Hab¨ªa reconocido el heredero Merckle el enorme potencial de los medicamentos gen¨¦ricos, productos farmac¨¦uticos que imitan las patentes de otras empresas y las venden a menor precio. En Alemania, hoy, se venden toda suerte de medicinas baratas en caja blanca de Ratiopharm.
Con los enormes beneficios que obten¨ªa de sus medicinas, Merckle empez¨® a coleccionar proveedores farmac¨¦uticos regionales, que puso en 1994 bajo el techo com¨²n de Phoenix. Cuando se hizo con el proveedor suizo Amedis, la publicaci¨®n suiza Cash titul¨®: "El viejo zorro ha olido la ganga".
No fue la ¨²nica ganga que oli¨® el magnate. Mientras afianzaba su imperio farmac¨¦utico, Merckle se iba haciendo con participaciones de las empresas m¨¢s dispares. Organizaba sus adquisiciones en un entramado de holdings y empresas casi inescrutable. La falta de transparencia era, como en el caso de los laberintos financieros de Bernard Madoff en Wall Street, intencionada. Las operaciones del multimillonario se parec¨ªan mucho a las de los hoy denostados hedge-funds y a las sociedades de capital riesgo. Las deudas, que se estiman ahora entre 16.000 y 20.000 millones de euros, se ocultaban con delicadeza.
Hasta que, en noviembre, saltaron a las portadas. Pocas cosas hay m¨¢s llamativas que un multimillonario en apuros. Cuando Merckle se entrevist¨® con el ministro de Econom¨ªa del Estado de Baden Wurttemberg, el liberal Ernst Pfister (FDP), para pedir informalmente un aval de 150 millones, levant¨® una ola de (cuando menos) incomprensi¨®n que resumi¨® el 17 de noviembre un titular del diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung: "No se ayuda a los tah¨²res".
Cualquier ayuda oficial al "tah¨²r" hubiera supuesto un suicidio pol¨ªtico para quien la firmara. La propia enormidad del imperio no permit¨ªa, sin embargo, una salvaci¨®n soterrada. Merckle se qued¨® solo ante la banca. El 20 de noviembre, Ludwig, hijo de Merckle reconoci¨® que los bancos exig¨ªan la venta inmediata de Ratiopharm. Siguieron semanas de negociaciones arduas y agotadoras para el millonario, que se vio convertido en el paradigma del empresario fracasado. Con ¨¦l se deterior¨®, adem¨¢s, la imagen de la generaci¨®n de empresarios de posguerra, que muchos alemanes consideraban ejemplares y "sociales" en contraposici¨®n con la casta de empresarios anglosajones.
Las negociaciones de un Merckle enfermo y cada vez m¨¢s derrotado siguieron. Ofertas y contraofertas llenaban las p¨¢ginas econ¨®micas de los diarios. A final de noviembre, Ratiopharm desment¨ªa que se hubiera alcanzado un acuerdo. Sus 30 bancos acreedores anunciaron un cr¨¦dito de emergencia para unos meses. Los restos mortales de Merckle aparecieron dispersos junto a las v¨ªas de tren el 5 de enero. Dej¨® una carta de despedida.
Se ahorr¨® Merckle ver el desmembramiento del grupo. Los bancos han echado a Ludwig. Su hijo Philipp se pele¨® con ¨¦l hace a?os. Su hijo menor, Tobias, se dedica a labores sociales en la iglesia evang¨¦lica. De la hija s¨®lo se sabe que dirige una empresa en Berl¨ªn. Hace d¨ªas que se rumorea sobre la venta de HeidelbergCement.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.