"Hay 10 a?os de mi vida que se han ido para siempre y que son irrecuperables"
El purgatorio, seg¨²n la doctrina de la Iglesia cat¨®lica, es el proceso de purificaci¨®n necesario antes de entrar en el reino de los cielos y pasa por el dolor de no disfrutar de la presencia de Dios, la ausencia, la p¨¦rdida del bien extraordinario que es la contemplaci¨®n del amor y del ser querido. Purgatorio es, en ese sentido, el mejor t¨ªtulo posible para la ¨²ltima novela del escritor argentino Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez (Tucum¨¢n, 1934): la historia de una p¨¦rdida y de un exilio. Su personaje, Emilia Dupuy, busca durante treinta a?os a su marido detenido por los militares argentinos y desaparecido. Un d¨ªa le encuentra en un pub de Estados Unidos: el tiempo no ha pasado por ¨¦l. "Cuando volv¨¦s al hogar del que te fuiste, pens¨¢s que cerraste el c¨ªrculo pero te das cuenta de que tu viaje fue s¨®lo de ida. Del exilio nadie regresa", escribe el narrador de la historia. Pero Emilia no lo cree.
"El despojamiento de los afectos es terrible. Te fuerzan a ser otro. Y en esa 'otredad' te pierdes"
PREGUNTA. Su novela es una historia terrible de p¨¦rdida.
RESPUESTA. He pensado mucho en el dolor de la gente que perdi¨® a alguien, pero, sobre todo, en el dolor may¨²sculo que significa no ver a ese alguien muerto. La verificaci¨®n de la muerte es, al menos, una forma de consuelo. El limbo o el purgatorio de no saber qu¨¦ se ha hecho del ser amado, d¨®nde est¨¢, si est¨¢ muerto, o si est¨¢ preguntando por ti en otro sitio, es desesperante. De hecho, ya se habla de ello en la tragedia griega, cuando Ant¨ªgona no puede enterrar a su hermano.
P. Durante la ¨¦poca de la dictadura militar desaparecieron cerca de treinta mil argentinos. Ese sentimiento de p¨¦rdida, que es tan abrumador en la novela, ?forma ya parte de cualquier argentino de su generaci¨®n?
R. En mi caso, yo fui expulsado de mi pa¨ªs poco antes de la dictadura. El motor por el que quise escribir este libro es, precisamente, la interrupci¨®n de una vida por el exilio. Hay 10 a?os de mi vida que se han ido para siempre y que son irrecuperables. Pens¨¦ en recuperarlos a trav¨¦s de la escritura. El despojamiento de los afectos es terrible. Por algo ya los griegos pensaban en el exilio como un castigo equivalente a la muerte. Te arrancan de tus afectos, de tus hijos, de tu vida profesional. Te fuerzan a ser otro. Y en esa "otredad" te pierdes.
P. Llama la atenci¨®n que sus dos personajes, Emilia y Sim¨®n, sean, precisamente, cart¨®grafos.
R. No s¨¦ bien por qu¨¦, pero desde hace un tiempo me preocupa la idea del mapa y de la similitud del mapa y la novela. La escritura de la novela y la realizaci¨®n de los mapas son, ambas, invenciones de la realidad, imaginaciones. Al principio, los seres humanos, cuando no sab¨ªan qu¨¦ tierra estaban pisando, se imaginaban el mundo y le pon¨ªan nombres a su arbitrio.
P. Pero al mismo tiempo los mapas existen para que no perderse, para que no desaparezcas.
R. Exactamente
P. El personaje de Emilia est¨¢ perdido, pero encuentra a Sim¨®n a trav¨¦s de la formidable intensidad de su amor. ?Es el amor el ¨²nico sentimiento capaz de desarrollar tanta fuerza?
R. Sobre todo es la ansiedad de recuperar el amor que no viviste, que te convirti¨® en otro ser. Como digo, el impulso inicial que me movi¨® a escribir este libro fue tratar de recuperar, mediante la escritura y la imaginaci¨®n, lo que el exilio me ha quitado. La escritura y la imaginaci¨®n tienen un poder may¨²sculo, un poder que trat¨¦ de medir a trav¨¦s de la escritura de esta novela. La idea original era narrar la vida cotidiana de los argentinos, no los campos de concentraci¨®n, no los tormentos, no las muertes horrendas, sino la grisura de la vida cotidiana. Sobre todo, algo que me perturbaba estando afuera much¨ªsimo, ?c¨®mo no se reacciona, c¨®mo se mira para otro lado? Las dictaduras no son posibles sin una complicidad colectiva; una cierta forma de resignaci¨®n o de complicidad colectiva. La fuente de esa complicidad, creo, es la ignorancia. El gran recurso de los autoritarismos es obligarte a ignorar, a que s¨®lo sepas lo que ellos quieren que sepas.
P. Lo primero que han hecho las autoridades israel¨ªes antes de invadir Gaza ha sido impedir la presencia de periodistas.
R. S¨ª. Y otra cosa importante. Aqu¨ª, si denunciabas lo que ve¨ªas, el r¨¦gimen te tildaba inmediatamente de "antiargentino" y como tal te condenaba. Ahora, si t¨² publicas fuera de Israel algo sobre lo que sucede en Israel, pueden muy bien llamarte antisemita. Cuando Israel levant¨® el muro, que a m¨ª me parec¨ªa que era contrario a toda la tradici¨®n de la persecuci¨®n jud¨ªa, publiqu¨¦ un art¨ªculo en La Naci¨®n, diciendo que era una barbaridad, una forma lenta de muerte, y no sabes la cantidad de voces que se alzaron aqu¨ª para acusarme de antisemita.
P. Un personaje que me resulta interesante es el de Dupuy, el padre de Emilia. No es un hombre que est¨¦ loco, sino que, b¨¢sicamente, es un sinverg¨¹enza.
R. As¨ª es. Un canalla. Tiene un ideal de extrema derecha, militar, la idea de construir un pa¨ªs sobre "Dios, Patria y Hogar", la espada y la Iglesia, la uni¨®n de las armas con la fe y todo eso, mezclado junto con la corrupci¨®n, que afecta a los presuntamente incorruptibles y que resulta avasalladora. Es tambi¨¦n el tema de otra novela m¨ªa, El vuelo de la reina. En ese caso es un periodista incorruptible, que, en su empe?o por luchar contra la corrupci¨®n, se corrompe.
P. ?Es tan f¨¢cil corromperse?
R. Si no tienes una estructura moral muy s¨®lida y no te repugna la corrupci¨®n por principio o por verg¨¹enza, entonces s¨ª, supongo que la corrupci¨®n es una tentaci¨®n muy importante. Asume formas a veces imprevisibles. Aqu¨ª se ven infinitas formas de corrupci¨®n. Incluso puedes convertirte en un corrupto sin tener conciencia de que lo eres. La corrupci¨®n no es s¨®lo corrupci¨®n del dinero. La corrupci¨®n en el periodismo, por ejemplo, es la coqueter¨ªa del poder, hacerte creer que puedes derrumbar a un ministro o tener alguna influencia mayor.
P. Un episodio curioso en la novela es el momento en que Dupuy padre visita a Orson Welles para proponerle que haga un documental sobre los mundiales de f¨²tbol. Yo llegu¨¦ a creer que era una historia posible.
R. As¨ª se crean los personajes. Yo conoc¨ª a Orson Welles tal como lo conoce Dupuy, en la ¨²ltima corrida de Antonio Bienvenida, en Toledo. Yo era un periodista y ¨¦l estaba implicad¨ªsimo en la ceremonia de apartar los toros, opinando como si fuera un experto. Me contuve y no le pregunt¨¦ sobre el Quijote, que hab¨ªa dejado a medio hacer. Yo admiro mucho a Welles, para m¨ª es ¨¦ticamente muy valioso. Me pareci¨® que si el episodio no ten¨ªa verosimilitud no pod¨ªa tener fuerza y me puse a estudiar a Welles, as¨ª que cuando Dupuy le visita yo sab¨ªa d¨®nde estaba, qu¨¦ hac¨ªa. Descubr¨ª que en esa ¨¦poca Orson Welles prest¨® su voz para una pel¨ªcula que se llama Genocidio, y me pareci¨® interesante devolverle el homenaje.
P. Con relaci¨®n al personaje de Emilia, a veces resulta desesperante cu¨¢nto tiempo tarda en darse cuenta de lo que le ha pasado a su marido, pese a que hay muchas personas que se lo dicen.
R. Ella lo explica en un momento dado: "Si Sim¨®n ha muerto, entonces mi padre es un asesino y mi madre, una c¨®mplice". Y sobre la muerte de su marido, que ya ser¨ªa suficiente lastre para ella, pues la esperanza la mantiene viva, tendr¨ªa que sumar la culpa de esos antepasados espantosos. Emilia es un reflejo, o una met¨¢fora, aunque la palabra me parece un poco presuntuosa, de la sociedad argentina, en general, a la que le est¨¢n ocurriendo las cosas delante de sus ojos y no las ve. Prefiere esperar a que ocurran milagros. Pero Emilia no espera pasivamente, porque de todos modos busca.
P. La historia de amor, que es tan importante en la novela, ?ser¨ªa posible pensarla igual si la desaparecida fuera ella y Sim¨®n quien la busca?
R. Creo que el g¨¦nero masculino no tiene, en general, la misma fuerza pasional y la misma tenacidad que tienen las mujeres. Por algo son Las madres de Plaza de Mayo y no Los padres de Plaza de Mayo. Aunque los maridos acompa?en el s¨ªmbolo de la b¨²squeda y de la espera, son las mujeres las que pusieron el pecho a la dictadura.
P. Su novela tiene muchas lecturas posibles: es una historia de amor, pero tambi¨¦n una novela pol¨ªtica, pero tambi¨¦n una novela metaf¨ªsica... Es una novela sin miedo.
R. Sin miedo a las consecuencias. Caminar sobre una cuerda floja sin caerte. En estos temas uno piensa cu¨¢l es el l¨ªmite y hasta d¨®nde puedo avanzar, y cuanto m¨¢s libre te sientes, m¨¢s seguro te sientes y mejor avanzas. De todos mis libros es el que he escrito m¨¢s r¨¢pido, dej¨¢ndome llevar.
P. ?Usted cree que algo que ha existido alguna vez existe siempre?
R. Un ser que existi¨® persiste a trav¨¦s de la memoria. Por eso el libro insiste en que la identidad de cada uno de nosotros est¨¢ en los recuerdos. No s¨®lo en los recuerdos que tienes sino en los recuerdos que dejas. Por eso el cielo y el infierno son tus buenas y tus malas acciones, aquello que dejaste y eso que queda en la memoria de los otros.
Purgatorio. Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez. Alfaguara. Madrid, 2009. 296 p¨¢ginas. 18,50 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.