Bienvenido, se?or Obama
Terrible herencia le deja George Bush a Barack Obama. He listado este pesado testamento en mi libro Contra Bush a partir de la Convenci¨®n Republicana de agosto de 2000 y me detuve, exhausto e incr¨¦dulo, el 12 de mayo de 2004, d¨ªa en que fueron reveladas las im¨¢genes de la tortura en Abu Ghraib.
En medio y hasta ahora, la rese?a de la Administraci¨®n Bush-Cheney incluir¨ªa una fatal pol¨ªtica de rebaja de impuestos y aumento de gastos militares, f¨®rmula ideal para pasar del super¨¢vit de Bill Clinton (500.000 millones de d¨®lares) al d¨¦ficit de Bush (id¨¦ntica suma). Causa a?adida a la filosof¨ªa general de darle latitud y falta de regulaci¨®n al mercado, desembocando en la crisis actual y la revelaci¨®n de la irresponsabilidad de instituciones de cr¨¦dito y la criminalidad de individuos que montaron abusos y enga?os sobre la ausencia de reglas y la ingenuidad del p¨²blico.
El nuevo presidente est¨¢ obligado a recuperar la perdida fuerza moral de Estados Unidos
Bush desvi¨® enormes sumas (500.000 millones de d¨®lares hasta la fecha) para librar una guerra innecesaria contra Irak, alegando la presencia de armas de destrucci¨®n masiva que jam¨¢s se encontraron, pasando por alto las serias advertencias del inspector de la ONU, Hans Blix, y mintiendo acerca de la supuesta conspiraci¨®n del dictador iraqu¨ª Sadam Husein con el cabecilla de Al Qaeda, Osama Bin Laden, cuando ambos eran implacables enemigos y el tirano Husein constitu¨ªa, en t¨¦rminos de realpolitik, la mejor defensa contra Al Qaeda. Hoy, Al Qaeda se encuentra en Irak, cosa que Sadam no hubiese tolerado.
La iron¨ªa se transforma en burla cuando Bush reconoce que se equivoc¨® acerca de las armas en Irak. Terrible error que ha costado miles de vidas de norteamericanos e iraqu¨ªes y un desplome de la autoridad moral de EE UU en la torturadora c¨¢rcel de Abu Ghraib, que encontr¨® su erg¨¢stula hermana en la prisi¨®n de Guant¨¢namo. Todo ello justificado por Bush y su vergonzoso achichincle, el procurador Alberto Gonz¨¢lez, en nombre de lo que violaban: la seguridad de EE UU, sacrificada por pol¨ªticas que desprestigiaban a ese pa¨ªs y fortalec¨ªan a los terroristas, que nada desean tanto como ser protagonistas, siendo en realidad una minor¨ªa desasociada de la mayor¨ªa isl¨¢mica.
La ausencia de un criterio hist¨®rico y cultural en la Casa Blanca de Bush-Cheney desnuda, en cambio, los intereses econ¨®micos de Cheney y la empresa petrolera Halliburton y los de Bush, m¨¢s all¨¢ del petropoder, en una visi¨®n imperial de EE UU. Resulta grotesco citar a Bush -"EE UU es el ¨²nico ejemplo sobreviviente del progreso humano"- o a Condoleezza Rice -"la comunidad internacional es una ilusi¨®n"- cuando un fugaz unilateralismo norteamericano debi¨® ya avizorar la emergencia de un mundo multilateralista: China, Rusia, India, Brasil, la propia comunidad europea despreciada por el secretario de Defensa Donald Rumsfeld como una antigualla. Desprecio y distorsi¨®n del mundo, irresponsabilidad interna (Katrina, por ejemplo), orgullo imperial sin bases reales: ?"misi¨®n cumplida"?
Bush lleg¨® a la Casa Blanca, la primera vez, a pesar del voto popular favorable a Al Gore y gracias al Tribunal Supremo, y, la segunda, gracias a una h¨¢bil y aterradora f¨®rmula de Karl Rove: religi¨®n y miedo. La elecci¨®n de Obama es, en s¨ª misma, una victoria contra el pasado que aqu¨ª evoco. El desastre final del Gobierno Bush-Cheney se volvi¨® evidente. Pero m¨¢s all¨¢ del desenga?o, entr¨® a votar una nueva generaci¨®n de 18 a?os para arriba, no s¨®lo ausente de los comicios anteriores sino presente en los actuales como parte de una constante admirable de la pol¨ªtica norteamericana: a pesar de los errores y de los enga?os, la continuidad constitucional del pa¨ªs y su base democr¨¢tica, no logran ser destruidos. A pesar de embates tan severos como los de Bush-Cheney contra las instituciones y las libertades. En ¨²ltima instancia, hay elecciones y la oposici¨®n llega al poder.
?Qu¨¦ har¨¢ Obama una vez all¨ª? Reviso, con entusiasmo y pavor, la agenda que enumera en una larga entrevista, el 5 de enero de 2009, con la revista Time. Si cuento correctamente, all¨ª Obama se propone 14 metas. La recuperaci¨®n de la econom¨ªa. La creaci¨®n de reglas financieras para impedir que se repita la crisis. La creaci¨®n de empleos. La reducci¨®n del costo de la salud y la expansi¨®n de la protecci¨®n sanitaria. El cambio hacia una nueva pol¨ªtica energ¨¦tica. La revitalizaci¨®n de la educaci¨®n p¨²blica.
Y, en pol¨ªtica exterior, el cierre de Guant¨¢namo. El fin de la tortura. El equilibrio entre la seguridad y la ley. El fortalecimiento de alianzas (m¨¢s amigos y menos enemigos, ha dicho Hillary Clinton). Retirar la fuerza armada de Irak. Fortalecer la pol¨ªtica hacia Afganist¨¢n. Ocuparse del cambio clim¨¢tico. Vigorizar las instituciones internacionales.
Como obvio contraste, Obama promete un gobierno que no est¨¦ motivado por la ideolog¨ªa. Pero tambi¨¦n un gobierno competente y por ello, accountable, obligado a rendir cuentas y a admitir y corregir errores (que ya los cometi¨® nombrando a Bill Richardson secretario de Comercio y a Tim Geithner, secretario del Tesoro, sin indagar con suficiencia sobre sus agendas pendientes).
Todo lo dicho no absuelve a Obama de una obligaci¨®n, que es la de recuperar la fuerza moral perdida de Estados Unidos apelando a lo mejor del pa¨ªs: la tradici¨®n democr¨¢tica y el capital humano para superar la peor crisis desde la depresi¨®n de 1932. En esto, le deseamos suerte y le decimos: bienvenido, se?or Obama.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
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