Entre marionetas gigantes
Muchos de los espectadores no pasan de los cinco a?os de edad. Todav¨ªa no saben nada del compositor Manuel de Falla ni del ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. Y su primera toma de contacto no les va a dejar indiferentes. Estos d¨ªas se representa en el auditorio Padre Soler de Legan¨¦s, tras su estreno en el Teatro Real, la ¨®pera para marionetas de Falla El Retablo de Maese Pedro, basada en un episodio del Quijote. Cuando se abra el tel¨®n ante el joven p¨²blico aparecer¨¢ un gigantesco gui?ol con t¨ªteres de hasta siete metros de alto.
Se apagan las luces. Suena la m¨²sica de la Joven Orquesta Escuela bajo la direcci¨®n de Joseph Vicent y tras el tel¨®n comienza una coreograf¨ªa silenciosa. Los 10 manipuladores de las enormes marionetas, completamente vestidos de negro y con pasamonta?as del mismo color, trabajan entre dos estrechos andamios y el suelo. Un tel¨®n m¨¢s peque?o separa dos planos de realidad: el de Don Quijote, Maese Pedro y el Trujam¨¢n -el ni?o que narra la acci¨®n- y el del teatrino, en el que se desarrollan las peripecias de don Gayferos y Melisendra. No es f¨¢cil moverse entre estos colosos en el espacio oscuro escondido a los espectadores. A cada paso un contrapeso sube o baja o alg¨²n manipulador pasa corriendo de un personaje a otro.
El director, Enrique Lanz, ve la ¨®pera desde fuera. Para ¨¦l es un montaje especial no s¨®lo porque su debut en Madrid fuera en el Teatro Real sino porque para ¨¦l significa un compromiso personal. Su abuelo, Hermenegildo Lanz, titiritero como ¨¦l, amigo de Manuel de Falla y creador de las figuras con las que se estren¨® su ¨®pera en Par¨ªs en 1923.
De nuevo tras el tel¨®n uno de los manipuladores, Abel, maneja la cabeza de Don Quijote con una barra y mueve su boca con una cuerda. En sus manos parece f¨¢cil darle expresi¨®n a una estatua de siete metros y medio pero no lo es. "Lo m¨¢s complicado es sincronizar los gestos del t¨ªtere con las voces de los cantantes porque los matices no son iguales en ninguna funci¨®n", dice Abel. S¨®lo ¨¦l y Gabriel, que maneja la cabeza del Trujam¨¢n, permanecen en su puesto durante toda la obra.
En el teatrino, don Gayferos cabalga a la ciudad de Sansue?a (Zaragoza) para rescatar a su amada Melisendra. Para Don Quijote todo lo que ocurre en el retablo de Maese Pedro es real y movido por sus ideales caballerescos no se resiste a socorrer a los amantes. Cuatro manipuladores corren a ayudar a Abel, se distribuyen entre los dos brazos de la figura que destroza el teatrino para ayudar a don Gayferos. Es el momento culminante. Los 100 kilos de corcho, fibra de vidrio y resina que pesa la marioneta del Quijote se elevan un metro para que el hidalgo le dedique la victoria final a su amada Dulcinea.
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