El camino escabroso hacia la recuperaci¨®n
Hoy existe un consenso de que la recesi¨®n de Estados Unidos -que ya lleva un a?o- probablemente sea extensa y profunda, y que casi todos los pa¨ªses se ver¨¢n afectados. Siempre pens¨¦ que la noci¨®n de que lo que sucediera en Estados Unidos estar¨ªa desacoplado del resto del mundo era un mito. Los acontecimientos lo est¨¢n confirmando.
Afortunadamente, Estados Unidos por fin tiene un presidente que de alguna manera entiende la naturaleza y la gravedad del problema y que se comprometi¨® a implementar un fuerte programa de est¨ªmulo. Esto, junto con la acci¨®n concertada de los Gobiernos en otras partes, har¨¢ que la depresi¨®n sea menos severa de lo que ser¨ªa si no fuera as¨ª.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), que ayud¨® a crear los problemas mediante una combinaci¨®n de liquidez excesiva y regulaci¨®n laxa, intenta enmendar las cosas inundando la econom¨ªa de liquidez -una medida que, en el mejor de los casos, simplemente impidi¨® que las cosas fueran peor de lo que son-. No sorprende que quienes ayudaron a crear los problemas y no vieron venir el desastre no hicieran un buen trabajo a la hora de resolverlo. Por ahora, ya est¨¢ establecida la din¨¢mica de la ca¨ªda y las cosas se pondr¨¢n peor, no mejor.
Tiene poco sentido que los pa¨ªses m¨¢s pobres presten dinero a los m¨¢s ricos a tasas de inter¨¦s bajas
De alguna manera, la Fed se parece a un conductor ebrio que, al darse cuenta de repente de que se est¨¢ saliendo del camino, empieza a conducir alocadamente de un lado a otro de la ruta. La respuesta a la falta de liquidez es cada vez m¨¢s liquidez. Cuando la econom¨ªa empiece a recuperarse y los bancos comiencen a prestar, ?podr¨¢n drenar suavemente la liquidez del sistema? ?Estados Unidos se enfrentar¨¢ a un brote de inflaci¨®n? ?O, m¨¢s probablemente, en otro momento de exceso, la Reserva Federal reaccionar¨¢ exageradamente, cortando la recuperaci¨®n de ra¨ªz? En vistas del trazo confuso exhibido hasta ahora, no podemos tener mucha confianza en lo que nos aguarda.
A¨²n as¨ª, no estoy seguro de que haya un reconocimiento suficiente de algunos de los problemas subyacentes que enfrenta la econom¨ªa global, sin el cual la recesi¨®n global actual quiz¨¢ no d¨¦ lugar a un crecimiento robusto -no importa el buen trabajo que realice la Fed.
Durante mucho tiempo, Estados Unidos desempe?¨® un papel importante a la hora de mantener en funcionamiento la econom¨ªa global. El libertinaje de Estados Unidos -el hecho de que el pa¨ªs m¨¢s rico del mundo no pudiera vivir con sus propios medios- fue muchas veces criticado. Pero tal vez el mundo deber¨ªa estar agradecido, porque sin el libertinaje norteamericano, la demanda agregada global habr¨ªa sido insuficiente. En el pasado, los pa¨ªses en desarrollo cumpl¨ªan este papel a trav¨¦s de un d¨¦ficit comercial y fiscal. Pero pagaron un precio alto, y ahora est¨¢n de moda la responsabilidad fiscal y las pol¨ªticas monetarias conservadoras.
De hecho, muchos pa¨ªses en desarrollo, temerosos de perder su soberan¨ªa econ¨®mica en manos del FMI -como ocurri¨® durante la crisis financiera asi¨¢tica de 1997-, acumularon cientos de miles de millones de d¨®lares en reservas. El dinero que se dedica a reservas es ingreso que no se gasta.
Es m¨¢s, la creciente desigualdad en la mayor¨ªa de los pa¨ªses del mundo implic¨® que el dinero pas¨® de quienes estaban dispuestos a gastarlo a quienes est¨¢n tan bien que, por m¨¢s que lo intenten, no pueden gastarlo todo.
El apetito interminable de petr¨®leo del mundo, m¨¢s all¨¢ de su capacidad o voluntad para producirlo, aport¨® un tercer factor. Los crecientes precios del petr¨®leo transfirieron dinero a los pa¨ªses ricos en petr¨®leo, contribuyendo nuevamente a la inundaci¨®n de liquidez. Si bien por ahora se desinflaron los precios del petr¨®leo, una recuperaci¨®n robusta har¨ªa que se dispararan otra vez.
Durante un tiempo, la gente hablaba casi favorablemente de la inundaci¨®n de liquidez. Pero esto s¨®lo fue la otra cara de lo que hab¨ªa preocupado a Keynes -una insuficiente demanda agregada global-. La b¨²squeda de retornos contribuy¨® al apalancamiento y a la aceptaci¨®n imprudente de riesgos subyacentes a esta crisis.
El Gobierno de Estados Unidos, durante un tiempo, compensar¨¢ el ahorro creciente de los consumidores norteamericanos. Pero si los consumidores de Estados Unidos pasan de un nivel pr¨¢cticamente cero de ahorro como ten¨ªan a un modesto 4% o 5% del PBI, entonces el efecto desalentador sobre la demanda (adem¨¢s del que resulte de las ca¨ªdas en la inversi¨®n, las exportaciones y los gastos de los Gobiernos estatales y locales) no se ver¨¢ plenamente compensado ni siquiera por los programas m¨¢s grandes de gasto del Gobierno. En dos a?os, los Gobiernos, conscientes de los gigantescos aumentos de la carga de la deuda como resultado de los megarrescates y los asombrosos d¨¦ficits, se ver¨¢n presionados a arrojar excedentes primarios (donde el gasto del Gobierno neto de pagos de intereses es menor que los ingresos).
Hace pocos a?os se le ten¨ªa miedo al riesgo de un desdoblamiento desordenado de los "desequilibrios globales". La crisis actual puede ser vista como parte de eso, pero es poco lo que se est¨¢ haciendo respecto de los problemas subyacentes que dieron origen a esos desequilibrios. No s¨®lo necesitamos est¨ªmulos temporales, sino soluciones a m¨¢s largo plazo. No es que exista una escasez de necesidades; es s¨®lo que quienes podr¨ªan satisfacer esas necesidades tienen una escasez de fondos.
Primero: necesitamos revertir las tendencias preocupantes de una creciente desigualdad. Una carga tributaria m¨¢s progresiva sobre los ingresos tambi¨¦n ayudar¨¢ a estabilizar la econom¨ªa a trav¨¦s de lo que los economistas llaman "estabilizadores autom¨¢ticos". Tambi¨¦n ayudar¨ªa si los pa¨ªses desarrollados avanzados cumplieran con sus compromisos de ayudar a los m¨¢s pobres del mundo aumentando sus presupuestos de ayuda exterior al 0,7% del PBI.
Segundo: el mundo necesita enormes inversiones si ha de responder a los desaf¨ªos del calentamiento global. Los sistemas de transporte y los patrones de vida deben cambiarse dr¨¢sticamente.
Tercero: se necesita un sistema de reservas global. Tiene poco sentido que los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo les presten dinero a los m¨¢s ricos a tasas de inter¨¦s bajas. El sistema es inestable. El sistema de reservas en d¨®lares est¨¢ deshilach¨¢ndose, pero probablemente sea reemplazado por un sistema d¨®lar/euro o d¨®lar/euro/yen que es incluso m¨¢s inestable. Las emisiones anuales de una moneda de reserva global (lo que Keynes llamaba Bancor o el Fondo Monetario Internacional llama DEG) podr¨ªan ayudar a estimular la demanda agregada global, y utilizarse para promover el desarrollo y encarar los problemas del calentamiento global.
Este ejercicio ser¨¢ l¨²gubre. El interrogante que necesitamos formularnos ahora es: ?c¨®mo podemos mejorar las posibilidades de que finalmente logremos una recuperaci¨®n robusta?
Joseph E. Stiglitz es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Econom¨ªa en 2001. Copyright: Project Syndicate, 2009. www.project-syndicate.org Traducci¨®n de Claudia Mart¨ªnezJoseph
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