Rouco lamenta que se usen los autobuses "para hablar mal de Dios"

"Insinuar que Dios probablemente sea una invenci¨®n de los creyentes y afirmar adem¨¢s que no les deja vivir en paz ni disfrutar de la vida, es objetivamente una blasfemia y una ofensa a los que creen". Esta es la reacci¨®n oficial de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) por la propaganda exhibida en autobuses municipales de varias ciudades con la leyenda Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida. En un comunicado, la jerarqu¨ªa del catolicismo espa?ol afirma que "las autoridades competentes deber¨ªan tutelar el ejercicio pleno del derecho de libertad religiosa".

El eslogan de los ateos tambi¨¦n fue objeto este fin de semana de la atenci¨®n del cardenal de Madrid, Antonio Mar¨ªa Rouco, a la vez presidente de la CEE. Lo hizo en su homil¨ªa dominical, con el t¨ªtulo Ante una publicidad lamentable.

"Los cat¨®licos respetamos y amamos a todos los hombres, tambi¨¦n a quienes dicen que no creen en Dios. Les amamos de modo especial a ellos, porque pensamos que, careciendo de fe, est¨¢n especialmente necesitados de ser tratados con respeto y con amor. No consideramos que sean peores que nosotros. [Pero] No es aceptable que se diga o se insin¨²e que los que creemos en Dios vivimos preocupados por ello. La fe no es fuente de preocupaci¨®n insana, sino de consuelo y de libertad. La fe en Dios es luz para apreciar con justeza la bondad y la belleza del mundo", dice Rouco.

La libertad religiosa

A?ade el l¨ªder del episcopado: "?C¨®mo vamos a callar cuando se atenta contra la verdad de Dios y se trata de arrancar la fe del coraz¨®n de los hombres? Como pastores de la Iglesia, a los que incumbe la grave responsabilidad de invitar a todos a la fe en el Dios del amor, no podemos por menos de mostrar nuestro dolor por la propaganda que falsea la imagen de Dios present¨¢ndole como un probable invento de los hombres que no les deja vivir en paz. Desfigurar la verdad de Dios, mofarse de su amor, significa perjudicar la causa del hombre. La utilizaci¨®n de espacios p¨²blicos para hablar mal de Dios ante los creyentes es un abuso que condiciona injustamente el ejercicio de la libertad religiosa".

El cardenal concluye apelando "a las autoridades competentes para que tutelen como es debido el derecho de los ciudadanos a no ser menospreciados y atacados en sus convicciones de fe".