Los otros laberintos de Gerald Brenan
Recuperados una selecci¨®n de aforismos, una obra teatral y unos diarios, todos ellos in¨¦ditos - El hispanista se autorretrata como "despistado y buscarruidos"
Un d¨ªa de 1974, con 84 incombustibles a?os de edad y miles de kil¨®metros en las piernas, Gerald Brenan (1894-1987) trat¨® de responder, en su casa malague?a de Alhaur¨ªn el Grande, a una pregunta que, dec¨ªa, le desconcertaba: "?C¨®mo, con unas capacidades mentales de segunda clase y una memoria pobre, he llegado a ser un escritor al que pueden respetar lectores inteligentes?"
A responder a ese flem¨¢tico desconcierto dedic¨® el hispanista ingl¨¦s una serie de aforismos que, hasta ahora, permanec¨ªan in¨¦ditos. Especie de autorretrato en tercera persona, Brenan, conocido por sus vecinos como don Gerardo, los llam¨® ?l. Aquellas reflexiones, unidas a El se?or del castillo y su prisionero, una obra de teatro marcadamente autobiogr¨¢fica y tambi¨¦n in¨¦dita, forman parte de un volumen con el que la editorial malague?a Alfama inicia el rescate editorial del autor ingl¨¦s. Rescate que coincide con la reedici¨®n de El laberinto espa?ol (Backlist), su cl¨¢sico sobre los antecedentes de la Guerra Civil.
Los textos forman parte de la herencia que el escritor dej¨® a su secretaria
"La obra teatral es carne de psicoan¨¢lisis", dice su albacea literario
El ¨¦xito de 'El laberinto espa?ol' fue una sorpresa. ?l quer¨ªa ser poeta
El diario relata su pasi¨®n imposible por la pintora Dora Carrington
El primer volumen de in¨¦ditos, que ver¨¢ la luz en febrero, se publicar¨¢ en edici¨®n biling¨¹e ingl¨¦s-castellano: los textos que contiene tampoco se han publicado nunca en el Reino Unido. Forman parte del material que Brenan dej¨® en herencia a Linda Nicholson, secretaria y amiga ¨ªntima del escritor. De hecho, Carlos Pranger, hijo de Nicholson y uno de los actuales albaceas del hispanista, ha sido el encargado de la edici¨®n y traducci¨®n de los textos.
En los aforismos, Brenan se pinta a s¨ª mismo como alguien de curiosidad inagotable, algo egoc¨¦ntrico, inseguro, "despistado, hipocondr¨ªaco, buscarruidos" y contradictorio. ?Era sincero? Pranger, que durante a?os lo vio ejercer en su casa de "abuelo cascarrabias", advierte que ning¨²n escritor lo es del todo, pero que al autor brit¨¢nico no le importaba "reconocer que estaba lleno de contradicciones. Brenan escribi¨® sus aforismos en la vejez, de vuelta ya de todo y siempre con un sentido del humor muy ingl¨¦s". Para Pranger, adem¨¢s, los aforismos de ?l fueron el germen de otro de sus cl¨¢sicos, Pensamientos en una estaci¨®n seca, que Alfama publicar¨¢ en mayo recuperando tambi¨¦n material in¨¦dito.
El albacea del escritor destaca tambi¨¦n la importancia de la obra de teatro recuperada. "Brenan la escribi¨® en 1949, despu¨¦s de dos hechos fundamentales en su vida. Por un lado, el ¨¦xito de El laberinto espa?ol que fue una sorpresa. ?l esperaba triunfar con sus poemas y lo hizo con un ensayo hist¨®rico. Por otro, la muerte de su padre, un militar autoritario con el que nunca se entendi¨®. La obra es carne de psicoan¨¢lisis". Adem¨¢s, recuerda Pranger, despu¨¦s de acabarla, "Brenan se tumb¨® en el sof¨¢" a escribir los dos tomos de sus memorias: Una vida propia y Memoria personal (reeditados por Pen¨ªnsula).
El se?or del castillo y su prisionero es una alegor¨ªa, m¨¢s discursiva que dram¨¢tica, en la que Raz¨®n (el orden tirano) tiene preso a Emanaci¨®n, su padre (el alma po¨¦tica). Y es imposible leer la obra sin ver en ella el desencuentro entre Brenan y su progenitor, que representaba todo lo que ¨¦l odiaba: la disciplina castrense y la rigidez de la sociedad victoriana.
Lo primero le llev¨® al campo de batalla. Lo segundo, a Las Alpujarras. Con 25 a?os y al poco de terminar la Primera Guerra Mundial, Brenan mand¨® por barco a Almer¨ªa 2.000 libros de su biblioteca con el objetivo de convertirse en poeta. Lleg¨® a La Coru?a en 1919 y cruz¨® la Pen¨ªnsula hasta terminar en Yegen, el pueblo que inmortaliz¨® en Al sur de Granada, una obra que Fernando Colomo llev¨® al cine en 2002 con Matthew Goode en el papel del escritor.
El nombre de Gerald Brenan, que al morir don¨® su cuerpo a la facultad de Medicina de M¨¢laga, qued¨® unido para siempre al de Espa?a, el pa¨ªs que hab¨ªa elegido porque, al ser neutral en la Gran Guerra, pens¨® que ser¨ªa "barato". Si permaneci¨® en ¨¦l insistiendo en la escritura fue, en buena parte, gracias a los ¨¢nimos de la pintora Dora Carrington, con la que hab¨ªa vivido una pasi¨®n arrebatadora y est¨¦ril: ella estaba enamorada de otro imposible, el cr¨ªtico Lytton Strachey, homosexual declarado. En oto?o, la propia Alfama publicar¨¢ el diario, in¨¦dito tambi¨¦n, en el que Brenan relata su relaci¨®n con la artista. 250 p¨¢ginas que van desde los d¨ªas en que ambos formaban parte del grupo de Bloomsbury hasta los que siguieron al suicidio de Carrington en marzo de 1932.
All¨ª cuenta Brenan c¨®mo ella apart¨® la alfombra para no mancharla de sangre y c¨®mo coloc¨® la culata de la escopeta en el suelo, apunt¨® el ca?¨®n hacia su costado y apret¨® el gatillo: "Como el arma ten¨ªa seguro y se hab¨ªa olvidado de quitarlo, no pas¨® nada. Esto debi¨® descolocarla, pues al apretar el gatillo otra vez la escopeta no estaba apuntando bien y el disparo arranc¨® parte de su costado, pero no acert¨® en el coraz¨®n...". Muri¨® a las dos horas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.