"Un buen hombre dirigir¨¢ el pa¨ªs"
Una multitud llega a Washington con la ilusi¨®n de asistir al acontecimiento
Desde el promontorio sobre el que se levanta el monumento a Washington, s¨ªmbolo del nacimiento de la naci¨®n estadounidense, Aimee Appell, de 37 a?os, contempla la Casa Blanca, que se ve a menos de un kil¨®metro. "Ma?ana, cuando George Bush se marche y Barack Obama entre en esa residencia, sabremos que un buen hombre dirige el pa¨ªs, un hombre que va a escuchar a la gente a la hora de gobernar", dice. Se le corta la voz, suspira y deja caer una l¨¢grima, el fruto de una emoci¨®n contenida durante los largos meses de campa?a electoral. Una l¨¢grima que, seg¨²n ella misma admite, se remonta a todos los a?os en que Bush ha estado en esa misma Casa Blanca que se dibuja en el horizonte.
Son miles las familias americanas que han acudido a Washington desde todos los rincones de Estados Unidos para presenciar la hist¨®rica toma de posesi¨®n de hoy. A pesar del fr¨ªo que azota la capital, cientos de miles de turistas han tomado las calles de una ciudad no acostumbrada a tanto visitante ni a tanta expresi¨®n de alegr¨ªa. Todos quieren formar parte de un evento que llevan planeando desde hace semanas y sobre el que han so?ado durante a?os: la llegada de un presidente que quiere unir el pa¨ªs. Estos estadounidenses que, como naci¨®n, sufren dos guerras y una de las peores crisis econ¨®micas que se recuerdan, han venido aqu¨ª a sentirse parte de la historia.
Aimee ha acudido a la capital con su marido y sus dos hijas. Ha conducido 22 horas desde Saint Paul (Minnesota). Aqu¨ª duermen en casa de familiares. "Cuando Obama gan¨® las elecciones, los billetes de avi¨®n se pusieron por las nubes. Decidimos ahorrar conduciendo".
Podr¨ªa decirse que los Appell son la t¨ªpica familia blanca americana, tambi¨¦n con las preocupaciones t¨ªpicas. "Aparte de las cosas obvias que nos importan a todos, el trabajo, la econom¨ªa, el desempleo... hay algo que Obama va a hacer. Cambiar nuestra imagen en el mundo, que se nos vea como una naci¨®n que ayuda a los dem¨¢s, una referencia de nuevo, un buen pa¨ªs", explica Aimee mientras empuja el carrito de su hija menor, que tiene dos a?os.
Para esta ni?a, dentro de unos a?os, el hecho de tener un presidente afroamericano ser¨¢ algo habitual, algo con lo que habr¨¢ crecido. Pero para ciudadanos como Patricia y Frank Hale, de 64 y 66 a?os y residentes en Tucson, Arizona, la historia es diferente. Esta pareja de jubilados ha visto pasar a muchos presidentes, desde Franklin D. Roosevelt. Y de visita en Washington, explican cu¨¢l es, para ellos, la verdadera diferencia: "EE UU ha sido siempre un buen pa¨ªs, una gran naci¨®n. Estamos orgullosos de ella. Lo que ha sido negativo han sido las pol¨ªticas de los ¨²ltimos ocho a?os. La llegada de Obama demuestra que el pa¨ªs se ha mantenido noble".
Frank Hale recuerda s¨®lo una ocasi¨®n en que el pa¨ªs vibr¨® de este modo ante la llegada de un presidente. "Con la elecci¨®n de John Kennedy el pa¨ªs estuvo muy ilusionado. Recuerdo c¨®mo la gente ten¨ªa una gran esperanza en un cambio de pol¨ªticas, en un Gobierno que uniera a la gente, en lugar de dividirla", explica. "Pero con Obama, este anhelo es mucho mayor. El nuevo presidente ha llegado en una ¨¦poca en que este pa¨ªs necesita curar sus heridas".
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