Y el verbo se hizo Obama
Y habit¨® entre nosotros. Porque ayer, Barack Husein Obama, no s¨®lo hizo historia al convertirse en el primer presidente afroamericano en la historia de Estados Unidos, sino que se convirti¨® en la esperanza de un mundo mejor para los cientos de millones de habitantes del planeta que presenciaron en directo en los cinco continentes su toma de posesi¨®n como 44? presidente de la primera potencia mundial. Sin guillotina, sin monarqu¨ªas absolutas, sin rep¨²blicas sectarias, sin tiranos ni dictadores, Estados Unidos demuestra, con la elecci¨®n de Obama, su fidelidad a los principios que inspiraron su fundaci¨®n. Que todos los hombre son creados iguales, que todos han sido dotados por el Creador con ciertos derechos inalienables como son la vida, la libertad y la b¨²squeda de la felicidad y que el poder de los Gobiernos deriva del consentimiento de los gobernados. Y as¨ª ha sido desde la Declaraci¨®n de Independencia de 1776 y de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n 11 a?os m¨¢s tarde. Una Constituci¨®n todav¨ªa vigente y lozana que Obama, como sus 43 antecesores, ha jurado defender contra enemigos internos y externos.
Como el propio Obama no se cans¨® de repetir a lo largo de la campa?a, si alguien duda de que en Estados Unidos todo es posible, no tienen m¨¢s que mirarme a m¨ª. Y la comparaci¨®n no es simple ret¨®rica. Responde a una realidad hist¨®rica. Sus padres, que contrajeron matrimonio en Hawai, no hubieran podido hacerlo en los Estados sure?os que en los a?os 50 no permit¨ªan los matrimonios mixtos. Obama ha repetido el hist¨®rico viaje de Abraham Lincoln en tren desde Filadelfia, cuna de la Constituci¨®n, a la capital federal, en un vag¨®n construido en 1929, fecha en la que un negro se consideraba afortunado si consegu¨ªa empleo en el ferrocarril como mozo de estaci¨®n o revisor.
Por no hablar de la admirable lucha por los derechos civiles de los 50 y 60 en Arkansas, Alabama, Misisipi o Georgia que culmin¨® en la gigantesca manifestaci¨®n de 1963 en Washington. En ella, el reverendo Martin Luther King expres¨® su sue?o de que un d¨ªa a las personas se las juzgara por sus m¨¦ritos y no por el color de su piel. Ese sue?o se cumpli¨® ayer con la toma de posesi¨®n de Obama, un d¨ªa despu¨¦s de celebrarse, como todos los 19 de enero, la fiesta para conmemorar la memoria de King.
El discurso de Obama, aclamado por los cientos de miles de estadounidenses que abarrotaban los 3,5 kil¨®metros que separan el Capitolio del Lincoln Memorial, pasar¨¢ a la historia como una de las grandes alocuciones presidenciales de todos los tiempos. Recoge conceptos expresados anteriormente por los cuatro presidentes que m¨¢s consiguieron ilusionar a sus conciudadanos en sus respectivas tomas de posesi¨®n: Lincoln, Franklin Roosevelt, John Kennedy y Ronald Reagan. Sus llamadas a la unidad nacional, a las dificultades que va a enfrentar su Administraci¨®n, al trabajo y al esfuerzo y a la responsabilidad de los ciudadanos son un eco de los discursos inaugurales de sus cuatro antecesores. Lo m¨¢s llamativo, aparte de su impecable oratoria, su apelaci¨®n al mantenimiento de los ideales fundacionales. El mantenimiento de la seguridad no justifica el abandono de nuestros ideales. ?En qui¨¦n estar¨ªa pensando?
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