Los cronopios salen de juerga
Tres in¨¦ditos de Julio Cort¨¢zar conmemoran el 25? aniversario de su muerte
Los chicos de la escuela le llamaban "el belgicano" porque gargarizaba las erres y porque hab¨ªa nacido, por casualidad, en Bruselas. Fue en agosto de 1914, en el arranque de la Primera Guerra Mundial y durante una misi¨®n de su padre en la embajada Argentina. Afable, ani?ado y con ojos de gato, "larguirucho, carap¨¢lida, desgarbado y lampi?o", as¨ª recordaba a Julio Cort¨¢zar en la primera p¨¢gina del primer tomo de sus Obras completas (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de lectores) su amigo, el cr¨ªtico Sa¨²l Yurkievich, que, acto seguido, matizaba lo de lampi?o a la luz de la barba con la que, en los a?os setenta, el escritor quiso homenajear al Che y, de paso, a Orson Welles.
El 12 de febrero de 1984, muy pronto har¨¢ 25 a?os, el autor de Bestiario muri¨® en un hospital de Par¨ªs v¨ªctima de una leucemia. Yurkievich, que estaba a su lado, cont¨® que poco antes hab¨ªa pedido escuchar el ¨²ltimo quinteto de Mozart y un solo de piano -I ain't got nobody- de Earl Hines.
Hab¨ªa llovido lo suyo desde que, en 1951, vendiera su colecci¨®n de discos de jazz para malvivir en Francia como un becario feliz. Tambi¨¦n desde que, dos a?os m¨¢s tarde, se consagrara, por encargo de Francisco Ayala y para la Universidad de Puerto Rico, a traducir los relatos y ensayos de Edgar A. Poe. Una traducci¨®n que P¨¢ginas de espuma y Edhasa acaban de reeditar en Espa?a para conmemorar el bicentenario del narrador estadounidense.
Ese mismo a?o, 1953, Cort¨¢zar se hab¨ªa casado en Buenos Aires con Aurora Bern¨¢rdez, una licenciada en letras de origen gallego que, con el tiempo, se convertir¨ªa en la brillante traductora de autores como Italo Calvino, Lawrence Durrell y Albert Camus.
Bern¨¢rdez, de 91 a?os, se separ¨® de Cort¨¢zar en 1968, pero cuid¨® de ¨¦l en sus ¨²ltimos d¨ªas y sigue cuidando de su legado. De hecho, ayer present¨® en Madrid una edici¨®n art¨ªstica con tres textos in¨¦ditos de la serie de Historias de cronopios y famas, seg¨²n Vargas Llosa, amigo de la pareja, el libro m¨¢s "travieso" de Julio Cort¨¢zar. Ella fue, adem¨¢s, la inspiradora de esos relatos llenos de paradojas. "Un d¨ªa en la villa M¨¦dicis de Roma", cont¨® ayer, "le dije a Julio: 'esta escalera es para bajar no para subir' y ¨¦l me dijo: 'nunca lo hab¨ªa pensado". Ah¨ª arranc¨® la colecci¨®n.
Caligrafiado por Josemar¨ªa Passalacqua y con ilustraciones de la artista italiana Judith Lange, los nuevos cuentos han sido publicados en tirada limitad¨ªsima -100 ejemplares- por Del Centro Editores.
Los tres relatos -Never stop the Press, Vialidad y Almuerzo- comparten el esp¨ªritu gamberro y pataf¨ªsico de Historias de cronopios y de famas, publicado originalmente en 1962, es decir, justo un a?o antes de la aparici¨®n de Rayuela, la novela fragmentaria y total que, en forma de declaraci¨®n de amor a Par¨ªs -"la mujer de mi vida"- consagrar¨ªa definitivamente al escritor argentino como uno de los maestros del boom latinoamericano.
El agobio por el trabajo y la incomunicaci¨®n presentes en los nuevos textos -un cronopio, por ejemplo, pregunta a un fama cu¨¢ntas patatas fritas quiere con el filete- se suman as¨ª a delirios ya cl¨¢sicos como las instrucciones para llorar, para comportarse en un velatorio, para subir una escalera o para dar cuerda a un reloj. Ya se sabe, cuando te regalan un reloj, te regalan "el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa".
Pero, ?qu¨¦ es un cronopio? Cort¨¢zar dec¨ªa que el perfil literario de esos seres "desordenados y tibios" se le ocurri¨® en medio de un concierto de Stravinski. Tambi¨¦n dijo que Charlie Parker era uno de ellos. Dionis¨ªacos, creativos y un punto surrealistas, los cronopios son lo contrario de los famas, esos apol¨ªneos y pragm¨¢ticos individuos que necesitan papel rayado para escribir y que "aprietan desde abajo el tubo de dent¨ªfrico".
Desde que Cort¨¢zar public¨® su libro, la humanidad se dividi¨® en cronopios y famas. Si los tres relatos reci¨¦n rescatados fueron desechados en la primera edici¨®n, se debi¨® seg¨²n su viuda, a que quer¨ªa evitar la repetici¨®n: "A veces escribir cosas as¨ª puede resultar mec¨¢nico. ?l dec¨ªa que pod¨ªa ser f¨¢cil seguir fabricando situaciones. Claro, hab¨ªa que tener su talento. ?Qu¨¦ todos queremos ser cronopios? Bueno, como me ha dicho Judith Lange, todos somos todo. Estamos hechos as¨ª, de contradicciones. De hecho, yo conozco famas que en el fondo son cronopios. Como dec¨ªan mis t¨ªas: tiene que haber de todo". Julio Cort¨¢zar, sin repetirse, sigui¨® tirando del mismo hilo zumb¨®n en libros inclasificables, y ajenos al cors¨¦ de los g¨¦neros, como La vuelta al d¨ªa en ochenta mundos, Ultimo round o Los autonautas de la cosmopista, escrito a cuatro manos con su segunda esposa Carol Dunlop, que muri¨® dos a?os antes que ¨¦l. El desparpajo de su literatura no es nada extra?o en alguien a quien sus amigos ve¨ªan como un ni?o grande, un escritor muy serio que siempre manej¨® las palabras como si fueran de juguete.Los relatos fueron desechados, seg¨²n la viuda, para evitar repeticiones
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.