Davos asume la decadencia del capitalismo a la americana
Francia advierte de que la recesi¨®n puede provocar tensiones sociales
En pocos lugares se puede ver la decadencia del capitalismo tan de cerca como en Davos. Hay algo t¨®xico en la monta?a de la estaci¨®n de esqu¨ª alpina, que estos d¨ªas ha vuelto a convertirse en el sanatorio para tuberculosos que era hace un siglo, en busca de una cura para frenar el declive del sistema. Los helic¨®pteros de los VIP, el enjambre de guardaespaldas y polic¨ªas que protegen a los capitanes de la econom¨ªa mundial, la sucesi¨®n de fiestas y la ostentaci¨®n de las ¨¦lites de Davos -con la que est¨¢ cayendo- emparentan el Foro Econ¨®mico Mundial con los excesos de los ¨²ltimos a?os, que han llevado al colapso al sector financiero, y con ¨¦l al conjunto de la econom¨ªa.
Las vedettes del capitalismo proclamaban ayer, como durante toda la semana, la decadencia del modelo estadounidense: el c¨®ctel de globalizaci¨®n y comercio internacional, de libre mercado y desregulaci¨®n financiera, defendidos aqu¨ª con u?as y dientes durante a?os, ya no es la f¨®rmula m¨¢gica. La idea de que ese capitalismo a la americana traer¨ªa grandes dosis de prosperidad y crecimiento sin apenas ciclos ni sobresaltos se ha esfumado. John K. Galbraith dec¨ªa que hay dos clases de expertos en econom¨ªa: "Los que no tenemos ni idea y los que no saben ni eso". El economista Martin Wolf se apunt¨® ayer al primer grupo: "Honestamente, no sabemos qu¨¦ va a ocurrir". "Pero lo seguro es que las pr¨®ximas noticias van a ser peores", replic¨® el n¨²mero dos del FMI, John Lipsky.
La crisis se ha llevado por delante una cuarta parte de la riqueza mundial
Las consecuencias de la crisis son potencialmente peligrosas: la Organizaci¨®n Mundial del Comercio alert¨® ayer del riesgo de una escalada proteccionista, y la ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, advirti¨® de que el hurac¨¢n econ¨®mico provocar¨¢ "problemas sociales". No se trata de una profec¨ªa. Francia ha vivido esta misma semana una sonora huelga. Ayer, centenares de personas se manifestaron contra el foro en Ginebra. Pese a las espectaculares medidas de seguridad, las protestas llegaron hasta el coraz¨®n de Davos. Los manifestantes arrojaron zapatos contra el centro de congresos.
El desencanto de la ciudadan¨ªa se superpone al estupor de las ¨¦lites reunidas en Suiza. El boom de los ¨²ltimos a?os era para el hombre de Davos la consecuencia del triunfo del mercado sobre el Estado. Eso ha cambiado a toda velocidad. Como consecuencia, Davos tiene este a?o toques surrealistas: el mea culpa de los banqueros, ejecutivos y pol¨ªticos, que piden ahora m¨¢s regulaci¨®n y aplauden los planes de rescate -"pir¨®manos convertidos en bomberos", dice el economista Jean-Pierre Lehman-, y el papel de Rusia y China, presentados casi como salvadores del capitalismo ante la escasa presencia en la ciudad suiza de la nueva Administraci¨®n de EE UU, que contrasta con la confianza ciega del foro en Obama como pr¨¢cticamente el ¨²nico resquicio de esperanza. Ayer mismo, el presidente estadounidense dio "una nueva estrategia" para ayudar a bajar los costes hipotecarios de los ciudadanos.
Los expertos calculan que la tormenta subprime se ha llevado por delante al menos una cuarta parte de la riqueza mundial, y que golpea ya con dureza en todo el mundo, con el cierre de factor¨ªas y el aumento del paro. "Los bancos asumieron riesgos excesivos. Los empresarios se endeudaron demasiado. Los reguladores permitieron todo eso. Y ahora los contribuyentes tienen que acudir en su ayuda para limpiar toda la basura, lo que disparar¨¢ la deuda del Estado y acabar¨¢ teniendo consecuencias sobre los bienes p¨²blicos como la sanidad", destac¨® ayer el Nobel de econom¨ªa Joseph Stiglitz. "Hay una tremenda arrogancia en todo lo que ha sucedido. Banqueros y ejecutivos deber¨ªan pensar en lo que han defendido durante a?os y asumir responsabilidades", concluy¨®.
"Se avecinan tiempos sombr¨ªos: o se ajusta el rumbo o habr¨¢ depresi¨®n", avisa Nouriel Roubini, el gran gur¨² de la crisis. "Hay que cambiar el sistema entero, o en caso contrario cuando salgamos de esta crisis tendremos otra de esas enormes burbujas de activos y endeudamiento, y ser¨¢ desastroso", prosigue.
El final del t¨²nel no est¨¢ claro. Lipsky asegur¨® ayer que la recuperaci¨®n puede llegar a finales de a?o. Stiglitz habla de 2010. El fundador de Microsoft, Bill Gates, apunta a 2012. Pero en todos los casos, eso suceder¨¢ si se cumplen infinitos condicionales: "Si aumenta la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas" (Lipsky); "si se crea un supervisor financiero internacional y si aumenta el proteccionismo" (Stiglitz); "si hacemos lo correcto" (Roubini).
Pero nadie parece saber qu¨¦ es lo correcto. Davos apenas ha aportado soluciones a los problemas actuales. Frente al optimismo de los ¨²ltimos a?os, en la edici¨®n de este a?o el pesimismo domina el horizonte econ¨®mico.
La fe en una mezcla de globalizaci¨®n, innovaci¨®n financiera y fundamentalismo de mercado ha desaparecido. El Estado vuelve a estar de moda. Obama mira a Europa: su plan de rescate bancario se inspira en el sueco de los a?os noventa, as¨ª como pol¨ªticas fiscales a la europea. China ha defendido tambi¨¦n en Davos un plan al estilo Keynes para incentivar el consumo, que incluye los primeros pasos hacia un rudimentario sistema de salud universal. "Cuando la mayor econom¨ªa y el mayor pa¨ªs emergente miran a la vez hacia el mismo sitio, algo pasa", afirma el economista Kenneth Rogoff. El nuevo paradigma, una aut¨¦ntica revoluci¨®n cultural en el foro, "es m¨¢s europeo e implica m¨¢s Estado", asegura.
La convalecencia de la econom¨ªa global provoca extra?as situaciones. Al lado del centro de congresos de Davos un librero colocaba ayer junto a las novedades del escaparate un libro que multiplic¨® por cuatro sus ventas en 2008: El capital, de Marx. "El papel del Estado es ahora fundamental, pero se trata de una situaci¨®n de emergencia, temporal", avisa el financiero George Soros sugiriendo que el p¨¦ndulo puede volver hacia el otro lado cuando la crisis desaparezca y EE UU se recupere. Obama ha aparecido como un soplo de aire fresco para amortiguar el trastazo, pero ya hay varios cambios en marcha ante la constataci¨®n de ese declive.
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