Un juramento sobre la Biblia de Lincoln
El presidente se equivoc¨® al pronunciar el texto de la jura del cargo
Seg¨²n se convert¨ªa en presidente se hac¨ªa m¨¢s humano. Atr¨¢s quedaba el discurso perfecto del hombre de los nervios de acero. Nada m¨¢s comenzar a pronunciar las 35 palabras de que consta el juramento a la presidencia cometi¨® su primer error. El jefe del Tribunal Supremo, John Roberts, iba demasiado deprisa y alter¨® el orden de las palabras. Todo sucedi¨® muy r¨¢pido, se quebr¨® lo que Obama llevaba aprendido y cuando le lleg¨® el momento de repetir la frase de Roberts, se confundi¨®. Se trab¨®, par¨® e implor¨® con la mirada que la frase le fuera repetida. Fue el ¨²nico momento de duda.
Fue un d¨ªa cargado de emociones. Atr¨¢s quedaban 22 meses de llevar sobre la espalda el peso de la Historia con may¨²sculas. Y sin embargo, Barack Husein Obama, nombre entero con el que solemnemente jur¨® ayer sobre la Biblia que en 1861 utiliz¨® Abraham Lincoln para acceder a la presidencia, parec¨ªa tener tal control de s¨ª mismo que a veces daba la sensaci¨®n de que se le olvidaba que deb¨ªa respirar. Los nervios no le delataron cuando en su discurso se defini¨® como "un hombre a cuyo padre hace 60 a?os no le hubieran servido la mesa en un restaurante y que ahora est¨¢ ante vosotros para tomar el juramento m¨¢s sagrado". Ni cuando aguant¨® estoico, con el cuello girado, mirando hacia atr¨¢s, al cuarteto que interpret¨® una pieza en su honor. Ni cuando, sin mirar el reloj, sab¨ªa que la ceremonia llevaba 15 minutos de retraso sobre el horario previsto.
Obama record¨® la discriminaci¨®n racial y homenaje¨® a su padre
Observado de cerca, todo lo cerca que permiti¨® el inmenso per¨ªmetro de seguridad que estableci¨® en torno a ¨¦l el servicio secreto, hubo un momento en que Obama pareci¨® relajarse, decirse a s¨ª mismo: "Ya est¨¢, ahora ya s¨®lo es un tr¨¢mite". Barack H. Obama se convert¨ªa autom¨¢ticamente en presidente a las 12 del mediod¨ªa de ayer. No hubieran hecho falta ceremonias, ni cuartetos, ni discursos, ni Aretha Franklin cantando sin apenas voz y vestida de Aretha Franklin en d¨ªa de domingo. La enmienda 20 de la Constituci¨®n de EE UU as¨ª lo establece. Quiz¨¢ por eso, cuando pasaban dos minutos del mediod¨ªa, la ya primera dama depositaba dulce pero en¨¦rgicamente su mano sobre el hombro de su marido. Era la forma de Michelle de decir: ya est¨¢, lo has hecho. "Yes, we did", lo hemos hecho, coreaban ayer los miles de seguidores. Vestida en color oro y unos delicados guantes verde oliva, Michelle Obama sonre¨ªa a su marido bajo la c¨²pula de un Capitolio que ayudaron a construir los esclavos negros.
"No es real", dec¨ªa entre sollozos una mujer negra mientras contemplaba a la primera dama. "No est¨¢ pasando", dec¨ªa otra, presa de la emoci¨®n. Pero estaba pasando. Estaban escuchando el discurso cargado de significado del primer presidente negro de la historia de Estados Unidos. Atr¨¢s quedaron ocho a?os de Gobierno de George W. Bush, quien no pudo acceder al Capitolio al lado de su vicepresidente. Dick Cheney vivi¨® toda la ceremonia sentado en una silla de ruedas, a la que se vio confinado tras hacerse da?o en la espalda cargando unas cajas de su mudanza. Toda una met¨¢fora del fin de su enorme poder.
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