Madrid y las fallas
Aunque discrepemos de la pol¨ªtica que practica el partido de la derecha espa?ola y critiquemos incluso aspectos de su ideolog¨ªa, debe preocupar su conflicto interno, lo que se hacen entre ellos y lo que hacen en Madrid.
Es grave que exista un cuerpo parapolicial clandestino que, financiado con fondos p¨²blicos, haga seguimientos no autorizados; de ah¨ª hay que imaginar cualquier posibilidad, desde el chantaje a la coacci¨®n. Falta que la investigaci¨®n judicial revele qui¨¦n organiz¨®, financi¨® y dirigi¨® tal o tales redes de esp¨ªas, pero la opini¨®n p¨²blica dispone de evidencias, gracias al periodismo, de que tales actividades existen. Tambi¨¦n es grave que esas mismas investigaciones y seguimientos ilegales desvelen indicios de corrupci¨®n en la propia administraci¨®n auton¨®mica. Alguien tendr¨¢ tambi¨¦n que investigar esto.
El espionaje y la corrupci¨®n est¨¢n da?ando a la capital y tambi¨¦n a todo el Estado democr¨¢tico
La capital no debe ser propiedad de la derecha espa?olista ni de nadie
Pero m¨¢s grave a¨²n es el da?o que se le ha hecho, y se le lleva haciendo, a Madrid. Y el da?o que se le hace a la capital se le hace siempre al Estado democr¨¢tico. En este caso, se le hace da?o de modo consciente, hay una estrategia de utilizaci¨®n de la capital para bloquear la pol¨ªtica y controlar el Estado y la econom¨ªa. Tambi¨¦n se muere de ¨¦xito: lo que ahora sucede es una implosi¨®n en el vientre empachado de una derecha tan triunfante.
De los continuados y entrelazados esc¨¢ndalos, el m¨¢s grave fue falsear el resultado de unas elecciones democr¨¢ticas mediante compra de diputados para conseguir la presidencia de la Comunidad de Madrid, pero lo expuesto a la luz estos d¨ªas demuestra que todos esos lodos dieron este lodazal que es el actual campo de batalla.
Cualquier capital que ofrece oportunidades tambi¨¦n atrae intereses y hasta arribistas; en casi ning¨²n pa¨ªs las capitales son un modelo educador, pero lo de Madrid es cosa seria. Estas luchas en el poder econ¨®mico y pol¨ªtico local da?an a la ciudad toda y a todos da la imagen m¨¢s desastrosa posible de la vida p¨²blica y la pol¨ªtica. Confirmando as¨ª el hist¨®rico incivismo.
Es un proceso que viene de lejos y es profundo, tiene sus ra¨ªces en la divisi¨®n nacional espa?ola que aparece de modo evidente en dos fallas ideol¨®gicas que se entrecruzan imposibilitando un sentido de uni¨®n colectiva.
Una de esas fallas es el conflicto entre un nacionalismo centralista y uniformador expresado, aunque no exclusivamente, en la derecha, y los nacionalismos propios de las nacionalidades. La otra es la que enfrenta a los partidarios de una industrializaci¨®n que nunca se pudo realizar con el tradicionalismo integrista, anta?o representado en los restos de la nobleza y hoy encarnado en la Iglesia cat¨®lica.La Iglesia cat¨®lica espa?ola es portadora de una visi¨®n hist¨®rica de Espa?a en la que ella es ama del Reino. "Si Espa?a dejase de ser cat¨®lica dejar¨ªa de ser Espa?a": este resumen del cardenal Ca?izares, que es cardenal de Toledo y primado de Espa?a no por casualidad, encarna de un modo casi perfecto la historiograf¨ªa integrista. Tampoco es casualidad que sea acad¨¦mico de la Historia, habiendo ingresado en la instituci¨®n con un discurso sobre la monarqu¨ªa visigoda que situaba el nacimiento de Espa?a en el III Concilio de Toledo.
Estas dos fallas ideol¨®gicas atraviesan todo el pa¨ªs y toda la sociedad pero en la capital se dan de forma m¨¢s aguda. Madrid se hizo comunidad aut¨®noma, quiz¨¢ fuese un error, y si¨¦ndola se transform¨® en algo nuevo. Es un lugar donde se localizan ideolog¨ªas e intereses particulares y que tiende al particularismo, exactamente igual que otras comunidades. Lo espec¨ªfico es que la nueva clase pol¨ªtica madrile?a generada por la autonom¨ªa ha creado tambi¨¦n una ideolog¨ªa que la justifique, y ¨¦sta ha sido un nacionalismo espa?olista conservador en confrontaci¨®n dial¨¦ctica con otras comunidades perif¨¦ricas. Quien condujo este proceso fue la derecha.
La cr¨ªtica que se le hace a los medios de comunicaci¨®n dirigidos por nacionalistas en otras comunidades se le deber¨ªa hacer exactamente igual a los madrile?os. Pero no son s¨®lo los medios p¨²blicos de la Comunidad de Madrid, la mayor parte de la prensa editada en la capital est¨¢ empapada de la idea de una Espa?a centralista y uniforme, expresa un punto de vista local y defiende los intereses particulares de una minor¨ªa, la que sujeta hilos de poder pol¨ªtico y econ¨®mico. Si esto ocurriese en otra autonom¨ªa, ?lo que leer¨ªamos sobre el peligro de las autonom¨ªas, los nacionalismos, los caciques, etc¨¦tera! La hegemon¨ªa en Madrid de ese discurso nacionalista tradicional, que se funde con elementos locales, es tal porque en esa comunidad la derecha consigui¨® hace ya tiempo un dominio pol¨ªtico absoluto.
Y lejos de ser una derecha indolente, desde un Madrid transformado en fort¨ªn, hace agitaci¨®n pol¨ªtica creando energ¨ªa centr¨ªpeta, cataliza y atrae energ¨ªas con la defensa de una Espa?a supuestamente hist¨®rica frente a otros nacionalismos centr¨ªfugos. La polarizaci¨®n atrae a los polos: quien tenga una idea tradicional de Espa?a encuentra en Madrid su referencia, quien se encuentra a disgusto o, sin raz¨®n o con ella, se enfrente al poder pol¨ªtico en Catalu?a, Euskadi o Galicia encuentra all¨ª acogida y acomodo. Hace tiempo que Madrid va siendo menos un espacio com¨²n, y m¨¢s un espacio particular, donde se encubren los propios intereses y el particularismo con un manto patri¨®tico y donde se identifica el territorio particular con el territorio "nacional".
La ciudadan¨ªa madrile?a tiene un problema que ojal¨¢ afronte y consiga solucionar. No es peque?o, pues es tanto una imagen muy da?ada como el poder saber que viven en una comunidad y una ciudad en la que verdaderamente ellos deciden. Y la ciudadan¨ªa espa?ola tiene un problema, pues la capital del Estado aparece como un foco de distorsiones y desestabilizaci¨®n.
Hubo alg¨²n momento en que se plante¨® que Barcelona pod¨ªa y quer¨ªa ser una segunda capital, pero hoy esa ciudad parece confundida sobre su lugar en el mundo. Aquella pretensi¨®n de Barcelona de corresponsabilizarse en la organizaci¨®n del Estado est¨¢ desactivada. S¨®lo tenemos a este Madrid, as¨ª que a todos nos interesa que sea una capital que merezca nuestro reconocimiento y nuestro respeto.
El ¨²ltimo esc¨¢ndalo debiera servir para romper el entramado de intereses ileg¨ªtimos que se encubren con esa ideolog¨ªa nacionalista que dice ser universal y en realidad es totalmente particularista. Para ventilar y abrir esa capital al conjunto del Estado. Y tambi¨¦n para que la izquierda, o quien sea, cumpla con su funci¨®n de ser de una vez por todas una alternativa seria al dominio de esa derecha que cree, y lo parece, haberse apropiado de la capital. Madrid no tiene por qu¨¦ ser suyo ni puede tener un due?o.
Suso de Toro es escritor
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