La magnitud del desconcierto
En Davos se ha visto este a?o la magnitud del desconcierto. Estamos ante una crisis que alcanza a todo el planeta, encoge la econom¨ªa global y presiona hacia el proteccionismo y la desglobalizaci¨®n. Pero ha costado mucho llegar a reconocerla. La Agenda Global para 2009, preparada por m¨¢s de un millar de expertos, ha recurrido a la imagen de los p¨¢jaros utilizados por los mineros antes de entrar en el pozo para describir lo que ha sucedido en 2008, el a?o de los tres canarios, que son el precio de los alimentos, el incremento y volatilidad del precio del petr¨®leo y la crisis financiera. Hace un a?o, en esta misma reuni¨®n, todav¨ªa no hab¨ªa salido de la mina el cuerpecillo de ninguno de los pajarillos y eran muy pocos los economistas capaces de preverlo.
Sabemos que hay que cambiar, pero no c¨®mo hay que hacer el cambio
Ahora lo que preocupa es conocer c¨®mo encontrar la salida, prever la fecha y localizar los escollos que puedan retrasarla. Y lo m¨¢s interesante es observar c¨®mo empiezan a imaginar unos y otros el paisaje que aparecer¨¢ cuando salgamos del t¨²nel, aquel capitalismo reformado que demandaba con impaciencia el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy. Los conceptos de crisis y de recesi¨®n son pobres para describir lo que en realidad enfrentamos, seg¨²n se desprende de la opini¨®n de los expertos: estamos ante un momento de cambio de modelo econ¨®mico y social, e incluso de mutaci¨®n de valores. Los m¨¢s osados sue?an en una nueva era, de la que saldremos todos, pa¨ªses, Gobiernos y ciudadanos, profundamente transformados.
Necesitamos instituciones globales, mejores que las actuales, que sirvan para prever las crisis y no para acudir a la cabecera del enfermo cuando se halla en muy mal estado. Con un reparto de las responsabilidades m¨¢s adecuado a la realidad del mundo: el dominio occidental del planeta se ha terminado. La reuni¨®n del G-20 el 2 de abril en Londres debe emitir un mensaje muy contundente respecto a la voluntad pol¨ªtica de los Gobiernos para poner en marcha esta nueva gobernanza econ¨®mica global.
El capitalismo reformado debe ser verde y tecnol¨®gico. Hay que poner en marcha un mercado internacional de emisiones de CO2, algo que s¨®lo se conseguir¨¢ si se implican los grandes contaminadores (China, India, Estados Unidos) y se fijan unos objetivos claros y verificables en cuanto a reducciones, cuesti¨®n que tendr¨¢ un momento especialmente decisivo el pr¨®ximo diciembre, en la Cumbre del Clima en Copenhague. Las inversiones en tecnolog¨ªa ser¨¢n cruciales para poner en marcha esta nov¨ªsima econom¨ªa ecol¨®gica. No hay que posponer este cambio hasta que haya pasado lo peor, porque entonces lo peor estar¨¢ todav¨ªa por llegar.
Debemos conseguir que el mundo est¨¦ gobernado, con econom¨ªas y monedas coordinadas, sin perder los beneficios de la globalizaci¨®n ni dejarlo varado en el nacionalismo econ¨®mico y el proteccionismo. Hay que regresar a un juego con reglas, donde no sea posible cambiar de reglamento a mitad de la partida como han venido haciendo los m¨¢s arriesgados y a veces inmorales. Tambi¨¦n a la jerarqu¨ªa de valores m¨¢s cl¨¢sica: las finanzas son para financiar, no para convertirse en un fin en s¨ª mismo. Los desequilibrios de riqueza, en constante aumento hasta esta crisis, adem¨¢s de injustos son peligrosos.
Merkel habla de una v¨ªa intermedia entre el capitalismo desregulado y los experimentos de socialismo de Estado. Es la v¨ªa alemana del canciller Ludwig Erhard, la econom¨ªa social de mercado, en la que "el Estado es quien vigila el orden econ¨®mico y social". Lo mismo ha dicho el presidente de la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, que ha ofrecido a Estados Unidos el modelo europeo: "Nosotros tenemos un servicio de salud universal, un sistema de jubilaciones m¨¢s generoso, un principio de gratuidad de la universidad y queremos conservarlo".
Son viejas ideas en odres nuevos, dir¨¢n algunos, pero no caen en saco vac¨ªo. La tradicional cena de los congresistas norteamericanos que acuden a Davos, celebrada este a?o en la euforia de la elecci¨®n presidencial, ha sido todo un homenaje al Estado protector, el multilateralismo, el desarme, el sistema sanitario europeo, los impuestos sobre la gasolina y la ayuda al desarrollo. Todos reconocen que hay que someter a revisi¨®n el modelo americano de consumo desenfrenado, sobre todo en el cap¨ªtulo energ¨¦tico.
El quiebro ideol¨®gico respecto a 2008 se ha percibido incluso en los temas de moda. La tecnolog¨ªa y la innovaci¨®n han sido siempre la crema m¨¢s exquisita de Davos, y la codicia del capitalismo financiero, m¨¢s o menos confesada, el principal combustible. En esta edici¨®n la tecnolog¨ªa ha seguido teniendo una gran consideraci¨®n, sobre todo con relaci¨®n al medio ambiente, pero ya no se la concibe como la varita m¨¢gica salvadora, como hab¨ªa sucedido anteriormente. Y sin voluntad pol¨ªtica ni valores no habr¨¢ buenas soluciones. Estos ¨²ltimos han ocupado incluso debates enteros -uno de ellos presidido por Tony Blair- en los que no han faltado los l¨ªderes religiosos. Un te¨®logo norteamericano record¨® el viernes los siete pecados sociales denunciados por Gandhi, que son anillo en el dedo de la actual recesi¨®n: pol¨ªtica sin principios, comercio sin moral, riqueza sin trabajo, educaci¨®n sin car¨¢cter, ciencia sin humanidad, placer sin consciencia, religi¨®n sin sacrificio. Y que, por supuesto, tambi¨¦n impugnan la exhibici¨®n de riqueza y de poder que se puede ver en Davos.
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